Por A. Hernández

Entre todos los lugares del mundo que merecen una visita, en el norte de Francia, donde se encuentra la ciudad fronteriza de Lille, encontrarás un bello enclave que cuenta con muchos edificios históricos, parques naturales con fortalezas erigidas en su epicentro, así como edificios emblemáticos y museos que nada tienen que envidiarles a los más sonados de toda Europa.

Visitar Lille implica una parada casi obligatoria en la Grand’ Place, también llamada Place du Général de Gaulle. La creación de esta plaza se remonta a la edad medieval e inicialmente se la conocía como la plaza de San Pedro; allí se desarrollaba una gran actividad económica, pues toda la plaza era un mercado. Pasó a llamarse como Place du Général de Gaulle tras la Segunda Guerra Mundial, justo después de que Lille fuese liberada del asedio de los alemanes.

Llegar a ella resulta bastante fácil gracias al transporte público, dado que se encuentra muy cerca de la estación de Lille-Flandes. En ese sentido, esta gran plaza es uno de los centros neurálgicos de Lille y un punto en el que se pueden encontrar restaurantes, cafés y bares para degustar la gastronomía local y pasar una jornada agradable. Todo ello mientras contemplamos la variada arquitectura del lugar.

 

Y si vamos a hablar de arquitectura, convendría hacer una parada en la catedral de Lille, conocida como la Notre-Dame de la Treille. Esta edificación se caracteriza por su estilo neogótico, con detalles abundantes, así como techos y arcos inclinados. Por otra parte, las gárgolas y los santos tallados en piedra son una de sus características más distintivas.

La Porte de París es también otra construcción emblemática de este territorio francófono. Diseñada por el arquitecto Simon Vollant durante el siglo XVII, es todo un ejemplo de arquitectura clásica, con dos fachadas bien diferenciadas para la entrada y la salida de la ciudad. En la zona superior de la estructura se puede observar el escudo distintivo de la ciudad de Lille, así como ángeles y una alegoría que representa a la Victoria, lista para coronar a Luis XIV.

A la arquitectura también le podemos sumar la naturaleza y buena muestra de ello es la conocida como Citadelle de Lille, un complejo diseñado por el arquitecto Sébastien Le Prestre de Vauban, y que sirvió como protección de la ciudad y de sus alrededores. Ubicado en la deriva occidental, cuenta con una fortaleza y el bosque Bois de Boulogne, con una extensión de unas sesenta hectáreas, en las que se puede pasear, hacer deporte, contemplar la naturaleza o montar un pequeño pícnic.

Originalmente la Ciudadela de Lille era una pequeña ciudad con estrella y con una circunferencia total de 2200 metros; actualmente es una de las zonas más verdes de la denominada como capital de la región de Alta Francia.

Y, por supuesto, no puede faltar una visita al Palacio de Bellas Artes de Lille, toda una ciudad museo que alberga más de 700 000 exposiciones, entre pinturas, esculturas, cerámicas y bocetos. Puedes ver obras de Rafael, Donatello, Rembrandt, el Greco y Goya, entre otros. Sin lugar a dudas, es un destino para los amantes de la naturaleza, la arquitectura y el arte en general.