Por Revista Binter
Ilustración por Capi Cabrera
Pepe Benavente (Santa Cruz de Tenerife, 1954) es un artista conocido y querido por todos en el Archipiélago. Un cantante que compaginaba su trabajo de soldadura en la refinería con su trabajo en las orquestas y verbenas. Hasta que finalmente consiguió dedicarse plenamente a la música. En las distancias cortas Benavente es como un libro abierto, cercano y campechano, también pasional a la hora de defender sus ideales. Benavente es todo eso y no por medio peso, precisamente, como dice su mítica canción, sino por defender a las orquestas y artistas de aquí.
¿Qué le diría el Pepe Benavente de hoy al que comenzaba en este mundo?
El secreto que me diría, quieras o no, es la televisión. Yo fui muy viral cuando el tema de Quiero ser como Pepe, gracias a la Televisión Canaria. Tú puedes ir a una radio veinte veces, pero una imagen aquí en Canarias vale más que mil palabras. Yo, ni en los mejores de mis sueños pensé, con dieciocho años –que fue cuando empecé con las orquestas–, que una cosa así me sucedería. Y aquí estoy. Disfrutándolo cada día. Y deseando que lleguen no los fines de semana, porque ya toqué lunes, martes, miércoles, jueves descansé, pero seguí viernes, sábado, domingo. Antes era viernes, sábado y domingo y ahora es casi todos los días. Canarias está llena de fiestas. Y me siento orgulloso de estar en algunas de las más grandes.
¿Y no se cansa? Tanto fuego escalda hasta al diablo…
No sé… Es que cuando llegas a los pueblos la gente corre hacia a ti a darte un abrazo o un beso; aunque vayas un poco cansado, siempre dices «vale la pena». Vale la pena estar aquí, en esto. Me he planteado dos veces dejarlo. Nunca pensé tampoco el tirón que me daría la canción de Quevedo, el que fuera a estallar como estalló. Yo he versionado temas de todo: Despacito, Felices los cuatro, La mordidita de Ricky Martin, el Vamos a la playa. Todo ello en merengue. ¿Quién me iba a decir a mí que el Quédate…? La verdad es que ha sido tremendo. Ahora estoy con Turizo, y siempre renovándome. Y hay una cosa que yo diría en un titular: renovarse o morir. Y creo que me he renovado –creo…–. Porque cuando pasó la pandemia, que los mayores por miedo no me iban a las plazas y si iban lo hacían enmascarillados, la juventud toda venía. Claro, tú a la juventud no puedes tocarle un vals, pasodoble, porque… Ahí dije «aquí hay que reinventarse».
¿En qué momento se planteó dedicarse plenamente a la música?
La música es lo de siempre: comida pa hoy y hambre pa mañana. En Canarias. No es así con el que viene de fuera. A mí me da mucha rabia cuando comparto escenario con gente que viene de fuera y cobran más que yo, hasta unas siete veces más. Y eso me da mucha pena. Hay dinero para la gente de fuera, pero no para la de aquí. ¿La culpa? La gente dice que son las productoras. No lo sé, porque algunas productoras con las que he trabajado me han hablado con el corazón y me han dicho «yo cobro el veinte por ciento», pero no lo sé. Puede ser mentira o puede ser verdad. Porque un veinte por ciento de mil doscientos euros… no sé cuánto sale. Pero lo que yo no puedo concebir es que yo cante con un Carlos Baute, como estuve en Los Cristianos, en los carnavales, y se lleve el nota once mil euros y a mí me paguen ochocientos. Me parece muy fuerte. Muy injusto. Hoy los músicos de las orquestas están muy mal pagados. Sale un músico desde su casa desde las seis o la siete de la tarde y llega a las tres o las cuatro de la mañana a su casa por ciento veinte euros. Eso no es dinero, amigo. No lo es para profesionales de la música. Aquí tenemos muy buenos músicos y hay muy buenos cantantes. Cuando dicen que los canarios estamos aplatanados, ahí lo estamos. Ahí deberíamos todos formarnos en revuelta y decir «no, si a este le pagas cien, a mí me pagas lo mismo o al menos noventa y cinco». Porque no es lo mismo alguien que venga de fuera y llena estadios.
Para usted entonces no es una cuestión de caché.
Cuando yo voy a un sitio estoy toda la noche, y la gente que está allí lo sabe, cantando. Aquí viene un artista de fuera y hace un concierto de hora y media, pero te garantizo que se pega más de media hora hablando entre todo el concierto. Y la gente cantando. Yo no lo hago así con mis canciones. Y luego entre canción y canción va pasando el tiempo, termina el concierto y cobran un caché que te cambas. Y eso me duele en el corazón. Llevo cincuenta y tres años encima de los escenarios, después de que soy adulto, que empiezo en 1970. Son cincuenta y tres años viendo y pasando muchísimas cosas aquí. Ahora mismo uno de los cantantes que más están trabajando, por supuesto, soy yo. Pero también me lo he currado. A mí nadie me ha regalado nada. Te puedo enseñar un montón de placas o reconocimientos y todo eso ha sido sacrificio. Cuando lo de La Palma hice cinco actos. Muchísimas veces me llaman para recaudar fondos para un niño o lo que sea. Ahí siempre va a estar Pepe Benavente. Y busco el momento, aunque tenga otra cosa. Llamo a la productora o a quien sea y se lo comento. No quiero faltar jamás. Lo que doy con una mano Dios me la da con otra. Ese es mi mensaje siempre. Y han sido muchas horas en la calle con treinta euros en el bolsillo y volver a casa con menos. ¿Quién hace eso? ¿Los de fuera? No creo. Ellos vienen, cobran y ya está. También hay artistas que les han pagado porque han tenido sus buenos representantes; por ejemplo, José Vélez, gran amigo mío. Artistas que admiro mucho. Lo que pasa es que José Vélez vive más fuera que aquí. Muchos artistas tienen que irse fuera porque aquí esto no tiene valor ninguno. Y no digamos los grupos de aquí. Yo no, pero porque a mí me va quedando poco. Estoy a lo mejor un año más y sanseacabó. Voy para setenta años y creo que ya va siendo hora. También es verdad que la pandemia nos hizo polvo a todos. Me cogí hasta una depresión. Fueron un año y cuatro meses sin hacer nada y eso quieras o no te pasa factura. El verte encerrado sábados y domingos, pasar dos finales de año, que yo no sé lo que es partir un año en casa. Pero bueno, siempre que me hacen una entrevista abogo y lucho porque algún día se haga justicia con los cantantes y músicos de aquí.
«Disfruto de la vida haciendo lo que hago»
Le quería preguntar lo peor de la profesión, pero parece que ya lo ha dicho. ¿Qué es, entonces, lo mejor?
Lo mejor de mi profesión es ser reconocido y sobre todo querido. Donde quiera que voy, sea cualquier isla a la que vaya, es bajarme del coche y ya están pidiéndote una foto. Todo eso lo declaro como un cariño de la gente. Lo mejor que le puede pasar a una persona es que le quiera la gente. Y lo peor ya te lo he comentado. Pero, ojo, aquí estoy. Creo que no lo he ganado mal. Si me das a escoger entre ganar más pero que la gente te quiera menos, yo prefiero que la gente me quiera. Lo mejor que te puede pasar en la vida, y lo vuelvo a repetir y lo digo con el corazón, es ser reconocido y querido en esta tierra.
Hablaba antes de retirarse, pero dicen que un artista nunca se retira como tal.
El día que me retire será el día que me muera. Porque…, vamos a ver, muchos compañeros míos de cuando trabajaba en la refinería, todos están retirados y yo estoy aquí, vigente. Y yo los veo y la verdad es que los veo… más acabadillos. Pero bueno, yo ni fumo ni bebo y eso, quieras que no, te guarda bastante salud. Ya tragué bastante humo en la soldadura. Entonces…, pa’lante siempre.
Pero hace un rato dijo que le quedaba quizás un año más.
Es que siempre lo digo. Un año antes de que empiece el otro. Ya viene cuando empiece el año siguiente. Vamos a ver qué ocurre en 2024. De lo que sí tengo ganas es de disfrutar más de la vida. Yo disfruto de la vida haciendo lo que hago. Pero hay gente que está detrás, como mi esposa, mis nietos, mis hijas, que salen a comer y dirán «ños, falta papá». Y eso te duele.
Recientemente lanzó la canción Amanecí sin ti con Lass Sugas y Bejo. ¿Cómo se dio eso?
Se pusieron en contacto conmigo y grabamos la canción en el verano del año pasado. Esa canción quedó ahí, me gustó pero quedó un poco en el olvido. Y hace unos meses me llamaron para grabar un videoclip en la Punta del Hidalgo. Y cuál fue mi sorpresa cuando vi que a la gente le ha gustado muchísimo. Lo que pasa que es un género para jóvenes. Lo reconozco: es la música que tengo que cantar, pero en realidad no es la que a mí me gusta cantar. La canto porque los pibes me la piden. «Canta la de Bejo» y venga, la cantamos.
¿Se cansa de sus canciones más míticas?
No. Jamás podría decir eso. El gallo me ha dado muchísimas alegrías. He estado en la península nada más que por esa canción.