Texto por Beneharo Mesa

Fotos por Rocío Eslava

Reus, junto con Tarragona, es una de las ciudades más importantes de la provincia y su característica arquitectura modernista la convierte en toda una ciudad museo que visitar. Una que vio nacer a Gaudí, máximo exponente del modernismo catalán, junto con Lluís Domènech i Montaner, de quienes conoceremos algunas obras gracias a un recorrido sencillo por Reus.

Comenzaremos nuestro itinerario por el carrer de Sant Joan, muy cerca del mercat central. Uno de los primeros edificios que encontraremos será la casa Rull, construida en el año 1900 por el arquitecto Lluís Domènech i Montaner, por encargo de Pere Rull i Trilla, notario de Reus. Este edificio es en la actualidad el departamento de cultura de la ciudad, aunque también ha sido empleado como archivo histórico y museo.

Tras la construcción del Institut Pere Mata, que fue la que llevó de Barcelona a Reus a Montaner, muchos integrantes de la burguesía de la ciudad quedaron fascinados con su obra y le encargaron a Domènech sus propias casas, pues el modernismo era el movimiento artístico en auge en la Europa de la época. No en balde, con permiso de Barcelona, Reus es una de las ciudades con mayor patrimonio modernista, que recuerda bastante al gótico y en el que se inspiran muchas de las obras del modernismo que se pueden apreciar en Reus. En este caso la casa Rull expone unos balcones floridos, un imponente león que se sitúa en su balcón esquinero y también símbolos de ley como escudos, espadas y balanzas.

Continuaremos el paseo dejando atrás la casa Rull y el antiguo hospital de Reus, siguiendo en línea recta por calle de Sant Joan y deteniéndonos nuevamente a apreciar la casa Grau, que identificaremos a simple vista sin problema. En esta construcción impera aún más el estilo floral, diferente al estilo arquitectónico de, por ejemplo, Gaudí. Esto se debe también a la tolerancia que podía tener el arquitecto ante las peticiones de su encargo, por lo que muchas se salían de lo establecido. En ese sentido, la casa Grau cuenta con unas ventanas redondeadas, impropias del modernismo catalán, pero familiares con el belga, y que se incluyeron porque el propietario estudió en Bruselas y las pidió.

Al final de la calle Sant Joan podemos tomarnos un pequeño descanso en alguna de las terrazas de la plaça de Prim, donde también se alza el Teatro Fortuny, inaugurado en el año 1882 e impulsado también por la burguesía reusense​. Desde este lugar de referencia nos dirigiremos hacia nuestra parada final: la plaza del Mercadal, a través del carrer de Monterols, una de las principales calles comerciales.

Los cafés y la gastronomía eran y son el centro neurálgico de esta plaza, en la que se hacen multitud de actividades festivas a lo largo de todo el año. Para comprender la influencia y el legado de Gaudí –que, cabría señalar, no llegó a realizar ninguna obra en Reus–, sería conveniente detenernos en el Gaudí Centre, un espacio cultural que recoge la vida y obra del artista. Este museo supone toda una visita didáctica en la que se explica el funcionamiento de las obras de Gaudí, puesto que cuenta con muchas réplicas o maquetas que acercarán al visitante durante, más o menos, una hora y media a la visión modernista del arquitecto catalán.

El broche de oro final a esta ruta por el modernismo de Reus es para la casa Navàs, que se encuentra a escasos metros del museo dedicado a Gaudí y que, dada su ostentosidad, se identifica desde que pisamos la plaza; de hecho, sus grandes ventanales fueron pensados para que los viandantes apreciaran parte de su interior. Al igual que con otras obras que hemos mencionado en este texto, la Casa Navàs cobró vida gracias a Lluís Domènech i Montaner. Sin embargo, Domènech esta vez no tenía un presupuesto cerrado, por lo que podía hacer prácticamente lo que quisiera.

Esta casa modernista antaño fue un comercio de distribución textil, y en su interior se pueden apreciar las principales características del modernismo: la naturaleza en sus paredes, suelo y techo; el uso del terreno o el empleo de menos materiales, y la historia y cultura del país. Y más allá de las hermosas y diferentes vidrieras, y los mosaicos romanos y venecianos, no hay palabras ni texto que hagan justicia a tan exquisita belleza.