Aranzazu del Castillo Figueruelo
La sexualidad es un ámbito relevante en la vida de las personas. Tiene beneficios a nivel físico, psicológico y social. Todo individuo tiene derecho a experimentar una vida sexual saludable y satisfactoria. Por desgracia, no siempre ocurre así. Hablar de sexo no resulta sencillo, ni si quiera en la intimidad de la pareja. El silencio no solo complica las cosas, sino que a veces comporta situaciones de riesgo.
Una de las definiciones más empleadas para hablar de asertividad sexual sostiene que es la capacidad para iniciar la actividad sexual, rechazar la actividad sexual no deseada, así como negociar las conductas sexuales deseadas, el empleo de métodos anticonceptivos y los comportamientos sexuales más saludables. Ser una persona asertiva en el sexo implica responsabilizarse de la propia sexualidad, tanto de lo bueno, como de lo malo experimentado. Comporta actuar en el sexo de manera congruente a las propias creencias sexuales. Favorece una experiencia del sexo sana, responsable, placentera y satisfactoria. Supone añadir una pizca de razón a la pasión.
A veces por vergüenza o miedo a lo que pensará el otro, otras por falta de conocimiento del propio cuerpo y de lo que a uno le gusta, otras por educación o valores, otras por desinformación, etc. El caso es que con frecuencia no se expresa lo que uno piensa, siente o desea en la cama. Y el asunto no mejora cuando se trata de parejas estables. De hecho, la falta de asertividad sexual es un tema frecuente en terapia de pareja sobre el que pivotan otros muchos problemas de la relación. Saber decir no a prácticas que no nos apetecen o pedir aquello que sí nos gusta son solo dos ejemplos donde se pone de manifiesto la presencia o falta de asertividad sexual. Una comunicación clara y respetuosa con la pareja sexual facilita que la otra persona nos conozca mejor en esta área, al igual que nosotros a ella, favoreciendo una mayor satisfacción de ambos. ¿Cuál es el pero?
La asertividad sexual tiene un papel fundamental en la sexualidad humana. Su influencia recae tanto sobre la respuesta sexual, como sobre la satisfacción sexual en general. Por ejemplo, tanto en hombres como en mujeres, esta habilidad está relacionada de manera positiva con el deseo sexual. Además, parece ser que la asertividad de las mujeres predice el deseo sexual del hombre. Esto puede ser difícil de encajar en una sociedad donde predomina la doble moral. En muchas ocasiones, la mujer no es asertiva debido a que teme ser calificada de “zorra” si discute sus deseos sexuales o toma decisiones basadas en sus propias necesidades, cuando en realidad, se trata de un derecho legítimo de ambos miembros de la pareja. Por otro lado, la asertividad sexual también se relaciona positivamente con la satisfacción sexual y marital, con el número de orgasmos y, sobre todo, con la facilidad para alcanzarlo. ¿Quieres más?
Al margen de su influencia sobre el deseo y la satisfacción sexual, las investigaciones también han encontrado que la asertividad sexual constituye un importante factor protector ante experiencias de abuso, coerción y victimización sexual, así como ante conductas sexuales de riesgo. Esto es así debido a que podría servir como una estrategia eficaz para el bloqueo o disminución de peticiones sexuales no deseadas. Respecto a la prevención de conductas de riesgo, los estudios demuestran que las personas con mayor asertividad en esta área tienden a hacer un uso más consistente del preservativo, a tener actitudes más positivas hacia su uso, y a emplear estrategias más eficaces para convencer de su uso a la pareja. No es incompatible pasárselo bien y permanecer sano a nivel sexual. Solo hay que ser consciente de los riesgos, tomar precauciones eficaces y buscar los medios que garanticen y potencien el goce.
Un último apunte, ¿hay personas más propensas a ser poco asertivas? Las investigaciones han encontrado que una visión positiva de la sexualidad y algunas variables sociodemográficas podrían estar relacionadas con mayor asertividad sexual. Se trataría de personas con menor tendencia a mostrar doble moral, así como con mayor autoestima, una identidad sexual más positiva, actitudes más positivas ante el sexo, menos sentimientos de culpabilidad, menos actitudes sumisas ante la pareja y menor búsqueda de sensaciones, entre otros aspectos.