Por Francisco Belín
Fotografía por Lorena Plasencia
Llama la atención la cantidad de confiterías en la geografía lusa, quizá por su tradición conventual. Treinta años atrás, Carlos Braz Lopes se dedicó a la gastronomía en el mercado de Santa Clara de Lisboa. Fusionó conocimientos con raíces de la repostería portuguesa y versionó una tarta que había probado en París, sin harinas ni levaduras. Alterna capas de merengue horneado (suspiro) con capas de mousse de chocolate, una con más intensidad de cacao y la otra más dulce. Allí la conocen como “la mejor tarta de chocolate del mundo”.