Por Carlos Fuentes

El artesano Isidro Ortiz Mendoza es un maestro veterano del ancestral silbo y del tambor de La Gomera. Fundador del grupo Los Magos de Chipude, en el año 2009 recibió el Premio Canarias de Cultura Popular por su defensa continuada de los valores etnográficos tradicionales de la isla colombina. Desde esa atalaya vital que suponen 85 años de vida repartida entre la Isla y su querida Venezuela, Isidro Ortiz advierte del riesgo de que se pierdan las tradiciones populares y subraya la importancia de que las nuevas generaciones mantengan viva la llama de costumbres y usos culturales que, años y siglos atrás, marcaron la vida cotidiana de Canarias. Con él recorremos tres rincones.

Parque de Garajonay

En el primer lugar elegido por este maestro del silbo habitan muchas de las esencias de los gomeros como pueblo. En el Parque Nacional de Garajonay, ahora espacio natural protegido y antes lugar de encuentro de trabajadores del campo y el ganado. “Garajonay forma parte de la vida antigua de los habitantes de La Gomera, una parte que yo considero fundamental”, explica Isidro Ortiz Mendoza. “Aquí se producía mucha energía para hacer fuego y también para cocinar. De aquí salía mucha de la madera para construir las viviendas de los gomeros. El ganado se criaba en estos bosques. Yo lo vi y lo viví. Hacer carbón para vender en los pueblos costeros para calentar las casas en los inviernos”.

Asentamientos aborígenes

Otro de los lugares predilectos de Isidro Ortiz Mendoza tiene hondos vínculos con la historia antigua de los pobladores de La Gomera. Mejor dicho, con los antiguos habitantes de la Isla. “Aquí todavía se conservan las cuevas de los guanches, de los antiguos gomeros. En uno de estos asentamientos nació el liberador de La Gomera de la opresión feudal de los Peraza, Hupalupa, y aquí descansan los orígenes de nuestros ancestros”, recuerda el maestro del silbo. “Y también es un paisaje de valor incalculable porque desde algunos puntos de estas cumbres se puede contemplar panorámicas de los dos lados de la Isla”.

Valles de campesinos

Monte abajo, con el horizonte del mar como frontera azul dentro de la Isla, los pasos de Isidro Ortiz llegan a los valles donde la vida del campo construyó la sociedad de campesinos que tradicionalmente ha sido La Gomera. “En estos valles se asentaron los poderosos propietarios de tierras en toda la Isla. Son las zonas más propicias para la agricultura, incluso para los cultivos a gran escala para la exportación. Caña de azúcar, plátanos, tomates. Si las tierras de la meseta son más propicias para ganadería y para el cultivo de cereales, trigo, lentejas, chícharos, aquí en los valles todo el esfuerzo era para los frutales”.