Cuando Napoleón invade España en 1808 un gran número de tropas entran en el país para mantener el “orden También para que los españoles aceptaran al nuevo rey impuesto por él, su hermano José Bonaparte. Muchos no aceptaron al monarca napoleónico, por lo que comenzó la Guerra de Independencia. Durante este periodo los revolucionarios enviaron a algunos soldados del ejército napoleónico a Canarias como prisioneros.

Llegaron entre 1809 (primera llegada de prisioneros) hasta 1814 (fin de la guerra) cerca de 1500 soldados. Aunque en un comienzo se pensó en mantenerlos recluidos en lugares puntuales, la falta de medios (económicos sobre todo) obliga a repartirlos por todos los municipios de Canarias. Las tres islas que recibieron más prisioneros fueron las que contaban con más población en ese momento: Tenerife, Gran Canaria y La Palma.

La falta de medios seguía siendo un problema. En ocasiones la manutención de los prisioneros se hacía prácticamente imposible para muchos municipios de las islas. En ese momento Canarias sufría una fuerte crisis que también afectaba a la población local. Estas penurias llevaron a que los soldados recluidos en las islas se quejaran continuamente de su condición.

El enfado de los canarios también era cada vez mayor. A pesar de ser casi imposible mantener a los soldados franceses cada vez llegaban más reclusos. La tensión social iba a más. Los altos cargos militares de la Capitanía General de las islas (los responsables de distribuirlos) temían por la vida de los franceses.

Una vez acabada la guerra en 1814 se acuerda liberar a los prisioneros y escoltarlos hasta la frontera francesa. En Canarias se les recogió en las islas y se les llevó hasta el puerto de la Coruña, marchando luego a Francia desde ahí. Los últimos en partir lo hicieron en 1815.

Pero no todos se quisieron marchar. Se tiene constancia de que muchos de ellos, tras estar varios años recluidos en las islas, decidieron establecerse y formar una familia en ellas. Muchos habían logrado crear lazos de amistad con los canarios. Además la antipatía que habían tenido los franceses entre los isleños pronto se transformó en gratitud tras haber convivido juntos durante tanto tiempo.

La presencia de franceses no era nueva en Canarias (no hay que olvidar la presencia normanda en la conquista). Apellidos como Ripoche, Martin, etc., se hicieron más comunes en el archipiélago desde comienzo del siglo XIX. Algunos de los descendientes de estos soldados napoleónicos llegaron a ser personajes de gran relevancia en la historia y cultura canaria.

Para saber más:

  • Armas Núñez, Jonás (2015) “1814, de prisionero a ciudadano. Soldados del ejército napoleónico en Canarias”. En Anuario de Estudios Atlánticos. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria nº 62. Enlace: http://goo.gl/uLYdK8
  • Fajardo Spínola, Francisco (2014). “Los prisioneros de la Guerra de la Independencia en las Islas Canarias (1809- 1815)”. En Anuario de Estudios Atlánticos. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, nº 60. Enlace: http://goo.gl/5Nm8tT