Por Cristina Torres Luzón. Ilustración por Ilustre Mario

La discapacidad nos habla de una realidad que viven muchas personas en el mundo. Ellos y sus familias sufren muchas dificultades en su día a día. Conseguir una sociedad inclusiva, equitativa e igualitaria depende de todos, porque muchas veces las barreras mentales generan más obstáculos que las físicas. Todos, organismos y personas, podemos contribuir a destruir las barreras y desmontar las creencias para generar nuevos puentes y caminos que nos permitan avanzar.

Discapacidad es un concepto complejo que integra tres aspectos: las deficiencias que afectan a una estructura o función corporal; las limitaciones de la actividad, que son las dificultades para ejecutar acciones o tareas; y las restricciones de la participación en situaciones vitales.

En Internet existe un corto titulado El cazo de Lorenzo, de Isabelle Carrier, que nos habla de la discapacidad. Lorenzo tiene un cazo que representa una deficiencia. Las personas con las que se cruza lo miran diferente al ver su cazo: se extrañan, se asustan, lo rechazan… y así, sin darse cuenta, le hieren y lo aíslan.

Lorenzo trata de hacer las mismas actividades que las personas de su edad, pero su cazo le genera dificultades que le limitan. Esta situación produce que decida no participar y acabe aislándose.

Por suerte para él, hay una mujer que es capaz de mirarle con otros ojos que no son los del miedo y la extrañeza, y que ve más allá de la deficiencia. De este modo, le regala un pequeño zurrón que se convierte en el accesorio perfecto que permite a Lorenzo superar las limitaciones de la actividad y poder participar como uno más.

Esta mujer ve en Lorenzo y en su cazo otras capacidades que le enriquecen como persona. Saber verlas y potenciarlas hace que él vuelva a ser feliz y no se quede anulado. Además, ayuda a sus padres a entenderlo a él y a su cazo, facilitando un canal de comunicación y de unión.

Padres y familiares de personas con discapacidad se encuentran perdidas a la hora de saber afrontar y acompañar estas situaciones. Necesitan que el sistema sociosanitario presente un mayor número de profesionales de la psicología, el trabajo social, la enfermería, la terapia ocupacional, la fisioterapia… que puedan dar respuestas y soluciones.

Hace poco se empezó a hablar de diversidad funcional en vez de hacerlo de discapacidad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la diversidad funcional nos habla con una visión más optimista sobre las diferentes capacidades de las personas.

Actualmente, la OMS estima que en el mundo un 15 % de la población presenta algún tipo de discapacidad. En España, en la última encuesta sobre discapacidad, de 2008, se censó a 3,85 millones de personas mayores de seis años con discapacidad. El 59,8 % fueron mujeres y la limitación de la movilidad fue la discapacidad más frecuente.

Se clasifican en cuatro tipos: física o motora, cognitiva, sensorial e intelectual y una persona puede tener una o varias. La discapacidad se manifiesta en distintos grados.

El riesgo de padecer algún tipo de discapacidad aumenta con la edad. Además, quienes la tienen presentan mayor vulnerabilidad y un mayor riesgo de discriminación y exclusión.

A veces los sistemas sanitarios no están adaptados y presentan lagunas para ofrecer servicios de salud a personas con discapacidad. Un ejemplo son las mujeres con limitación de la movilidad, que no pueden ser exploradas en las camillas habituales de las salas de ginecología. Otras veces, los tiempos estipulados para cada persona son más que insuficientes para dar una atención de calidad a personas con alguna deficiencia que requieren un mayor tiempo en su proceso de comunicación.

Son obstáculos que las personas con discapacidad se encuentran en su día a día y a los que el sistema tarda en darles respuestas que le permitan a este colectivo tener las mismas oportunidades que el resto.

Debemos mejorar las condiciones de nuestro entorno para conseguir que sea apto para todas las personas que vivimos en él. ¿Alguna vez te has preguntado cómo podrías cruzar la calle si fueras ciego? ¿Y montar a tu hijo en los columpios si tiene reducción de la movilidad?

Cuestiones que la sociedad no se plantea y a las que les toca hacer frente a muchas personas, que sienten que por tener su cazo esta sociedad no les deja vivir como al resto. Todos, desde nuestro día a día, podemos plantearnos qué hacer para que este mundo sea más accesible. Generar nuestra aportación y contribuir para que pronto todos, independientemente de nuestro cazo, podamos vivir en igualdad.