Fotografías por José Chiyah Álvarez

Considerado uno de los principales patrimonios culturales de Marrakech, el jardín Majorelle, diseñado por el artista francés del mismo nombre a principios del siglo XX, cuenta con una extraordinaria colección floral y un refinado diseño arquitectónico. En los últimos tiempos se ha convertido también en un lugar de paso para aquellos que quieren conocer más sobre el arte islámico y la cultura bereber.

Más de cuatro décadas necesitó el pintor y arquitecto francés Jacques Majorelle (1886-1962) para construir con gran dedicación y pasión el que hoy es el lugar más visitado de Marrakech. Hijo de un famoso diseñador de mobiliario art nouveau, Majorelle nació en la ciudad francesa de Nancy y a sus 23 años se trasladó a la ciudad marroquí. Aquí vivió hasta poco tiempo antes de su muerte.

Hotel Botánico

Su gran pasión por la botánica le llevó a adquirir un terreno en las afueras de la ciudad en el que mandó al arquitecto Paul Sinor crear una villa de estilo cubista para ubicar su residencia y su estudio-taller. El artista también diseñó un pequeño oasis en las inmediaciones, cuyo resultado fue un jardín con una combinación de una gran belleza arquitectónica –con balsas de agua, pequeños arroyos y fuentes para crear un ambiente de serenidad– y una representación de algunas de las mejores plantas proveniente de todos los rincones del mundo.

Tras varios años de abandono después de su muerte, el diseñador de moda francés Yves Saint Laurent y su pareja, Pierre Bergé, decidieron comprar el complejo y preservar el legado de Jacques Majorelle. Ambos iniciaron un proceso de renovación que culminó con la apertura del jardín a la ciudadanía.

“Hay un jardín en Marrakech por el que siento una verdadera pasión”, dijo Yves Saint Laurent tras conocer en primera persona la belleza de este enclave. Saint Laurent y Bergé también compraron la villa que Majorelle había diseñado y decidieron conservar el color azul que el artista francés había utilizado para pintarla, más conocido como “azul Majorelle”. Su idea era utilizar este color intenso y saturado que contrastara con el verde de la vegetación que se encontraba alrededor de la casa. En la actualidad, algunas partes de la villa siguen siendo de uso privado de la familia y, por tanto, no están abiertas al público.

Más de 300 especies de plantas

La gran variedad botánica de este jardín se une a la relajación y frescor que produce pasear y observar las plantas provenientes de los cinco continentes. Una gran parte del jardín está dedicada a una extensa colección de cactus, una de las pasiones de Jacques Majorelle. En la actualidad se pueden encontrar más de 30 variedades distintas, algunas de ellas importadas de los Estados Unidos.

Majorelle concibió este espacio como un lugar de tranquilidad y contemplación y por eso diseñó un pequeño oasis de grandes palmeras, la mayoría de ellas provenientes del Pacífico, África y también de las Islas Canarias. Las plantas acuáticas también tienen un gran protagonismo en este jardín, como los nenúfares o las flores de loto, provenientes de Asia y ubicadas en un estanque. Otro espacio de obligada visita es la sección dedicada los bambúes, que se presenta como una especie de bosque.

La cuna de la cultura bereber

La que un día fue la residencia y estudio del artista Majorelle alberga en la actualidad un museo dedicado a la rica y diversa cultura de las etnias autóctonas del norte de África. Cuenta con una colección de más de 600 objetos de las montañas del Rif propiedad de Yves Saint Laurent y Pierre Bergé, entre los que se encuentran textiles, esculturas, cerámicas joyas y alfombras.

El museo es también un lugar de divulgación donde conocer la historia, así como la localización de las principales tribus bereberes en el país. El complejo dispone de un café situado en las inmediaciones del jardín. Su uso es exclusivo para los visitantes y es un buen lugar para refrescarse o tomar un tentempié tras el recorrido.