Aranzazu del Castillo Figueruelo
Cada vez más pronto los niños leen blogs, consultan la Wikipedia, editan imágenes y vídeos, comparten documentos y chatean con sus amigos en el espacio virtual. Internet y las Redes Sociales están presentes en nuestra vida, no solo en los ordenadores de mesa y portátiles, también en tablets y smartphones. Este mundo digital tiene múltiples ventajas y ofrece oportunidades de comunicación, información y diversión a niños y adultos. Internet se ha convertido en un elemento fundamental de la vida.
Dentro de todo este boom cibernético han florecido los espacios 2.0, comunidades digitales que ponen énfasis en el contenido generado por el usuario y que facilitan a este la posibilidad de modificar la información y compartirla con los demás. Facebook, Twitter, Youtube, Linkedin, Pinterest, Instagram, Snapchat o Tinder son algunas de las más conocidas, pero la lista sigue y seguirá creciendo. Es precisamente detrás de esta faceta interactiva donde se esconden sus mayores riesgos.
Generalmente los padres tienden a adoptar posturas extremas respecto a este tema: o prohíben su uso o ignoran su existencia y “dejan hacer”. En lugar de demonizar Internet y las Redes Sociales y alejar a los hijos de estas, cosa que, por otra parte, es imposible, se debería acompañar al niño en su descubrimiento y educarle en el uso responsable de todo este mundo digital. La prevención desde la educación se convierte en la mejor herramienta para protegerlo de los riesgos.
¿Qué actitud debería tener respecto al uso que mi hijo hace de las Redes Sociales?
Como padres deberíamos adoptar una actitud de paciencia y escucha, que facilite la comunicación fluida y de confianza con nuestro hijo. Es importante conocer los riesgos que existen. Solo por nombrar algunos: cyberacoso, acoso entre iguales a través del uso de las TIC; sexting, extorsión a través del empleo de imágenes de contenido sexual del niño; o grooming, acciones de un adulto para ganarse la confianza de un menor y conseguir así un encuentro para abusar de él. No debemos, sin embargo, entrar en pánico y proyectar estos miedos en nuestros hijos. La charla sobre Internet y el uso que hacen o podrían hacer de este debería tenerse incluso antes de que el niño se inicie en todo este mundo y, una vez comienza, integrarla como parte de esas preguntas sobre el día a día que normalmente se hacen a los hijos (¿cómo te ha ido el día? ¿qué tal en el colegio? ¿alguna novedad interesante en Facebook?).
Lo importante es que esta conversación abierta y no punitiva con nuestro hijo nos permite estar al tanto de lo que hace durante el tiempo que está online (qué webs visita, cómo le afecta a su estado de ánimo, si ha tenido malas experiencias, etc.). Por otro lado, le ayudamos a tomar consciencia de su comportamiento online y le entrenamos en habilidad para autorregularse. Aun así, los límites externos también son importantes para que la relación con Internet continúe siendo sana. Es importante establecer horarios y tiempo máximo para su uso e implementar medidas como desconectar todos los aparatos a la hora de dormir. Como los niños son lo que ven, la mejor manera de enseñarles es haciendo nosotros mismos un uso responsable de las Redes Sociales, por lo que estos límites deberían ser también aplicados por los padres.
¿Qué precauciones se deberían tener a la hora de usar Redes Sociales? (aplicable a niños y a adultos).
Lo primero de todo es que deberíamos conocer qué aspectos de nuestro perfil son visibles a desconocidos y acceder a las opciones de privacidad de la Red Social para configurarla de manera segura. Normalmente, cuando nos registramos en una de ellas, por defecto el perfil se dispone como público, lo que quiere decir que cualquiera puede acceder a la información personal que hayamos facilitado.
Facebook y otras Redes Sociales tienen el riesgo de hacernos creer que tenemos muchos amigos. No te confundas, la mayoría solo son conocidos y algunos de ellos incluso desconocidos. ¿Qué te gustaría compartir de tu vida con estos últimos? Recuérdalo cuando recibas una solicitud de amistad y acepta solo a aquellos que previamente hayas conocido. Asimismo, evita usar la webcam para comunicarte con desconocidos y limita su uso a familiares y amigos.
Una de las ventajas y, al mismo tiempo, riesgos de Internet es que ofrece la posibilidad de difundir rápidamente un contenido entre un amplio número de personas. Esta característica nos recuerda que lo que se cuelga en la red, se queda en la red. Una vez compartes una información esta sigue circulando entre tus contactos y los contactos de tus contactos sin que puedas hacer demasiado para controlarlo. Por eso, piensa antes de publicar o compartir cualquier contenido. Escucha a tu instinto y si dudas o piensas que es poco fiable o humilla a alguien (p.ej., vídeos virales de acoso), mejor no lo compartas. Del mismo modo, evita comunicar información personal de tus amigos sin su previo permiso.
Otra medida importante y que mucha gente ignora consiste en evitar colgar fotos o documentos que informen sobre el lugar en el que nos encontramos o los hábitos que tenemos (p.ej. “cada mañana regreso a casa por el callejón oscuro X”). Son pistas perfectas para que un extraño entre en nuestra casa mientras estamos ausentes o para que sepan dónde encontrarnos en caso de querer hacernos daño. En relación con esto último, es fundamental que desactivemos el geolocalizador de nuestro dispositivo.
Si tenemos la mala suerte de cruzarnos con un cyberacosador que comienza a atacarnos en alguna de nuestras Redes Sociales lo mejor es que no respondamos a sus mensajes, pues es precisamente lo que persigue de nosotros. Es preferible bloquear sus mensajes, pero no borrarlos porque pueden servir de prueba en caso de que el asunto se complique; comunicar lo que ocurre en la web y, en caso de niños y adolescentes, informar rápidamente a un adulto.
Se podrían tomar otras muchas precauciones, pero, en definitiva, lo que debemos pensar es que el mundo on-line es una mera prolongación de nuestra vida off-line. Piensa que tu reputación en la primera va a influir sobre la segunda, por lo que compórtate en red como lo harías en la vida real, de manera auténtica y siempre con sentido común.
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