Por David Lorenzo
Ya en anteriores artículos se ha hablado sobre la agricultura en Canarias. Productos como la caña de azúcar, el vino, el tomate, el plátano, etc., permitieron un importante crecimiento comercial de las islas. Pero la real joya de la corona estaba en los puertos. Las relaciones mercantiles con varios países europeos y el Nuevo Mundo eran los que realmente suponían importantes beneficios económicos.
El comercio en Canarias se establece prácticamente desde el comienzo de la conquista. Aunque debía garantizarse primero que el mercado territorial estuviese abastecido (sobre todo de productos de primera necesidad), una vez cumplido este objetivo el resto se podía exportar a cualquier lugar del mundo.
Para garantizar la fidelidad de la colonia canaria se dieron muchas concesiones en materia mercantil. El comercio en Canarias era muy libre tomando en cuenta el proteccionismo económico de los Estados en la Edad Moderna. Se permitía nada menos que comercio directo con varios territorios europeos. Incluso, en caso de conflicto con un reino, el Imperio Español dejaba a los comerciantes canarios navegar con banderas neutrales y hacían la vista gorda en transacciones mercantiles con comerciantes del país en conflicto.
No hay que olvidar que la Corona también permitió a las islas la posibilidad de comerciar directamente con el principal mercado que tenía el Imperio: las colonias americanas. Este privilegio solo se producía en Canarias. El resto de ciudades de la Península debían pasar previamente por la Casa de la Contratación de Sevilla. Para regular este comercio se crearon los Juzgados de Indias en el siglo XVI.
Ante esta situación fue constante el conflicto con los comerciantes sevillanos, que luchaban para tener el monopolio total. Veían a Canarias como una competencia que limitaba en el Nuevo Mundo sus beneficios económicos. Por lo general y para acabar con el comercio en Canarias, desde la Casa de Contratación se afirmaba que en las islas existía mucho contrabando, lo que iba en contra de los intereses del Imperio.
Las quejas de la Casa de Contratación no eran generalmente escuchadas. En la Corte era conscientes de que el contrabando también era común en Sevilla y que se enviaban productos escondidos para sacar más beneficio. Además el Imperio Español siempre intentó ser muy cuidadoso con sus súbditos de la colonia, ya que era un territorio muy delicado.
Tan delicado era que apenas existió relación comercial directa con la Península. Igualmente había una gran cantidad de ciudadanos del reino de Castilla (andaluces, gallegos, etc.) y de Aragón (catalanes, valencianos, etc.) pero también los había, de manera destacada, de origen portugués, italiano, flamenco, inglés, etc. Esta mezcla cultural podía llevar a un conflicto de intereses. Se temía que si el Estado era demasiado rígido en las normas esto hiciera que los canarios eligieran formar parte de otro imperio.
El comercio en Canarias era algo sagrado y si no se respetaba esto podía hacer que se rompieran las relaciones entre España y el archipiélago. Generalmente en el mercado isleño se afirmaba que el libre comercio con Europa y el Nuevo Mundo garantizaba el crecimiento productivo de la región.
Este aspecto convirtió a las islas en un lugar diferenciado dentro del resto de colonias del Imperio Español. Que el comercio en Canarias fuera tan importante hizo que las políticas fueran más moderadas con las islas y que se permitiera un comercio menos controlado.
Para saber más.
- Macías Hernández, Antonio (1996) “Panorama histórico de la economía canaria (siglos XV-XX). En Cuadernos del Ateneo. La Laguna: Ateneo de la Laguna