Por Enrique Areilza*

Ilustración por Ilustre Mario

El tenis masculino acaba de iniciar un periodo de prueba durante el cual se va a permitir, con restricciones, la comunicación entre entrenador y jugador en los partidos. Seguro que hay quienes piensen que debería ser igual en otros ámbitos.

La asociación profesional de tenis ATP ha imitado al tenis femenino permitiendo que los entrenadores den instrucciones a sus jugadores durante los torneos. Como en todo, hay opiniones contradictorias al respecto. Por un lado, los que están en contra, como es el caso de Carles Moyá, argumentan que desvirtúa la esencia de un deporte en el que el individuo, y solo él, lo es todo. Y es cierto que es uno de los deportes más igualitarios, aunque no del todo, solo hay que mirar los costes de las academias, etc. Otro argumento de Moyá es que precisamente esta normativa beneficia a los tenistas con más posibilidades, ya que algunos no pueden permitirse llevar a su entrenador consigo por incapacidad económica. Cierto. Recientemente la tenista mejicana Fernanda Contreras Gómez ha jugado el torneo de Wimbledon sola, sin lujos de entrenadores ni preparadores físicos. En su caso la entrena gratuitamente Emilio Sánchez Vicario cuando acude a su centro de Florida.

Otros piensan lo contrario. Por ejemplo, Gilles Cervara hace las siguientes declaraciones: «Yo estoy más bien a favor, sobre todo para romper esta hipocresía en el ambiente y falta de consistencia con las sanciones a los entrenadores. A veces el juez de silla no se atreve, de repente al día siguiente se atreve por un coaching menos llamativo». No nos extraña su opinión teniendo en cuenta que entrena al díscolo de Medvedev y que en más de una ocasión se ha ido del palco por no aguantar los desprecios y aspavientos del ruso.

La ATP justifica su decisión porque con ello se tratará de «incrementar los momentos de intriga y cercanía para mejorar la experiencia de los espectadores». Es cierto que es atractivo desde el punto de vista del espectador, incluso cómico cuando el jugador haga lo contrario a la instrucción recibida, o trágico.

Esto me recuerda a Karate Kid, la primera, cuando en el combate final el chico dice que le dejen solo, que ni señor Miyagi ni leches. Y de esta idea me cuelgo para hablar del mundo no deportivo y me pregunto sobre las posibles analogías y diferencias. Como en el tenis, hay muchas situaciones de combate uno a uno. Momentos en los que los individuos compiten de forma directa, aunque en muchas ocasiones no igualitaria. Imaginen una negociación sobre el bonus anual o las condiciones para el año siguiente. Imaginen que se llevan a su coach personal a la negociación. ¿Ridículo? ¿Inteligente? ¿Retador? Con seguridad desconcentraría al contrincante. «Fulanito, le presento a Menganito, mi asesor personal en cuestiones financieras». Alucinas. O imagine que va a entrevistar a un candidato/a para su negocio y este se presenta con un coach en entrevistas de trabajo a modo de abogado penal que le indica eso de «no respondas a esa pregunta».

Quizás suena a chanza y no debería. De hecho, el método más extendido para enseñar y gestionar el liderazgo denominado «liderazgo situacional» nos instruye sobre cómo desarrollar esta competencia en nuestros mentorizados, indicando un camino de cuatro fases. La fase tercera del camino se denomina «entrenamiento» y se resume en una frase: «Hablamos y decidimos juntos». La cuarta y última fase se denomina «dirección» y se esquematiza con «hablamos, pero tú decides».

Es decir, que creemos y ponemos en marcha fórmulas de entrenamiento que quizás no permitiríamos para con terceros. Piense en la posibilidad de que los profesionales del retail lleven un pinganillo y reciban órdenes o consejos de sus entrenadores para ser más amables con usted y de paso hacerles un upselling (técnica de ventas por la que se induce al cliente a la compra de un artículo de precio superior), un cross selling (ídem para que compre, además del artículo solicitado, otro u otros complementarios a este) o cualquier otra técnica depurada de ventas para que el cliente compre más y más caro.

Otro aspecto que hemos analizado del tenis es relativo a su sistemática de aplicación: «Consistirá en palabras o frases cortas, pues no se permiten las conversaciones». Quiere esto decir que hay que ser eficiente en el lenguaje. Qué bien vendría esto en tanta reunión de empresa. Y, cómo no, a tanto jefe verbalizador. En este punto hemos hecho un análisis DAFO por idiomas. Para ello hemos recurrido a un estudio sobre la eficacia de estos realizado por la Universidad de Lyon. Dicho estudio mide la eficiencia de cada idioma mediante la relación entre información contenida y unidades de sílabas. Así, hay idiomas complejos como el vietnamita que con pocas sílabas trasladan alto contenido. En el lado contrario están el español y el japonés. Pero no se preocupen porque a falta de eficiencia buena es la velocidad. ¿Serán los entrenadores españoles capaces de decir lo mismo que los vietnamitas con muchas más palabras, eso sí, pero muy atropelladamente? Piensen qué entrenador lo hará mejor en la pista.

* Dream Team Executive Search.