Por Aarón Rodríguez González

Fotografías por Rocío Eslava

Este mes viajamos hasta la isla de La Gomera para realizar una ruta larga y exigente, aunque variada y hermosa, que cruza barrancos, espacios protegidos y paisajes de ensueño y conecta dos de las localidades más importantes de la isla Colombina: la Villa de San Sebastián y Hermigua. Utilizaremos para ello el primer tramo del camino natural Costas de La Gomera.

Iniciamos el recorrido en la capital de la Isla, ubicada en la bahía que sirvió de escala y residencia temporal a la expedición de Cristóbal Colón en 1492. Marchamos en dirección a la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción y seguimos la señalización correspondiente al sendero de gran recorrido GR131 por la calle Orilla del Llano, una vía que abandonamos en la rotonda de La Hoya. Tomamos a continuación el camino que asciende por La Cabezada, la Jollada de las Horquetas, el Picacho Jaragán y la Punta del Jurón, alcanzando finalmente los Altos de Uteza. En todo el ascenso por la divisoria de aguas, las espléndidas vistas que encontramos a ambos lados nos proporcionan una excelente excusa para tomarnos un respiro.

Proseguimos a continuación hacia el caserío de Enchereda, ya en pleno corazón de la cabecera del barranco de Majona, que da nombre a uno de los espacios naturales protegidos más espectaculares de La Gomera. Se trata de una antigua dehesa comunal, desplegada por los barrancos de Majona y Juel, que hoy se ha convertido en un santuario de la naturaleza. Declarado Parque Natural en 1994, el aislamiento de este territorio ha favorecido la conservación de excepcionales valores botánicos y geológicos entre los que destacan muestras de pinar, tabaibal y bosque termófilo, incluyendo abundantes ejemplares de sabinas y acebuches, especies que tienen escasa representación en el Archipiélago.

En todo el recorrido por esta zona, además del fragoso y accidentado relieve gomero, percibimos en la distancia la figura rotunda de la isla de Tenerife, coronada por el majestuoso Teide, que se eleva al otro lado del estrecho canal que separa las islas de los amantes Gara y Jonay. Tras superar la Gollada del Raso, bordeamos la cuenca del barranco de Juel, abandonándola por el Roque Carballo.