Texto: Rafa Turnes

Madrid cuenta con pulmones verdes en todas las latitudes de la ciudad. El más conocido es el del Retiro, en pleno centro. En cada distrito han crecido en las últimas décadas parques que van más allá de ser un espacio para el paseo, la conversación bajo los árboles o la contemplación. En general, los parques de todas las ciudades se han ido adaptando a las necesidades de la población.

Ahora son más accesibles y cuentan también con más espacios para hacer ejercicio físico lejos del asfalto. No es lo mismo correr por las aceras que por una ruta dentro de un parque en el que además puedes hacer calistenia, pasear en bicicleta por un carril bici o tonificar las articulaciones en aparatos diseñados especialmente para las personas de más edad. Es lo que se ha denominado áreas o parques biosaludables.

Los parques de reciente creación están diseñados teniendo en cuenta que las familias necesitan escapar del ritmo de una ciudad que no duerme, y los de toda la vida han ido introduciendo zonas biosaludables. Se han creado también nuevos parques que en unas décadas serán pequeños bosques y se podrán disfrutar sin tener que salir a la sierra de la Comunidad de Madrid.

Las ciudades del presente están adoptando medidas para reducir la contaminación atmosférica –responsable de muchas enfermedades respiratorias y cardiovasculares–, como el incremento de áreas peatonales, restricciones para el tráfico rodado y fomentar el deporte en las zonas verdes. Se abren así los parques del siglo XXI, para apurar el paso, recorrerlos en bici, engrasar las rodillas o dejarse llevar por la puesta de sol. De una u otra manera, ir al parque siempre es saludable.

Madrid Río

Situado en la ribera del Manzanares, Madrid Río se abrió al público en 2011 después de más de seis años de obras, y ha seguido creciendo. Es un ejemplo contundente de cómo recuperar una zona de la ciudad para las personas. Además de la oferta cultural y de ocio que lo rodea, como la que se puede encontrar en El Matadero o en el entorno del puente de Segovia, es un espacio que cuenta con áreas para hacer deporte y zonas de pícnic; y, por supuesto, desde allí se puede contemplar la ciudad.

Parque Juan Carlos I

En el distrito de Barajas, este parque se abrió en 1992. Es otro espacio concebido de manera distinta a los tradicionales. Además de unos dos mil olivares, cuenta con un auditorio al aire libre, un lago en el que se pueden practicar deportes náuticos, pistas de patinaje, fútbol, baloncesto, golf… A lo largo y ancho de sus ciento sesenta hectáreas siempre te encontrarás con personas haciendo deporte.

El Capricho

En la Alameda de Osuna, también en el distrito de Barajas, se encuentra este parque, uno de los más hermosos de Madrid que data de 1787. Es el contrapunto a los parques de nueva construcción. Pero se está adaptando a los nuevos tiempos introduciendo equipamiento para hacer ejercicio físico. A su derecha, crece desde hace años un pequeño bosque de pinos, fruto de un proyecto para la recuperación de una zona de vertidos, y a su izquierda colinda con el parque Juan Carlos I.

Casa de Campo

Es cinco veces más grande que el Central Park de Nueva York y es el parque más grande Madrid. En realidad, se parece más a un pequeño bosque que linda con el centro de la ciudad. Se sitúa entre Pozuelo de Alarcón y el parque del Oeste (en el que se pueden visitar los jardines del Templo de Debod). Entre ambos, el río Manzanares, que más adelante se encuentra con el citado Madrid Río. Hay una ruta para correr que se llama «La tapia». Completarla suponen dieciséis kilómetros, los que rodean el parque. Se trata de correr en paralelo a la tapia de ladrillo que rodea esta maravilla de lugar en el que perderse toda una tarde o una mañana.

Cerro del Tío Pío

El conocido popularmente como parque de la Siete Tetas, en Puente de Vallecas (barrio de Numancia), es un buen lugar para ejercitar la mente mediante la contemplación. Otra forma de respirar salud. Desde sus siete colinas con forma de pecho, se puede disfrutar de una de las mejores panorámicas de Madrid. El parque del Cerro del Tío Pío es otro ejemplo de cómo recuperar una zona que servía para el vertido de escombros. Su nombre es un homenaje al hombre que levantó la primera vivienda en el cerro, Pío Felipe Fernández. Allí se instalarían muchas familias que desde principios del siglo XX llegaban a Madrid en busca de una nueva vida. Pero esta es otra historia.