Por David Lorenzo

Cuando en la Edad Media Europa descubrió (o más bien redescubrió) que existían islas en el Océano Atlántico se creó un gran revuelo. Todavía no se sabía muy bien qué es lo que se podía encontrar. Tampoco estaban del todo  seguros del número de islas que habían en este Océano. El interés llevó a que Luis de la Cerda, pidiera ser nombrado “príncipe de la fortuna”.

Luis de la Cerda, bisnieto de Alfonso X (El Sabio), exigió su derecho sobre estas islas del Atlántico. De esta forma el 28 de noviembre de 1344 solicita a nada menos que al Papa que le dejase conquistar las islas. Clemente VI, Papa en ese momento, aprueba una bula donde le permiten tomar posesión de las Islas Afortunadas como feudo personal.

Como exigencias Clemente VI reclamaba a Luis de la Cerda que evangelizara a la población canaria y que pagase cuatrocientos florines de oro al año a la iglesia. La coronación como príncipe de la fortuna fue de todo menos austera. Se realizó en Aviñón y en ella se realizó una ceremonia propia de los grandes reyes de la época. Sin embargo, a pesar del boato de la celebración, acabó cancelada a causa de la lluvia.

A través de la bula Tue devotionis sinceritas Luis de la Cerda, como príncipe de la fortuna, recibía una serie de islas que supuestamente formarían parte de las Afortunadas (las Canarias). En dicho documento de la Cerda tenía derecho a gobernar sobe 13 islas. Esto sin duda demuestra lo poco que se conocía en ese momento sobre Canarias y las ínsulas que componían el archipiélago.

MapaAntiguoCanarias

Pero todavía faltaba lo más difícil. En primer lugar Luis de la Cerda debía, de una forma u otra, buscar financiación para su proyecto de conquista. Pero no tuvo suerte, de forma que el proyecto de ocupar las islas acabó olvidado. Durante la batalla de Crécy de la Cerda muere. Aunque los derechos sobre el archipiélago pasaron a sus hijos ninguno de ellos volvió a preocuparse sobre la ocupación del territorio.

A pesar de que  los hijos de Luis de la Cerda siguieron usando el título de príncipes de la fortuna en sus documentos públicos jamás se volvió a hablar de la invasión del territorio, que supuestamente les correspondía. En caso de que tuvieran estas intenciones más adelante todo quedó finalmente truncado cuando el Papa decidió abolir la bula. Creía más adecuado que fuera el propio papado o una orden religiosa las encargadas de evangelizar el archipiélago.

Por extraño que parezca poco más se sabe sobre el principado de la fortuna ni de los hijos de don Luis de la Cerda desde este momento, al menos en lo que respecta a la historia de Canarias.

Para saber más:

  • Martínez de Codes, Rosa María (1995) “El primer intento de reserva de una conquista oceánica por parte del pontificado: la concesión del principado de la fortuna al infante don Luis de la Cerda”. En Congreso Internacional de Historia “El Tratado de Tordesillas y su Época”. Salamanca: Junta de Castilla y León