Por Juan José Ramos Melo @JuanjoRamosEco

A las faldas del Teide y rodeando las zonas más altas de las islas encontramos uno de los bosques más singulares de las costas del Atlántico, el pinar canario. Un extenso bosque monocromático dominado por el pino canario, una especie exclusiva del Archipiélago que tan solo vive en las islas de Tenerife, La Palma, El Hierro y Gran Canaria. Un bosque adaptado al fuego que alberga una serie de especies de flora y fauna que han evolucionado durante millones de años hasta nuestros días.

El pinar canario está dominado por el árbol que le da nombre, el pino canario. Ocupa las zonas medias, entre los 1000 y los 2000 metros de altitud, llegando a cotas más bajas en las vertientes sur de las islas, donde el bosque es menos frondoso y los suelos son más áridos.

Ha evolucionado condicionado por el fuego; las frecuentes erupciones volcánicas durante millones de años lo han hecho resistente a los incendios que origina la lava de los volcanes. Además, las extremas condiciones meteorológicas determinan la vida en el bosque: los secos y calurosos veranos contrastan con los húmedos y gélidos inviernos, época en la que los fuertes vientos y las nevadas golpean con dureza en las zonas más altas.

Tras las primeras lluvias el amarillo de las flores del corazoncillo, el violeta del geranio canario y el blanco de los poleos y tomillos dan color al monótono y aparente inerte marrón que cubre el suelo durante todo el invierno. Toda una explosión de vida que atrae a infinidad de insectos voladores.

La corteza del pino es el hogar de escarabajos, chinches, tijeretas y un ejército de invertebrados especializados en la vida en el bosque. Algunos de ellos son comedores incansables de madera vieja y se encargan de descomponer los troncos muertos y convertirlos en nuevos nutrientes.

Bajo las ramas de los pinos, en aquellos lugares donde penetra la luz con holgura, el bosque está cubierto de jaras blancas, jaguarzos, escobones, tagasastes y codesos, todos ellos arbustos leñosos, lo que le da un aspecto más frondoso y lo hace un tanto impenetrable.

Al finalizar la primavera, cuando las hojas de pinocha comienzan a cubrir el suelo, el bosque se llena de bellos sonidos. Los pollos de aves adaptadas a la vida en el bosque, como los herrerillos norteafricanos, los pinzones azules y los picos picapinos, comienzan a revolotear entre las frondosas ramas; los adultos, mientras, tamborilean en los troncos y picotean las cortezas en busca de alimento que llevar a su descendencia.

Tras la conquista, los pinares de Canarias fueron talados en su mayoría, tan solo sobrevivió una proporción muy reducida en zonas muy abruptas y alejadas de los principales núcleos de población.

Sus maderas fueron utilizadas para la construcción de viviendas, iglesias, templos y barcos. La resina fue extraída mediante incisiones en la corteza para calafatear los barcos y así evitar que entrara el agua. Aún existen restos de los muchos hornos encargados de refinar la resina. Todavía la pinocha que se deposita en el suelo del bosque es utilizada como mantillo en las tierras de cultivos de platanera y otros frutales tropicales.

Los pinares de Vilaflor, Guía de Isora, La Guancha, Icod de los Vinos y los altos de la comarca de Acentejo, en Tenerife; Tamadaba, Ojeda, Inagua y Pajonales, en Gran Canaria; La Hoya del Morcillo, en El Hierro; y la Caldera de Taburiente, Tijarafe, Garafía y Puntagorda, en la isla de La Palma, son algunos de los más bellos y mejor conservados de Canarias. Estas zonas han sido dotadas de áreas de espaciamiento para todos aquellos que los visitan y quieran disfrutar de un día de ocio en medio de un bosque único de estas latitudes.

El pinar canario hoy juega un papel muy importante en la vida de nuestras islas: las acículas retienen la humedad de las nubes, que se precipita hacia el suelo, recargando el acuífero y proporcionándonos agua para nuestro consumo. Los incendios forestales, las talas de árboles, el cambio climático, las molestias a la fauna y una gran cantidad de actividades humanas condicionan el futuro de este bosque único.