Por Beneharo Mesa

Ilustración por Capi Cabrera

 

Judit Rolo (San Cristóbal de La Laguna, 1990) es una deportista española ganadora de dos medallas en el Campeonato Mundial de Natación Adaptada de 2017, y cinco medallas en el Campeonato Europeo de Natación Adaptada en los años 2016 y 2018. Asimismo, consiguió dos diplomas en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro 2016, al finalizar quinta en la prueba de cincuenta metros de mariposa S7, y séptima en 200 metros estilos SM7.

¿Cómo comenzó su historia con la natación?

Empecé a los tres años debido a la discapacidad que tengo, llamada hipocondroplasia, que quien la padece tiene los huesos más cortos de lo normal. Existía una operación (que yo nunca quise hacerme), pero el médico le recomendó a mi madre que debería hacer algún deporte para tener buena salud por si decidía someterme a ella, por ser una operación complicada. Y el deporte más completo que pensó mi madre fue la natación. Así que comencé desde muy pequeña a nadar. ¿Qué pasó? Pues que yo nunca me quise operar, pero sí que me gustaba nadar y hacer deporte. Fue entonces que, con veinte años, estaba nadando en la piscina de Casa Cuna de Santa Cruz y mi entrenador actual, que es José Luis Guadalupe, me vio nadar y se me acercó para preguntarme si me gustaba, si conocía el deporte adaptado y si me apetecía probar con él… Y así fue como empecé.

¿Se dedica entonces a tiempo completo a la natación? ¿Qué proyecciones tenía antes?

Sí, aunque ahora mismo he bajado un poco el nivel. Porque necesito también formarme profesionalmente; yo tengo otros estudios, pero estoy tratando de combinar el entrenamiento con otros estudios que he empezado.

Su palmarés es amplio. De todos los reconocimientos y medallas, ¿de cuál se siente más orgullosa?

Pues va a sonar raro porque es un trozo de papel, pero diría que el diploma que conseguí en los Juegos Paralímpicos de Río de 2016, porque costó un montón conseguir esas marcas y porque tuve una minidepresión por un problema y en ese momento la natación me ayudó un montón. Fue tanto por lo que costó como por las ganas que le puse para conseguir esas marcas e ir a los juegos y ser mis primeras Paralimpiadas. La verdad es que todo lo que viví, aunque fueron momentos duros, mereció la pena cuando conseguí tirarme en aquella piscina y pasar a la final.

Imagino que le da más importancia que, por ejemplo, su plata en México en 2017.

Creo que todo lo que he ganado tiene y su mérito y ha merecido la pena. Cada una tiene su historia y su lucha. Pero me sigue gustando ese momento [Río de Janeiro, 2016] porque estuve bastante mal en esa etapa y gracias a mi entrenador y a mi madre cogí, en vez del toro por los cuernos…, en este caso digamos el cloro de la piscina [ríe].

¿Cómo se viven los momentos antes de lanzarse a la piscina? Mucha preparación para algo que se resuelve en minutos…

Con muchos nervios. Con la experiencia vas aprendiendo a controlarlos. Siempre habrá nervios, pero tienes que intentar que no te superen a la hora de competir. No me gusta pensar en «voy a hacer esto o lo otro»; simplemente voy a darlo todo y lo que salga salió cuando haya tocado la pared. Sobre todo también hay que intentar disfrutar porque siempre digo que estamos sometidas a mucha presión y entrenamos muy duro día a día. Y si no disfrutas, apaga y vámonos.

La preparación física es esencial, pero la mental es muy importante también, ¿no?

A raíz de lo que pasó con Simone Biles han empezado a cambiar las cosas a la hora de tener un psicólogo en el ambiente deportivo. Es algo necesario. Salud mental y deporte tendrían que ir de la mano, y ya no solo en el deporte, sino en la vida general también. Esto es algo que se ha visto mucho y es porque estamos sometidos a tanta presión que a veces no sabemos gestionar todos esos sentimientos. Muchas veces te saturas y muchos lo acaban dejando. En mi caso, por ejemplo, en la preparación de Río no tuvimos ninguna ayuda psicológica, pero sí que me apoyaba en mi familia, en mi entrenador y también en mi compañera y amiga Michelle Alonso. Es como una especie de puzle en el que todos nos ayudamos y cada uno es una pieza fundamental.

¿Se siente más presión cuando se trata de Olimpiadas?

Con las Olimpiadas lo que sucede es que todos están cuando hay medallas, pero cuando no las obtienes… Por eso hace falta decir «bien luchado». No se pueden imaginar todo el proceso que hay detrás de toda esa preparación, el sacrificio y esfuerzo. La medalla es el camino recorrido, no solo el conseguirla en la piscina.

¿Cuándo empezó con el estilo mariposa? ¿Fue desde el principio?

Nunca había nadado mariposa, pero sí es un estilo que, al verlo, me gustó. Me decidí a probarlo y seguí trabajándolo con mi entrenador. La verdad es que me encanta nadar en ese estilo. Me gusta que se llame mariposa porque también lo relaciono con que un trabajo tan duro como la natación se puede convertir en algo tan bonito.

¿Quiénes son sus referentes?

Rafa Nadal por su cabezonería, siempre lo da todo hasta el final y me parece un ejemplo admirable. En cuanto a deportistas femeninas diría Teresa Perales, que, aunque lo ha pasado mal, ella sigue y sigue entrenando. Además, ha demostrado que la edad y la discapacidad no son un factor. Y por supuesto mi madre, mi santa madre. Me ha enseñado que si quiero algo voy a por ello, con independencia de la discapacidad. Si crees que puedes hacer algo y te gusta, ve a por ello. Mi madre siempre ha estado cuando he tenido mis bajones y nunca me ha endulzado las cosas. Y por eso soy como soy.

¿Cómo ha sido su forma de afrontar la hipocondroplasia?

Para nadie la vida es un camino de rosas, pero es verdad que para personas con algún tipo de discapacidad no se nos hace ese camino tan fácil. Creo que como mínimo, si te propones algo, lo intentas, y si no sale, pues bien, y si sale, pues perfecto. Muchas veces también se tiende a etiquetar y si te pones a pensar en realidad todos somos distintos.