Texto por  Beneharo Mesa

Ilustración por Capi Cabrera

Nayra Rodríguez Eugenio es astrofísica divulgadora y coordinadora de proyectos educativos del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Nacida en Tenerife, se formó en física en la Universidad de La Laguna (ULL) y su tesis doctoral se centró en el estudio de las galaxias. Desde el año 2011 trabaja en la unidad de comunicación y cultura científica del IAC como divulgadora y coordinadora del Proyecto Educativo con Telescopios Robóticos (PETeR), que permite al alumnado español hacer sus propias investigaciones del universo usando telescopios profesionales. Asimismo, también coordina la iniciativa Habla con Ellas: Mujeres en Astronomía y dirige y expone en el curso internacional de formación de profesorado Astronomy Adventure in the Canary Islands.

 

¿Cómo empezó su vínculo con la ciencia?

La verdad es que es una pregunta que nunca me había planteado. Sí que me habían preguntado mi vínculo por la astronomía, no tanto por la ciencia en general. Creo que los comienzos fueron como cualquier niño o niña, por la curiosidad que tenemos cuando somos pequeños. Se podría decir que cuando somos pequeños tenemos una mente científica, observamos el mundo que nos rodea, nos hacemos preguntas sobre lo que no entendemos e intentamos buscarle respuesta a través de nuestra experiencia. En mi caso recuerdo que era muy curiosa y muy preguntona. Mis padres, en lugar de cansarse de mis preguntas, fomentaron mi interés por la ciencia. En cuanto a la astronomía, sí recuerdo que, a veces, quizás por libros que había visto o cuando vi de muy pequeña la serie Cosmos, me imaginaba o me preguntaba cómo era el universo.

Su doctorado versó sobre las galaxias lejanas, ¿se había planteado otros temas antes de ese?

Mientras estudiaba astrofísica me interesaban muchísimas cuestiones. Pero cuando estaba cursando la especialidad las galaxias era una materia no tan conocida. Llevábamos poco tiempo con telescopios suficientemente punteros como para observar galaxias lejanas. Y, al tratarse de un campo en el que todavía quedaban cosas por descubrir, me llamó tanto la atención. Además, las galaxias son esas islas en el océano cósmico, donde está concentrada toda la materia y donde está todo. Digamos que si entiendes cómo funcionan las galaxias, puedes tener la comprensión de cómo ha evolucionado el universo. Aunque, por supuesto, hay otras cosas que necesitamos entender y que todavía quedan por descubrir.

 

Usted es científica y divulgadora, ¿cómo es la tarea de divulgación? ¿Es difícil?

Para mí, sobre todo, es gratificante. La investigación me encanta, pero es verdad que cuando me dedicaba solo a ello me faltaba sentir que lo que hacía era útil para la sociedad. En realidad la ciencia básica como la astrofísica es muy útil, por supuesto. Lo que pasa es que los resultados no los ves hasta que ha pasado un cierto tiempo. Y, sin embargo, en la divulgación, cada charla, cada taller con alumnado o cada resultado científico que convertimos en algo entendible tiene una recompensa inmediata. Porque tienes esa satisfacción de ver que has trasladado esa información al público o que has despertado interés por la ciencia al ver cómo muchos abren los ojos. Respecto a si es algo difícil…, yo no diría que lo es; al final vas mejorando con la práctica. En las primeras charlas de divulgación que di, por ejemplo, quizás utilizaba algún término más técnico, pero, como digo, vas mejorando con el tiempo. El público lo que suele valorar mucho es que comuniques con pasión y eso es superfácil hacerlo cuando lo que transmites te gusta. La verdad es que tenemos la suerte de que en la unidad de comunicación y cultura científica del IAC contamos con un grupo multidisciplinar de periodistas especializados y científicos para que la labor divulgativa sea adecuada.

¿Qué puede contarme del Proyecto Educativo con Telescopios Robóticos (PETeR)? ¿Es una manera de acercar la ciencia a los jóvenes o a los alumnos?

Es un proyecto cuyo objetivo es poner a disposición de los centros educativos las mismas herramientas que usamos en la astrofísica profesional, que son algunos de los telescopios más grandes y más avanzados del mundo y que están localizados en los mejores observatorios del planeta. Tanto los que hay aquí en Canarias como los que se encuentran en Chile o Hawái, entre otros. El objetivo fundamental es que el alumnado pueda acercarse a la ciencia de forma práctica y que pueda desarrollar sus propios proyectos de investigación. De esta manera, podrán decidir qué objetos quieren investigar, realizar las observaciones con los telescopios, analizar las imágenes de los telescopios y obtener, finalmente, sus resultados y conclusiones. Incluso, estos proyectos de investigación pueden valer para dar contribuciones reales a la ciencia como publicaciones científicas. La idea es que el alumnado pueda experimentar la ciencia y, además, al tratarse de una materia como la astronomía, les puede servir como un gancho, porque a todo el mundo le interesa o tiene curiosidad por cómo es el universo. Se trata de que descubran la ciencia como algo divertido, no aburrido o difícil, y de que conozcan el método científico, aunque luego no se dediquen a ella, para obtener un pensamiento crítico. Un claro ejemplo es la realidad actual con la pandemia.

¿Quiénes pueden participar en este proyecto educativo?

Cualquier centro educativo de España puede participar en PETeR simplemente registrándose en la web del proyecto (www.IAC.es/PETeR). Aunque no es un proceso automático, porque hay que confirmar que quien nos contacta es, efectivamente, un centro educativo. En este proyecto el profesorado es clave, porque son los que van a estar al pie del cañón guiando a los alumnos. Por eso organizamos también cursos para el profesorado, para que puedan manejar distintos conceptos científicos que van a necesitar para trabajar con los estudiantes.

Ha desarrollado su experiencia y formación en Tenerife, pero también ha estado en otros lugares, ¿cómo es trabajar con otros equipos y países?

En cuanto a trabajar con otros telescopios, lo cierto es que en Canarias tenemos lo mejor del mundo. Pero también es verdad que ir a otros países y trabajar con otras personas es una experiencia muy enriquecedora. Por ejemplo, en la parte profesional descubres otras formas de trabajar, otras dinámicas de grupo. En mi caso tuve mucha suerte, porque estuve con equipos de alto nivel y aprendí muchísimo de cómo trabajaban. Otro aspecto positivo es que creas colaboraciones que suelen durar años. Por supuesto, también está la oportunidad de visitar lugares del planeta que, en otras circunstancias, quizás no podrías contemplar. Todo ese proceso te ayuda a ponerte en la piel de la persona extranjera que viene a Canarias.

¿Cómo es ser científica entre tanto científico? ¿Cómo ha sido su experiencia?

Cuando empiezas como estudiante de doctorado muchas veces no te das cuenta de las dificultades extra que encontramos las mujeres en la carrera científica. ¿Por qué? Pues porque a ese nivel casi son, como el caso de astrofísica, un 40 o un 50 %, a veces hasta un porcentaje mayor de mujeres que de hombres. Y a su vez parece que vas a tener las mismas oportunidades y que va a depender de tu trabajo y capacidades; de hecho, en Europa, a nivel de estudiantes de doctorado suele ser más o menos proporcional. ¿Qué sucede? Pues que a medida que avanzas un poco más, y si estudias las estadísticas, puedes apreciar que conforme asciendes en la carrera científica, van quedando menos mujeres y más hombres. Esto es lo que llamamos la gráfica de tijera, porque es algo que empieza unido y se va separando. Se debe a muchos factores y algunos pasan desapercibidos. Pero lo importante es que ya hay consciencia de ese problema. Ahora, tanto en los centros de investigación como en universidades y administraciones públicas, se estudian cuáles son esos factores que influyen y se les intenta buscar soluciones a esas barreras que encuentran las mujeres en el avance profesional. Por poner un ejemplo: sabemos que se producen sesgos en la valoración de los currículums de hombres y mujeres. Al tener ambos el mismo nivel de méritos se suele valorar más el currículum de un hombre que el de una mujer. Esto viene arrastrado por todos los estereotipos de género históricos. Ser conscientes de esos sesgos para intentar evitarlos sería una de las posibles soluciones. También hay que intentar conseguir una conciliación familiar efectiva, que es una de las cosas que más desfavorecen a las mujeres, porque suelen ser ellas las que dedican más tiempo a la vida familiar. Y es fundamental formar a los estudiantes y directores de tesis para que, si tienes el síndrome de la impostora –si te ves incapaz de hacer algo aunque quizás estés realmente capacitada–, tengas un apoyo.

¿Cómo surgió la iniciativa Habla con Ellas: Mujeres en Astronomía?

Surgió a raíz de que las Naciones Unidas declararon el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia y entonces muchas personas del IAC comenzamos a hacer una primera acción y nos dimos cuenta de los muchos estereotipos que hay de la mujer en la ciencia, y tratamos de ver qué podíamos hacer para cambiar esa realidad. Este proyecto son videoconferencias con escuelas en las que las divulgadoras, ingenieras, investigadoras y astrofísicas exponemos nuestros trabajos. Así mostramos que somos gente normal que nos dedicamos a la ciencia y a la tecnología y fomentamos el interés por estas ramas tanto en niñas como en niños. Se tienen que dar cuenta de que estar donde nosotras estamos es alcanzable, que se trata de algo realizable. Hay que luchar contra dos ideas: que la ciencia es difícil y que los científicos son solo hombres un poco locos con bata blanca, y para eso surgió esta iniciativa.

Aprovechando que tu doctorado versó sobre galaxias lejanas, ¿qué datos curiosos podría comentar sobre esta temática y que, quizás, no todo el mundo sabe?

Se me ocurre una de números: según las estimaciones actuales, en cada una de esas galaxias hay cien mil o doscientos mil millones de estrellas. Por estadística hemos observado que hay un planeta por cada estrella. Por lo que, si tenemos cien mil millones de estrellas en nuestra galaxia, por ejemplo, siguiendo ese orden tendríamos cien mil millones de planetas. Solo en nuestra galaxia. Imagínate las posibilidades de que haya vida. Quizás una curiosidad que no todo el mundo se ha parado a pensar sobre las galaxias es que cuanto más lejos miramos en el universo, más viajamos al pasado. Esto se debe a que la luz tiene una velocidad finita; es enorme, pero finita. La luz de las galaxias que yo investigué durante mi doctorado fue emitida cuando el universo tenía, más o menos, la mitad de la edad que tiene ahora. Es decir, hace unos seis o siete mil millones de años. Lo que significa que la luz que yo estaba investigando me daba información sobre cómo eran las galaxias en esa época del universo; no sobre cómo son ahora, sino en ese momento.

Entonces, estudiar las estrellas es casi como un viaje en el tiempo, ¿no?

Sí, cuanto más cerca investigamos, más actual es la foto que obtenemos. En cambio, si es más lejos, más nos podemos hacer la idea de cómo era el universo.