Por Aarón Rodríguez
Fotografías por José Chiyah Álvarez

Fuerteventura es mucho más que dunas y arena. El interior de esta árida y serena isla, bañada por el sol y acariciada por el viento, alberga tesoros de enorme interés natural y cultural. La Vega de Río Palmas, originalmente un enclave agrícola rodeado de palmeras y manantiales, que constituía un granero para los habitantes de Betancuria, y lugar de peregrinación por antonomasia en la isla majorera, es uno de ellos.

Cada año, el tercer sábado de septiembre, miles de fieles procedentes de todos los rincones de la geografía insular se desplazan hasta este hermoso lugar para venerar a su patrona. No en vano, en las inmediaciones de la Vega se cuenta que se apareció la Virgen de la Peña, patrona de la Isla, a los frailes franciscanos Diego de Alcalá y fray Juan de San Torcaz, en un día que se pierde en los albores de la historia cristiana isleña. En recuerdo de ese sagrado acontecimiento, en el lugar conocido como Malpaso, se levantó una pequeña ermita que desde 1497 centralizó la veneración a la protectora de los majoreros, trasladada posteriormente a su actual hogar en el interior del pueblo. Nuestra ruta de hoy enlaza los dos santuarios, el primigenio y el actual, en un cómodo recorrido de apenas 3,5 kilómetros que transcurren por el hermoso desfiladero rocoso del barranco de Las Peñitas.

Iniciamos el itinerario en la iglesia de Nuestra Señora de la Peña y seguimos las señales del sendero de gran recorrido GR-131, que atraviesa la isla desde Corralejo hasta Jandía. Al cabo de 1,8 kilómetros, abandonamos este itinerario y tomamos el sendero local SL-FV 27, cuyas marcas nos conducirán hacia el barranco de Río Palmas y nos llevarán a lo largo de su cauce, repleto de vegetación autóctona, entre la que destacan especies xerófilas del bosque termófilo, del cardonal-tabaibal y del piso halófilo-costero, como pueden ser las palmeras canarias, los tarajales, los verodes y las tabaibas. Al cabo de un kilómetro alcanzaremos la presa de Las Peñitas, construida durante los tiempos de la guerra civil e inutilizada en la actualidad por la gran cantidad de sedimentos que la colmatan. El entorno constituye un magnífico refugio para las aves rapaces que perviven en la isla majorera. Bordeamos el embalse por su margen derecho, al pie de las Peñas del Alcalde y el Pico de la Aguililla, hacia el lugar en el que afloran los materiales geológicos más antiguos de la isla de Fuerteventura y, por ende, del Archipiélago: Malpaso. Aquí, entre riscos que resultan ideales para la práctica de la escalada libre, se levanta la antigua ermita. Un emplazamiento mágico, ideal para observar los últimos ejemplares de las aves más majestuosas que alguna vez existieron en el cielo de Canarias: los guirres. Tras disfrutar por un rato de este magnífico escenario, una de las múltiples maravillas que esconde la Fuerteventura más íntima y recóndita, regresamos sobre nuestros pasos al punto de partida.