Por Francisco Javier Torres del Castillo*

Ilustración por IlustreMario

En las últimas semanas, las verduras de primavera han sido reemplazadas cada vez más por los sombríos tonos otoñales, especialmente, cuando revisamos el comportamiento de los mercados financieros, los tipos de interés y en general de nuestra economía.En esta parte del hemisferio, el otoño es una época templada del año, asociada a menudo, en términos poéticos, con la melancolía, ese estado anímico permanente, vago y sosegado, de tristeza y desinterés, que surge por causas físicas o morales, pero por lo general, de poca importancia.

Es eso de una tristeza vaga, pero profunda, sosegada y permanente, que hace que quien la padece, no encuentre gusto ni diversión en nada. Muy probablemente, Napoleón Bonaparte, debió sentirse así durante su destierro a la isla de Santa Elena, en aquella donde dictó sus memorias.

Sin embargo, no dejen que la melancolía, ni la historia de Napoleón les embriague. El otoño se nos presenta frágil y ansioso, son tiempos contrarios al aburrimiento, en donde nada es lineal, nada es previsible y todo parece ser incomprensible.

Como si de guerras napoleónicas se tratara, la pandemia nos trastocó nuestra forma de vida violentamente. Estábamos en un mundo complejo y ambiguo, pero mucho más controlable al que nos enfrentamos ahora, al que podríamos definir como caótico y terriblemente veloz.

Teníamos optimistas expectativas sobre próximos recortes en los tipos de interés, pero se han disipado, ya no están. Ahora todo nos empuja a pensar que tendremos tipos de interés altos durante bastante tiempo. La inflación en las economías del G7 parece que ha alcanzado su punto máximo, pero no retrocede a la velocidad deseada. Nada es lo que parecía

En este contexto, la atención ya no se centra en los niveles máximos de los tipos, sino en el tiempo que los bancos centrales los mantendrán en estos niveles. De hecho, cada vez se contempla más la idea, de que mantener los tipos de interés más altos durante más tiempo, es la estrategia adecuada para contener las persistentes presiones sobre los precios. Tendremos que esperar: “Higher for longer”.

Hasta ahora, se ha logrado mantener y hasta reducir la inflación sin provocar un aumento del desempleo, pero se avecinan nuevas batallas, pues resultará difícil salir de la inflación sin desencadenar su aumento. Ese es el riesgo.

La guerra de Ucrania permanece caliente y más aún en las fronteras de Europa, el invierno está próximo y aunque débil, existe riesgo de que se produzcan nuevamente tensiones en el precio de la energía y la historia me recuerda que Napoleón comenzó su ocaso y caída al enfrentarse a Rusia.

Vivimos en un mundo de gran progreso y agitación. Hemos dado pasos importantes en atención sanitaria, el informe del IPCC (Expertos sobre el Cambio Climático) destacó que un calentamiento global por debajo de 1,5 grados todavía es factible. Los últimos avances en los grandes modelos de lenguaje como ChatGPT son un buen augurio para el crecimiento futuro de la productividad y las principales acciones tecnológicas se han disparado en lo que va del año.

Estamos en una nueva era, y así lo refleja el enfrentamiento entre líderes, como los empresarios tecnológicos Musk y Zuckerberg, lleno de simbolismo.

Nos encontramos en un entorno que se caracteriza por la dificultad de tomar decisiones acertadas en un paradigma de cambios frecuentes, a menudo bruscos y confusos en todos los aspectos de nuestra vida, tanto en política, como en tecnología y cultura.

Este momento ya tiene nombre, pues habitualmente siempre llega algún anglosajón que se inventa un término, y etiqueta a esta incertidumbre en la que nos encontramos, diciéndonos que nos encontramos en un mundo B.A.N.I.

Por sus siglas en inglés, un mundo Brittle – frágil, Anxious – ansioso, No-lineal e Incomprensible. Término que deriva del ya popular término VUCA: Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo.

Los entornos VUCA son los antecesores de los BANI, pero todo indica que han quedado obsoletos porque los cambios que se producen son mucho más caóticos que antes. Se trata de una vuelta de tuerca más.

Hubiera preferido llamarlos tiempos Napoleónicos, pero me conformaré con apreciar el trabajo de Ridley Scott el próximo 24 de este mes de noviembre. Habitualmente les invito a sonreír, y les reitero mi habitual recomendación de cumplir las instrucciones de la tripulación, y mantenerse con los cinturones ajustados, pero al llegar a tierra, no dejen de ir al cine. Napoleón les espera.

Feliz vuelo.

*Director Renta 4 Banco en Canarias