Por Beneharo Mesa

Ilustración por Capi Cabrera

 

Natacha Aguilar es una bióloga marina de referencia mundial, así como una de las mayores expertas en cetáceos de buceo profundo. Su trabajo como investigadora la ha llevado a hacer estancias en diferentes lugares del mundo. Es doctora en Biología por la Universidad de La Laguna y miembro del Grupo de Investigación en Biodiversidad, Ecología Marina y Conservación de la Universidad de La Laguna. También es investigadora Marie Curie (EU Horizon 2020) en el Centro de Investigación en Modelado Ecológico (CREEM) de la Universidad de St. Andrews (Escocia).

¿Cómo comenzó su conexión con la biología marina?

Estudié biología marina en la Universidad de La Laguna (ULL) precisamente con la intención de dedicarme a los cetáceos, porque Canarias es uno de los mejores lugares del mundo para ello.

¿Tenía inquietudes desde pequeña? ¿Cómo comenzó el gusanillo?

Desde pequeña me gustaban los animales y el mar. Entonces las dos cosas juntas se convierten en biología marina.

Sus investigaciones están muy centradas en los cetáceos profundos. ¿Existen diferencias entre un cetáceo normal y uno profundo? ¿Cuáles?

Sí, me dedico a los cetáceos de buceo profundo porque Canarias es un lugar idóneo para ello. Son animales, normalmente, muy difíciles de estudiar, porque las aguas profundas se encuentran lejos de la costa. Pero en Canarias esto no es así, ya que los canales entre las Islas pueden alcanzar los 3000 metros de profundidad. Eso hace que las especies que normalmente viven muy mar adentro se encuentren a poca distancia de costa, como es el caso de los calderones en el sur de Tenerife y en el canal entre esta y La Gomera, que son una de las poblaciones más grandes que se conozcan entre esta especie costera. También tenemos seis especies de zifios, que es una familia dentro de los cetáceos que la llaman las aves del mar. Porque son sumamente desconocidos y son los que varaban en las costas de Fuerteventura y Lanzarote en coincidencia con maniobras militares. Hasta que Canarias fue pionera en el mundo en declarar una moratoria al uso de sonares militares de alta intensidad, precisamente para prevenir nuevas mortandades masivas de estos zifios, que son como unos ballenatos. También tenemos unas poblaciones que están todo el año: el cachalote. Tenemos la suerte de que parece que se reproduce en Canarias y por lo tanto el Archipiélago es una de las zonas más importantes para esta especie en el Atlántico norte. Es decir, que Canarias es un centro neurálgico para biodiversidades cetáceas a nivel general, con un tercio de las especies que existen en el mundo, pero además es un lugar importante para los cetáceos de buceo profundo por sus características de archipiélago volcánico.

Usted ha hecho estancias en diferentes lugares del mundo. ¿Cómo es la forma de trabajar con respecto a Canarias?

Busqué experiencia internacional para formarme más. Para contar con expertos en distintos campos. Me formé en acústica en Irlanda y en Estados Unidos y luego conseguí contratos europeos Marie Curie para ir a Nueva Zelanda y a Escocia. Lo que he observado es que todas las universidades, con la biología marina, tienen laboratorios marinos, en los que tanto los investigadores como los estudiantes pueden usarlos y que también les sirven de base para realizar sus investigaciones. Y en Canarias carecemos de estos laboratorios marinos para las universidades. Ni siquiera hay un barco para la investigación marina en Canarias o con puerto base en las Islas. Tienen que venir de la península. Esto es una pena cuando en Canarias tenemos las dos universidades, el Instituto Oceanográfico Español y el PLOCAN (Plataforma Oceánica de Canarias). Son cuatro entidades gubernamentales que investigan el mar y no hay un barco en Canarias para ello. Es una pena, ¿no? Y no hay un laboratorio marino al que puedan recurrir estudiantes de prácticas, investigadores. Hay una cosa muy importante y es que Canarias siempre se le ha considerado un sitio privilegiado para el estudio de lo más lejano: las estrellas, lo más alto. Pero también es un sitio privilegiado para el estudio de lo más profundo, que son los abismos oceánicos. Y los tenemos aquí mismo. Muchas veces a un solo kilómetro de costa y de profundidad. Esto no es algo que se encuentre en muchos lugares. Por ejemplo, en todo el mar del Norte (desde Dinamarca hasta Reino Unido), la profundidad es de 50 metros. Recibimos todos los años visitas de investigadores extranjeros porque les brindamos la oportunidad de acceder a aguas profundas y a la fauna.

Pues es una pena tener la riqueza que tenemos y no disponer de suficientes medios para aprovecharla.

Exactamente. Es una pena porque vienen muchos grupos de investigación porque contactan con investigadores puntuales de aquí. Pero si se apostara más por la investigación de aguas profundas, en Canarias podríamos tener grupos que vinieran a invertir en ello. Podría ser una fuente de economía azul.

Sí, quizás habría que centrarse más en otras cosas, aunque parece que muchos no ven más allá del turismo.

Sí, cada crisis invita a una reflexión. Y la crisis del COVID-19 nos obliga a ello, y es que el modelo de desarrollo que tenemos en Canarias, que no es respetuoso con el medioambiente, no es resiliente a crisis económicas como la que acabamos de pasar. Entonces tenemos por delante decisiones importantes: apostar por un modelo obsoleto o por las nuevas tendencias europeas y mundiales de recuperación de la naturaleza para crear economías verdes y azules, que sean mucho más resistentes a cualquier vaivén externo y crisis como la que acaba de ocurrir.

¿Cómo ha variado la mortandad en los últimos años con respecto a la actualidad?

Las mortandades de los cetáceos se pueden deber a causas naturales o a causas humanas. Canarias ha sido pionera en el mundo en prevenir una de las causas, que es la de las mortandades de zifios relacionadas con sonares militares. En 2004 el Ministerio de Defensa declaró una moratoria al uso de los sonares a 50 millas de Canarias y desde entonces no ha vuelto a ocurrir un varamiento masivo atípico de zifios en el Archipiélago. Esto es un éxito rotundo de conservación. Sin embargo, hay otras causas por mortandad humana. Canarias es un punto caliente en cuanto a colisiones de embarcaciones con cetáceos, a nivel mundial. Esto se debe a la gran concentración de cetáceos y la gran concentración de tráfico marino, internacional e interinsular. Y se requieren medidas de regulación del tráfico para prevenir estas colisiones, que están atentando contra especies protegidas.

Los cetáceos están viendo condicionados sus ciclos por nosotros.

Hicimos un estudio, un censo, de cachalotes en Canarias, hace unos diez años, más o menos. Nos salió que la estima del número de cachalotes estaba en 224. Y la mortandad media, por signos de colisión (según datos de la red de varamiento de cetáceos) es de 2,5 al año. Esa tasa es mucha para una población de 224 animales. Excede su capacidad de recuperación. En este estudio planteamos si la mortandad que había en el Archipiélago era sostenible para la población de cachalotes de las Islas y que deberían tomarse medidas urgentes para paliar esta mortandad.

¿Cómo es hacer el seguimiento de uno de estos animales? ¿Se puso nerviosa al colocar dispositivos de seguimiento a tanta proximidad?

Fue algo maravilloso. Estaba trabajando en Estados Unidos y me contrataron para una campaña en el golfo de México. Yo era parte del equipo acústico, que detectaba y localizaba los cachalotes, para que luego el equipo de marcaje pusiera las marcas. Estas mismas marcas son como los microscopios para estudiar las células. Estos dispositivos nos permiten estudiar a los cetáceos. Son aparatos que nos permiten «ver con los oídos» y estudiar con los sensores la vida de los cetáceos cuando están sumergidos. Fue entonces, al ver cómo funcionaban estos dispositivos, cuando propuse a los estadounidenses venir a Canarias y estudiar los calderones y los zifios.