Por Álvaro Morales
Fotografías por Rocío Eslava
Para muchos canarios y de otras latitudes, El Hierro es una debilidad telúrica, y pasar parte del año en su increíble combinación de naturaleza virgen, sosiego milenario y rincones inolvidables, una necesidad existencial. Sus habitantes conocen de sobra estas riquezas y son los primeros en disfrutar y cuidar sus perlas. El valle de El Golfo, en el municipio norteño de La Frontera, es una de sus joyas más espectaculares y dispone de zonas de baño, como el charco Azul, entre las diez mejores de las Islas. Sin embargo, también se hallan las piscinas naturales de La Maceta, cuyo valor añadido consiste en que es la mejor área de baño con amplia seguridad para toda la familia en una costa como la de El Hierro, escarpada, de fuerte oleaje en gran parte del año y con ausencia casi total de fina arena, si exceptuamos la espectacular cala roja de El Verodal o pequeños espacios en Arenas Blancas. La Maceta es un ejemplo perfecto de esos charcos recreados por el humano para aplacar la fuerza oceánica y facilitar el disfrute, sin atender a las edades, de un Atlántico que se deja sentir en este valle como en pocas zonas de Canarias.
En otros reportajes para esta revista sobre el litoral de El Hierro, hemos tratado de desmontar el mito de que este tesoro del Atlántico, esta isla que dignifica la palabra legendaria, carece de playas. La de El Verodal, con su inolvidable arena roja caída de la anexa mina de su montaña; la pequeña cala de Tecorón, que parece pedir a gritos ser el principal escenario de alguna película sobre náufragos; la playita del puerto de La Restinga; o bahías como la del Tamaduste (si bien es cierto que aquí hay menos arena) desmienten ese axioma y se ven reforzadas por numerosos charcos naturales o piscinas recreadas por el hombre para una oferta no solo más que digna, sino también sorprendente si se parte de esa premisa. No obstante, sí es verdad que, en varias zonas, resulta casi imposible toparse con algún área arenada para disfrutar del Atlántico. Una de estas partes de El Hierro es el, por otro lado, espectacular valle de El Golfo, en el municipio de La Frontera. Desde los roques de Salmor hasta algunas pequeñas zonas de Arenas Blancas, en la otra punta de El Golfo y ya pasado el balneario y el Pozo de la Salud (en Sabinosa), resulta casi imposible encontrar un metro cuadrado de fina arena. Y esto solo refuerza la relevancia de espacios como las piscinas de La Maceta, cerca de Las Puntas y Los Roques.
La Maceta es perfecta para toda la familia, aunque siempre conviene atender a la fuerza del Atlántico y a su oleaje porque el vaso principal de baño (cuenta con un total de tres de distinta profundidad y atractivos) suele desbordarse y moverse incluso peligrosamente con plenamar u océano bravío, algo habitual en esta vertiente norte, de litoral tan escarpado y volcánico. Cuando no, cuando prima la calma, este rincón resulta muy pero que muy placentero si, encima, acompaña el sol. Además, su amplia oferta de aparcamientos (también para discapacitados) y su entorno muy poco urbanizado, con pequeñas explotaciones agrarias salteadas, en las que sobresale el cultivo de la piña tropical, incrementan los atractivos para apuntarla como visita imprescindible en el valle.
Para llegar, basta con tomar la vía de El Matorral, bien viniendo desde Las Puntas, del balneario o desde el casco de La Frontera. Siguiendo las señales, los mapas o los orientadores de internet, debemos alcanzar la carretera de Los Arroyos, que nos llevará en su recta final a las piscinas. Al llegar a nuestro destino, y salvo que hayamos madrugado, enseguida comprobaremos que se trata de un referente turístico, pues siempre suele haber algunos visitantes con sus coches de alquiler o, incluso, guaguas. Esta afluencia crece si acompaña el astro rey y se multiplica en torno al mediodía o en los fines de semana y festivos veraniegos, cuando más presencia de herreños suele darse. El amplio espacio presenta diversas zonas como solárium. Aunque hay que tener cuidado con el musgo y los resbalones, sobre todo en los periodos invernales o primaverales, los baños suelen garantizar la seguridad, aunque aconsejamos limitarlos a los vasos y evitar el mar abierto por muy dormido que esté el Atlántico en ciertos días.
Si bien hay un restaurante o espacio concebido para un servicio así, no suele estar abierto, aunque la oferta gastronómica es rica en Las Puntas y el casco de La Frontera. Lo que sí suele haber es pescadores en las calas de callaos cercanas, con algunos que van en busca, expresamente, de las muchas morenas que habitan una costa muy rocosa. Asimismo, la visita se enriquece aún más con la opción de pasear por un largo sendero que enlaza con Las Puntas y que ofrece vistas y zonas volcánicas impresionantes. Con todo, y como se puede comprobar, se trata de un lugar más que recomendable y que es, sin duda, de los más visitados de El Golfo e imprescindible si se quiere gozar del océano en una isla que, aunque sí tiene playas y arena, necesita de estos sitios para compensar los muchos kilómetros en los que resulta casi quimérica esa combinación. Por lo demás, La Maceta no tiene mucho que envidiarles a otras piscinas recreadas y pensadas para todas las edades del Archipiélago. Solo queda que usted y los suyos lo comprueben en una isla que, insistimos, ha de visitarse al menos una vez al año.
DETALLES:
Ubicación: en el valle de El Golfo, en el municipio de La Frontera, cerca de Las Puntas y los roques de Salmor.
Socorristas: no.
Playa surfista: no.
Restaurantes: no, aunque amplia oferta en Las Puntas y el casco del municipio.
Baños: sí, pero no siempre disponibles.
Duchas: sí, pero no siempre disponibles.
Sombrillas y hamacas: no.
Adaptada para discapacitados: no en gran parte, aunque sí hay aparcamientos para este colectivo.
Aparcamientos: numerosas plazas anexas a las piscinas.
Transporte púbico: taxis y guaguas por la vía principal que atraviesa el valle y lleva al casco.
Perros: no es lo habitual, pero muchos sí los llevan para pasear por las zonas anexas.
Curiosidades: como ocurre con piscinas naturales similares, como las de La Fajana, el charco Azul (ambas en La Palma), el Pozo de Las Calcosas (en El Hierro) y otras, La Maceta cuenta con tres zonas de baño de distinto tamaño y profundidad, aunque suele primar la principal porque el agua se empoza más en las pequeñas, que habitualmente se sitúan más alejadas del mar abierto.