Por Rafael de Miguel
Fotografías por Manu Velasco
Alfredo Alberto habla con la sencillez que otorga la sabiduría y la experiencia. Sabe de primera mano que el esfuerzo es imprescindible para lograr el éxito y su orgullo es haber llevado los quesos de su marca, Maxorata, a los altares gastronómicos de medio mundo y, lo que es más difícil, a todos los rincones del Archipiélago. Este majorero de Betancuria disfruta con su isla, Fuerteventura, y busca, cuando puede, el sonido de las olas en Playa del Valle para rememorar su niñez.
Puerto del Rosario, sede central de Maxorata
Alfredo Alberto: “Elegí dedicarme a esta actividad porque forma parte de la esencia y la idiosincrasia de mi querida Fuerteventura, le dediqué tantísimo esfuerzo a consolidar un proyecto en esta isla, cuando por desgracia he visto tantos otros que no han salido adelante.
Cogí la industria en 1990 en quiebra total, con una deuda millonaria y el esfuerzo ha sido titánico. Ahora está bien situada en el mercado a nivel nacional e internacional y con delegaciones en todas las islas. Tengo el reconocimiento de los consumidores y en nómina a cien personas”. “El esfuerzo- sentencia Alfredo- ha merecido la pena”.
Granja en Barranco de Jaifa
Una de las preocupaciones de Alfredo Alberto era conseguir suministro constante de leche para su industria, de ahí que abordara la creación de explotaciones ganaderas: ”Con el paso de los años han ido desapareciendo bastantes de los productores que tenemos y como una forma de materializar el suministro de materia prima a nuestra industria, tenemos unas cuantas explotaciones ganaderas, encaminadas a garantizar la producción todo el año”, explica Alfredo.
La Playa del Valle
Para Alfredo es un lugar en el que recuerda su infancia: “Es para mí un sitio especial porque era un lugar al que iba de pequeñito con mi padre, los fines de semana y siempre que podíamos. Nos desplazábamos en burro, y mi padre iba a pescar y a coger algo de marisco. Tengo muy grabado ese lugar”. Alfredo Alberto aprovecha que su hermano José Manuel es ahora el propietario de esa casa y escapa cuando puede.“Siempre me gustó la fuerza que tiene el mar en esa zona”, concluye.