Por Beneharo Mesa

Ilustración por Capi Cabrera

 

 Kirian Rodríguez (Candelaria, 1996) es un centrocampista de la Unión Deportiva de Las Palmas (UDLP). Se formó en la cantera del C.D. Ofra y posteriormente acabaría recalando en la categoría juvenil de la UD hasta consolidarse en el primer equipo en el año 2019. Su carrera deportiva sufrió un parón al ser diagnosticado con un cáncer linfático el pasado año, que más tarde acabaría superando. Se incorporó al equipo en enero de este año y convirtió en jugador de primera con Las Palmas.

Lo primero, ¿cómo está?

Bien. La verdad es que muy contento.

Y lo segundo, ¿qué se siente ser de primera?

Pues si te soy sincero creo que todavía no soy consciente de eso. Hasta que no empiece la pretemporada y el día a día otra vez es como que me cuesta aceptarlo. Todavía ves fichajes de primera de equipos y piensas «oye, qué bien se están reforzando en primera», pero no estás pensando en que tú también estás en la categoría. Aún cuesta un poco asimilar que estás en primera división.

¿Cómo fueron esas últimas semanas de lucha por el ascenso para usted?

Para mí fueron muy bonitas. Creo que siempre que había una imagen mía durante los viajes o cualquier cosa siempre estaba sonriente, feliz y disfrutando mucho del momento. Al final los compañeros llevaban toda la temporada y quizás tenían más esa presión o nerviosismo de «llevamos todo el año luchando por esto». Pero yo estaba tranquilo porque eran mis primeros partidos. Estaba jugando, intentando disfrutar, y tenía más bien esa ilusión de niño pequeño que vuelve a jugar a fútbol después de mucho tiempo. Como cuando llevas parado por una lesión, y que no sabía si iba a volver a jugar o no. Por lo que mi forma de afrontarlo fue disfrutar el momento, estar tranquilo y que todo iba a salir bien si así yo lo creía.

Entiendo que usted venía más fresco respecto a sus compañeros y eso le valió mucho.

Tal cual. Ellos venían de estar ahí durante todo el año y ver que se podía escapar en un simple error y… yo venía con la ilusión de jugar otra vez y de disfrutar de lo que llevo haciendo toda la vida. Sin esa presión, necesidad o nerviosismo de hacerlo bien sí o sí, porque después de lo que he pasado prefiero disfrutar de la experiencia y vivir, y seguro que todo irá mucho mejor.

¿Notaba esa tensión en los entrenamientos, por ejemplo?

A veces podía verse, sobre todo cuando venías de algún mal resultado quizás había alguna cara larga porque sufres por lo que estás viviendo. Pero fueron semanas tranquilas. Creo que el equipo era muy lineal en todos los aspectos, tanto si se ganaba como si se perdía. Si ganabas podías tener euforia el primer día y si perdías estabas de semiluto, aunque, independientemente de eso, al segundo día ya estabas enfocado de nuevo. Todo ello hizo que el equipo siguiese siendo competitivo y que en el día a día eso se transmitiese en el campo.

«Fue un momento de orgullo y felicidad el ver que todo ese trabajo de años llegaba a lo que nosotros queríamos»

¿Cómo fue el día del ascenso para usted?

La verdad es que fue algo mágico. Es la sensación de terminar algo por lo que llevas años luchando. Al final yo aquí llevo unos cuantos años y he formado parte de un proyecto en el que casi todos nos conocemos y quienes han venido se han acoplado muy bien. Fue un momento de orgullo y felicidad el ver que todo ese trabajo de años llegaba a lo que nosotros queríamos. Y mirarnos todos a la cara y notar esa satisfacción… La verdad es que muy algo muy bonito.

¿Lo considera el momento más feliz de su carrera deportiva?

Diría que puede estar entre ellos. Creo que los que me conocen aquí en el vestuario y todo el club en sí saben que uno de los momentos más felices fue cuando me devolvieron la ficha. Porque al final fue como devolverme la vida después del cáncer. Para mí ese partido fue muy importante porque nos dio el ascenso, pero que me devolviesen la ficha después de todo lo que había pasado y volver a entrenar con el equipo creo que puede ser para mí uno de los momentos más felices a nivel deportivo.

¿Cómo fue para usted la lucha con el linfoma de Hodgkin?

Desde el principio estuve muy convencido de que todo iba a salir bien. Me lo tomé como si fuese una lesión, como un parón en mi vida. Fue una manera de decirme «calma, pon los pies en la tierra, no todo es el fútbol». Lo viví muy tranquilo gracias también a quienes estuvieron muy cerca, médicos, familiares, amigos… Mis mensajes siempre fueron positivos. Y siempre creí en esa positividad para salir. Se me ha pasado volando, fue como tocar el fondo y ver que todo se venía abajo y luego estar con mis días normales en seis, siete meses y que todo se quedó en una simple anécdota. Si bien es cierto que fue un palo para la familia y las personas que me rodeaban, pero en mí en general no fue un gran cambio en sí la enfermedad. Me lo tomé como algo más que tenía que vivir en el camino.

¿No hubo cambio entonces en su perspectiva?

Se suele decir que el cáncer te cambia, pero a mí lo que me enseñó es que había estado viviendo la vida que quería vivir. Estaba disfrutando y haciendo las cosas que quería. Tenía a mi lado a las personas que querían estar y que yo quería que estuviesen. Me enseñó a valorar lo que ya tenía más que a ver las cosas de otra manera.

¿Qué sintió al pisar el terreno de juego el pasado abril?

Fue un momento frío, porque con la tensión del partido y con la sensación de que se nos estaba escapando el resultado, quizás no lo disfruté tanto después de todo lo vivido. Pero tras el encuentro sí que con los comentarios y el apoyo del vestuario y los aficionados pensé: «He vuelto».

¿Qué le gustaría mejorar de su juego? ¿Cuánto ha cambiado a lo largo de los años su forma de analizarlo?

Creo que en estos últimos años he aprendido a mantener esa calma, a no ser tan ansioso. Antes puede que cada balón que pasase por mí quería que fuese mejor que el anterior. Sin embargo, creo que he aprendido a ser más práctico, a ser consecuente con cada error que cometo para evitar también repetirlo. También a saber cuándo toca arriesgar. Al final la toma de decisiones en el fútbol es lo que marca la diferencia. Las categorías son más o menos iguales, la pelota circula más o menos igual, salvando esa punta de velocidad en la que el balón rueda más rápido. Porque a medida que vas subiendo la diferencia que notas es la calidad técnica e individual de cada futbolista y la velocidad de reacción.