Por Beneharo Mesa

Ilustración por Capi Cabrera

 Yeray Betancor es un presentador y actor canario natural de Gran Canaria. Desde pequeño ya se mostraba interesado por la interpretación y el arte dramático en general. Sin embargo, al principio no se dedicaría a ello. Trabajó un tiempo como azafato de vuelo, lejos de los teatros y las cámaras, hasta que un hecho trascendental cambió su vida y le provocó una lesión medular que lo dejó en silla de ruedas. Tras luchar y superar adversidades, se decidiría finalmente por formarse y trabajar de lo que siempre había querido. Actualmente es uno de los protagonistas de En otra clave.

Antes de llegar al momento trascendental que le cambió me gustaría que te introdujese a los lectores. Cuéntenos su historia.

Soy un chico de Las Palmas, concretamente de Escaleritas. Con una vida normal, de una familia normal y humilde. Tuve una infancia muy feliz. Como cualquier chico de cualquier barrio de Las Palmas. Siempre tuve en la juventud muchas inquietudes culturales, sobre todo el mundo del teatro, aunque nunca me llegué a decidir a tirar para adelante. Siempre comentaba que me gustaría meterme en algún taller de teatro o lo que fuera, pero me decían: «Cómo te vas a meter a hacer eso» y cosas así. Como te comento, fui un chico normal, deportista y muy feliz; con dieciocho años me independicé y me busqué un trabajo para compaginar con los estudios que estoy haciendo. Mis inquietudes también eran viajar y conocer sitios nuevos, culturas nuevas. No sé, siempre me ha gustado mucho el hablar con la gente que no conozco, que me cuenten su historia, como, por ejemplo, el típico señor mayor de pueblo con el que te sientas a hablar y que te cuenta historias de su vida. Otra de las cosas que siempre rondaban en mi cabeza era trabajar de auxiliar de vuelo, que fue lo que me llevó a la situación trascendental que me cambiaría la vida.

Siempre tuvo la inquietud por el arte dramático, ¿la tenía por otras artes?

No, la verdad es que solamente me llamaba la atención el meterme en la piel de otras personas. Yo fui al colegio de Buenavista I de Escaleritas y recuerdo pasar por delante de la clase de teatro, formada por estudiantes, y quedarme mirando y decir: «Me encantaría estar ahí», pero, por el qué dirán o por lo que pudiesen decir los amigos, nunca me decidí. Y creo que me llamaba la atención por el meterme en la piel de una persona, por lo que uno se puede llegar a imaginar.

¿Cómo se atrevió a embarcarse a ello? Fue tras su accidente, ¿no?

Sí, fue en los últimos cinco años. Al final uno, conforme va creciendo y teniendo una cierta edad, va teniendo la espinita por esas cosas que querías hacer y nunca te has decidido. Y de adulto no es que le pidas consejo a tu círculo más cercano por si deberías o no hacer una cosa u otra, en mi caso, el teatro, sino que puedes comentar que estás pensando en tomar clases de interpretación y oír un «¿ahora?, ¿qué vas a ser, Brad Pitt?». Hasta que uno se dice a sí mismo que, si es lo que me gusta, pues lo hago. Y así fue la historia. En su momento me puse a buscar información de dónde me podía formar, como la Escuela de Actores de Canarias, la cual, no está adaptada para personas que vayan en silla de ruedas al ser un edificio viejo. Hasta que al final encontré unas clases en Madrid, a las que fui todas las semanas durante muchísimos meses. Y ahí empezó un poco la formación, más tarde también me formé en Las Palmas, en Telde, con Blanca Rodríguez, una fantástica actriz canaria. Fue el decirme a mí mismo: «Mira, lo quiero hacer». Esta es la clase de cosas con las que uno al final se siente bien consigo mismo. Cuando estoy encima de un escenario interpretando un papel eso me da vida, no, lo siguiente.

Vamos, que usted se echó la manta a la cabeza y fue a por ello.

Sí, aunque tengo muchas amistades que consideran que ser actor no es una profesión, sino que es simplemente subirse a un escenario. Yo creo es una falta de respeto subirse a un escenario y no darle a la gente que paga por verlo algo de calidad. Con lo cual, creo que se tiene que estar medianamente preparado para hacerlo.

Cuando se formó en arte dramático, ¿hubo algo que le costase particularmente como, por ejemplo, llorar cuando la acción lo requiere?

Todo lleva un proceso a la hora de interpretar un personaje. No sé si he sonado técnico o lo que sea, pero mi formación es inicial. Por lo que lo que yo comento es bajo mi experiencia; no lo eleves a una alta categoría.

Bueno, se lo consultaba como curiosidad.

Cuando uno empieza a estudiar interpretación ves que hay muchas escuelas y cada uno tiene diferentes enfoques a la hora de transmitirle a un alumno cómo meterse en un personaje. Hay escuelas que te dicen que tienes que imaginarte exactamente cómo se está sintiendo el personaje. ¿Tienes que llorar? Pues, por ejemplo, alguna rama de la interpretación te dirá que tienes que acordarte de sucesos duros que hayas vivido, mientras que hay otras que te dicen que no puedes tirar de tus propios recuerdos porque eso sería desgarrarte por dentro. Simplemente tienes que llegar a imaginártelo. En mi caso trato de no tirar de mis sentimientos internos, porque al haberlo hecho, te puedes quedar bastante mal.

Ha hecho teatro, tele. ¿Qué medio prefiere para la interpretación?

Yo creo que prefiero la tele. Me pone bastante más [risas]. Yo soy muy tímido, bastante, aunque no lo pueda parecer. Cuando vas a actuar en una obra de teatro y empiezas a escuchar el murmullo en el patio de butacas, eso me pone bastante nervioso. Entonces, el saber que tienes la posibilidad, como en En otra clave, de cortar y volver a empezar, a mí, de momento, me tranquiliza bastante. No sé si pueda ser por la falta de experiencia, pero me encuentro más cómodo.

«A mí me ha tocado esta situación y después de mucho tiempo uno lo que intenta es asimilarlo y tirar para adelante»

¿Cómo ha sido trabajar con los compañeros de En otra clave?

Esto lo digo con la boca bien grande: trabajar en En otra clave es apasionante, maravilloso, increíble. No tengo adjetivos para poder explicarlo. Es una pasada. Cuando yo llegué a En otra clave mi experiencia era casi nula, por así decirlo, en el mundo de la interpretación. Con lo cual, el encontrarme rodeado de un equipo tan fantástico, de actores canarios que llevan tanto tiempo trabajando en este programa, ha sido una pasada. Me acogieron como uno más, son una gran familia consolidada y, además de buenos actores, son muy buenas personas.

¿Cómo fue pasar o asimilar su día a día tras el accidente que le provocó la lesión medular?

Yo tenía una vida de puta madre. Yo era un chico joven, deportista, con veintisiete o veintiocho años, viajando por el mundo y conociendo medio planeta, que además para la edad que tenía contaba con bastante dinero. Digamos que ya uno se veía más o menos con la vida solucionada. Entonces, cuando me tiro a la piscina de un hotel, y me doy con el fondo al tirarme de cabeza, la sensación fue muy extraña y…, no sé bien cómo explicártelo…, cuando yo me di el golpe en la cabeza, te juro que…, hay algo, como un calambre, como una electricidad que recorre mi cuerpo de los pies a la cabeza. Tras ello salgo a flote y me quedo nadando de perrito, porque ya se me paraliza el cuerpo entero, porque mi lesión medular es bastante alta, hasta el pecho. El primer pensamiento que tuve es: «Yeray, te acabas de joder la vida, tu vida en este preciso instante acaba de cambiar». Ese momento nunca lo olvidaré.

Y luego imagino que vino lo más duro…, el asimilarlo día a día.

Claro, al principio no lo asimilas. No lo quieres asimilar, por mucho que te lo digan. Intentas agarrarte a cualquier posibilidad. Yo estuve mucho tiempo haciéndome la pregunta «¿por qué a mí?». En el sentido de que en el mundo hay gente mala, que mata, que viola, yo no. No es que se lo merezca otra persona, pero no puedes evitar preguntarte por qué te ha tocado a ti. Durante mucho tiempo me estuvo rondando esa pregunta por la cabeza. Hasta que al final uno se da cuenta de que no puede maltratarse de esa forma. La vida es así. A veces te pasan cosas buenas y otras malas. A mí me ha tocado esta situación y después de mucho tiempo uno lo que intenta es asimilarlo y tirar para adelante. Si quieres seguir viviendo, tienes que tirar, pero cuesta muchísimo. Y al final se van yendo esas preguntas. Tienes que aceptarlo, un poco de aquella manera, siempre también con la ayuda de las familias y las amistades. Gracias a ellos yo he salido adelante.

Esta lesión lo haría ser más consciente aún de los espacios que están habilitados para quienes tienen movilidad reducida.

Sí, antes del accidente ves muchos espacios que no están habilitados, pero al no afectarte, no le prestas la atención que merece. La verdad es que actualmente se ha mejorado algo en habilitar los accesos a muchos lugares, pero aún queda por hacer. Hay muchas barreras arquitectónicas.