Texto por Francisco Javier Torres del Castillo*
Ilustración por Ilustre Mario
Cambiamos de mes, de estación, de aeropuerto. Buscando cómo empezar este nuevo curso con energía, en este siempre revoltoso septiembre que inevitablemente se nos anuncia el otoño, me inspiré en el incómodo cambio.
El cambio aumenta la dificultad al tratar de conocer el rumbo de las cosas, también en el mundo de la inversión, pues comprender hacia dónde van los mercados y el impacto que ello tiene es la tarea más difícil a la que nos enfrentamos.
En ese permanente cambio nos encalló la sostenibilidad, término nacido en 1987 dentro del «Informe Brundtland», publicado por las Naciones Unidas, y que en la actualidad lo percibimos como algo reiterativo, desgastado, redundante y machacón, pero también se advierte como algo actual, futuro e indispensable.
Aquel documento, liderado por la que fue primera ministra de Noruega, la doctora Brundtland, replanteaba las políticas del desarrollo económico global y la sustentabilidad ambiental.
Han pasado algunos años desde entonces; las circunstancias van trazando el camino y debemos comprender hacia dónde nos lleva el contexto económico y social, y ese rumbo es la sostenibilidad.
Podría parecer que mis letras reflejan un discurso, pero la realidad nos arrebata la opinión, pues son tiempos de pelear por una actitud amigable con el medio ambiente, y en ese entorno aparecen de forma arrolladora e innegociable las energías llamadas verdes. Estas son las protagonistas fundamentales de esta nueva etapa, en la que la energía renovable se ha alzado como una solución.
Predecir el futuro siempre ha sido una acción parecida a jugar a la lotería, pero sí podemos comprender que se acerca una revolución en el sector de la energía.
En los próximos quince años, el principal y más potente cambio lo protagonizará la energía solar. Estará presente en todos los lugares, se implantará en todas partes. La veloz disminución en el coste de la tecnología fotovoltaica la impulsará, provocando un aumento de inversiones en todo el mundo.
Esa tecnología acabará en las azoteas y a través de otros sistemas fotovoltaicos podremos tener la capacidad de generar nuestra propia electricidad, almacenándola con baterías y así poder llevar la energía a donde nunca llegó.
Sin embargo, el «Informe Brundtland» no será la razón para el gran cambio en la generación de energía, tampoco lo será un gran acuerdo sobre el clima, ni siquiera una reunión entre los principales líderes mundiales fotografiados con un gran apretón de manos. El cambio, en realidad, se reducirá a la palabra muchísimo más poderosa dinero y a una condición humana, la codicia, la inevitable intención de multiplicar el dinero con base en unos beneficios económicos que las energías fósiles ya no serán capaces de generar.
El mundo va a invertir muchos millones en la capacidad de generación de energía en los próximos veinticinco años. La mayoría –dos tercios para ser exactos– se destinará a las energías renovables como la eólica y la solar gracias a la caída constante de los costes.
La generación continua de puestos de trabajo creará un flujo económico importante de capital, directo e indirecto. Actualmente, las renovables generan 7,7 millones de empleos en todo el mundo.
En 2026 las renovables marcarán la transición a un mercado definitivamente barato.
El primer dato que favorece esta fecha es que en 2026 el viento se convertirá en la forma más barata de generación de energía en el mundo. Aunque será desmarcado en 2030 por la solar, gracias a una generación de paneles solares con un alta eficiencia y tecnología.
Es septiembre y empieza el curso. September también es el título de una popular canción del grupo estadounidense Earth, Wind & Fire (en español: Tierra, Viento y Fuego). Al igual que el este grupo, las energías renovables se encuentran en abundancia en nuestro entorno, ya sean aportadas por el sol, el viento o el mismo calor de la Tierra.
Ustedes se encuentran en los cielos, y solo me queda reiterarles mi habitual recomendación. Cumplan las instrucciones de la tripulación y manténganse con los cinturones ajustados porque, aunque volamos, vienen curvas.
* Director de Renta 4 Banco en Canarias.