Texto Galo Martín Aparicio

El Grao, el Turia, las huertas a la altura del puente del Mar, la albufera y las playas de arena de la Malvarrosa y el Cabañal le inspiraron para pintar al aire libre el reflejo de la luz del Mediterráneo en ellos, así como en cuerpos desnudos y mojados. Estos lugares indicados en un plano de Valencia representan la geografía emocional del pintor Joaquín Sorolla en su ciudad natal.

Pintó al aire libre, donde transcurría la acción y donde la luz reflejada en el agua, en las rocas y en los cuerpos mojados subrayaba el relieve y encendía el mar. Pintó escenas costumbristas luminosas, carnales, eróticas y otras que llevan por nombre el dolor que retratan sin hacer activismo por la causa, pero que invitan a la reflexión cuando se contemplan: Encajonando pasas¡Aún dicen que el pescado es caro!Otra Margarita, Trata de blancas y Triste herencia.

Las pinturas de Sorolla son una colección de postales de Valencia. Una promoción turística por medio de su arte de la que no se han hecho eco las tiendas de recuerdos de Valencia. Hay camisetas e imanes de nevera con la imagen estampada del retrato de Frida Kahlo y no con la de Joaquín Sorolla. El pintor nació el 27 de febrero de 1863 en el número 8 de la calle Nueva (hoy calle de las Mantas), una vivienda que en la actualidad es un edificio de apartamentos. La efeméride se recuerda con una placa de cerámica colocada por la falla Lope de Vega y que solo fotografían los grupos que trae hasta aquí María Hernández-Reinoso, quien mueve los hilos de MHR, empresa que organiza un recorrido cultural guiado que contextualiza a Sorolla en Valencia. 

Al quedarse huérfanos él y su hermana Concepción, se fueron a vivir con sus tíos maternos a la calle Don Juan de Austria, muy cerca del Teatro Apolo y la antigua calle de las Barcas, hoy calle del Pintor Sorolla. En esta calle se encontraba la Escuela de Artesanos, a la que fue el joven Joaquín para iniciar sus estudios de dibujo y pintura. A la par que descubría el Grao, el Turia, las huertas a la altura del puente del Mar, la albufera y las playas de la Malvarrosa y el Cabañal, lugares que le inspiraban para pintar al aire libre el reflejo de la luz en ellos, su tío le enseñó el oficio de cerrajero, que era como se ganaba la vida. 

En la Real Academia de Bellas Artes, entre 1878 y 1881, continúo sus estudios y conoció al padre de Clotilde, con la que se casó en 1881. Si el pintor se bautizó en la iglesia de Santa Catalina, la pareja se casó en la iglesia de San Martín. Antonio García, antes de ser su suegro, invitó a Sorolla a ver su estudio de fotografía, situado en la actual sede de Hacienda, muy cerca de la triangular plaza del Ayuntamiento, y en el que acabó coloreando fotografías. 

Con diecisiete años recibió de la Sociedad Recreativa El Iris una medalla de plata por su pintura Moro acechando la ocasión de su venganza y entonces pensó que podía vivir de la pintura. A partir de ahí todo fue muy rápido. A los veinte se le otorgó una medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes por su cuadro Dos de mayo; lienzo que pintó instalado en la plaza de toros de Valencia. Con veintiún años obtuvo una beca de la Diputación de Valencia para irse a Roma por El grito del palleter o El palleter declarando la guerra a Napoleón, pintura en la que se aprecian los escalones de la Lonja de la Seda, en la plaza del Mercado. Este cuadro se encuentra en el Saló Daurat del Palau de la Generalitat Valenciana y se puede ver concertando una visita. 

En el mencionado lienzo Triste herencia Sorolla pintó a un grupo de niños en el que había ciegos, enfermos de sífilis, tullidos y leprosos, acompañados de un religioso, en la orilla de la playa del Cabañal. Arenal junto al de la Malvarrosa, que Sorolla convirtió en uno de los motivos principales de sus cuadros. Por aquel entonces ambos lugares quedaban lejos de la ciudad y allí Sorolla instalaba su tenderete sobre la arena. Clavaba y anclaba su caballete, se rodeaba de telas para protegerse del viento y se cubría con una sombrilla o un sombrero de los rayos del sol.

El campamento se completaba con los útiles de pintura: unas cajitas portátiles con los tubos de colores, los pocillos de limpiar los pinceles, los pinceles largos para pintar a distancia, unas tablillas por si le hacía falta registrar una impresión rápida o nota de color y una silla de enea. Todo ese aparejo lo guardaba en la Casa del Bous, que era donde se refugiaban los bueyes, animales que tiraban de las barcas para sacarlas del agua. En la actualidad, el Cabañal y la Malvarrosa son dos antiguos poblados de pescadores en los que se conservan las casas de colores de estilo modernista popular y que dan nombre a las que se han convertido en las playas urbanas de Valencia. Donde antes había bueyes ahora hay veraneantes y un monumento que honra al pintor en la plaza de la Armada Española. La brasserie del hotel balneario Las Arenas lleva su nombre y está presidida por un cuadro suyo, La señora

Se fue de Valencia por los logros que obtuvo pintando temas históricos y no el reflejo de la luz del Mediterráneo, que era su inspiración y su obsesión. Murió lejos de Valencia, donde no volvió a vivir, en la localidad madrileña de Cercedilla, el 10 de agosto de 1923. Regresó a la ciudad en la que nació para ser enterrado en el cementerio general de Valencia.