Por Beneharo Mesa

Ilustración por Capi Cabrera

Valeria Castro (La Palma, 1999) es una joven artista canaria que apenas ha dado sus primeros pasos en la industria musical, pero que ya ha maravillado a todo el mundo con sus creaciones. Con un EP (extended play o miniálbum) a sus espaldas, Valeria afronta este 2023 con el lanzamiento de su primer álbum, un proyecto en el que la artista espera poder mostrar al público su madurez y su parte más personal.

¿Cómo comenzó su historia con la música?

Todo nace la isla de La Palma, de donde vengo y donde aprendí desde los cuatro añitos a tocar a cantar y a tocar el piano en una escuela de música. Pero la profesionalización de esta historia empieza cuando tenía unos quince años, cuando comencé en redes sociales a subir covers de canciones que me gustaban y hasta finales de 2020, que fue cuando empecé a compartir canciones que había escrito yo, con las que quería contarle al mundo historias más personales, las que salen del corazón.

¿Cuál fue el punto de inflexión para usted?

Me gusta decir que no hay punto inflexión, porque al final la gente ve lo que llega a la superficie, pero lo que hay debajo del agua es mucho trabajo, por así decirlo. Sí que es cierto que hace mucha ilusión cuando gente de la industria a la que admiras como, por ejemplo, Alejandro Sanz escuchan y comparten lo que has hecho. Es un aliciente para ti el que haya gente que se dedica a ello y valora lo que estás haciendo. Te hace confiar un poco más en ti misma. Al final también es la respuesta del público la que te mantiene a flote y la que hace que confíes y continúes con tus proyectos. Es a veces un poco duro, porque no sabes si estás haciendo las cosas bien. Cuando ves que la gente disfruta te das cuenta de que ha merecido la pena.

Si lo de la música no se daba, ¿su plan era seguir con biotecnología?

Desde pequeñita he tenido muchas opciones «por si las cosas fallan». Aunque desde que tenía diez años había algo en mí que me decía: «Yo quiero dedicarme a esto». Que no es otra cosa que subirme a un escenario y pasarme la vida ahí encima o en estudio cantando. Pero siempre he sido muy responsable, pues así me lo inculcaron en mi casa mis padres. Por eso desde los dieciocho años empecé a estudiar una carrera, biotecnología, que siempre fue el plan b, aunque, por suerte, el plan a parece que está funcionando [ríe]. A pesar de que cueste, una se tiene que mover a veces por lo que le dicta un poco el corazón.

Ha estado recientemente de gira, ¿cómo fue su experiencia?

Preciosa. Es algo que me llevo para toda la vida. Esta ha sido mi primera gira como tal y ha sido una forma de darme cuenta de que lo que estaba pasando era real. Porque hasta ahora la retroalimentación con la gente que me seguía se había limitado a las redes. Como digo, ha servido para ver a toda esa gente que está ahí.

¿Qué es para usted la música? ¿Puede ser reivindicativa, política?

La música para mí es algo vital y reivindicativo. El tapiz político puede ser todo en la vida. A mí me gusta poner mis guiños políticos o principios. Me gusta hablar de la presencia femenina en mi vida y lo que implica poner eso encima de la mesa. Hablar de un tema en una canción es una forma muy dulce de decir las cosas y muchas veces solo se habla de amor. Se puede hablar de muchas más cosas y por eso lo definiría como algo vital, porque es lo que me mueve a mí, por lo que creo que vivo; y reivindicativo porque me gusta tener un mensaje que contar.

¿Cómo le vienen esos mensajes? ¿Cómo es su proceso de composición?

El proceso puede cambiar. No siempre es el mismo. También luego está la producción, que es como vestir la canción. Pero la canción nace desde la habitación de mi casa y lo hace con lo que comentábamos del mensaje. Me gusta saber de lo que voy a hablar o tener una intuición acerca de ello. Siempre digo que me gusta componer y traducir cosas que estoy sintiendo y a las que ni yo misma sabría ponerles palabras. De esta manera una canción puede quedar de una forma u otra y es ahí donde me dejo fluir: cojo una guitarra y empiezo a hacerlo todo junto, melodía, letra, ritmo. Es como sacar de dentro todo lo que tengo en forma de canción. Al final me sirve un poco como terapia. Para mí es un proceso muy visceral en el que llevo a lo musical todo lo que tengo dentro.

Próximos proyectos, en marzo sale su álbum, ¿no?

Sí, estamos ultimando detalles, pero ya hemos sacado los primeros adelantos: La raíz y Poquito. Puedo decir que es un disco muy personal, lo más que hecho hasta la fecha. Chiquita era un EP que hablaba más de otros: mi familia, la industria, de muchas cosas, y también era como una carta de presentación. Y en este disco, al menos eso pretendo, espero poder mostrar una madurez musical y personal. Espero que la gente lo note y se sienta identificada. A mí me gusta hacer la música para sacar lo que llevo dentro. Lo más bonito de la música es cuando la compartes y tú misma consigues sacarle las cosas de dentro a la gente. Es un disco que tiene mucho cariño y cuidado y espero que a la gente le guste mucho.

¿Cuáles son sus inspiraciones musicales?

Las grandes influencias para mí y para este disco, por la forma de componer, son personas que cantan muy de raíz como son Silvia Pérez Cruz o latinoamericanas como Silvana Estrada. También, por lo que he vivido de pequeña, te diría el folclore, que me gusta tenerlo presente. Me gusta tener esas melodías folclóricas en mente.

¿Un lugar imperdible de La Palma para usted?

Ahora mismo diría, por echarlo mucho de menos, Puerto Naos. Desconozco si actualmente está abierta, por todo lo que pasó con el volcán. Pero para mí es la playa con más magia y en la que crecí de pequeña.