Por Raquel Álvarez

Fotografías por Lilia Ana Ramos

Existen muchas playas referentes del surf en Canarias. Algunas, incluso, de fama mundial. Sin embargo, casi desde que comenzaron a extenderse las tablas por las Islas, hay una en el norte de Tenerife que no solo ejerce de capital de esta disciplina en la comarca, cuenta con una de las primeras escuelas municipales de este deporte y acoge campeonatos relevantes a distintas escalas, sino que permite ejercer actividad tan espectacular y plástica cerca de cuatro parajes protegidos que desatan imperiosas ganas de defender mucho más la naturaleza. Rambla de Castro, Los Campeches, Tigaiga y el barranco de Ruiz justifican de sobra una excursión por esta parte del municipio de Los Realejos y poco importa que la célebre panza de burro del valle de La Orotava tenga especial querencia por este rincón. Además, si el océano está en calma, sobre todo en verano, cuando la bajamar regala metros y metros de fina arena negra volcánica y cuando el sol abrillanta la postal, se transforma en una joya de playa que, de hecho, siempre ha tenido cierto espíritu familiar y, por lo general, unos cuidados servicios que le han valido numerosas banderas azules y otros reconocimientos.

Si le gusta el surf, suele practicarlo y se encuentra por el norte de Tenerife, resultaría extraño que no conozca ya la playa de El Socorro, en el municipio de Los Realejos. Si esas condiciones se dan y nunca ha acudido, sin duda está tardando. Pero si lo que busca, sea de esa isla, de cualquier otra o de fuera, es una cala enmarcada en algunos de los parajes protegidos más bellos de Tenerife, entonces cualquier duda debería disiparse al instante. Bajar hasta El Socorro o disfrutar del lugar desde la arena o el agua regala estampas tan marcadoras para los amantes de la naturaleza y las vistas que, si se siente entre ese tipo de personas, ya estaría apuntando esta excursión como prioridad inmediata porque Rambla de Castro, Los Campeches, Tigaiga y el barranco Ruiz merecen por sí solos una excursión de un día y hasta repetir con cierta asiduidad.

Sin embargo, esta playa es mucho más. De hecho, y frente a muchas calas con fama de surferas, tiene casi idiosincrasia de playa familiar, sobre todo para los realejeros y residentes en la comarca del valle de La Orotava o cercanías. Y es que, en verano, la arena se agiganta en bajamar, los periodos de aguas en calma permiten baños espectaculares en las zonas con menos oleaje y corrientes, los servicios llevan años siendo muy completos –de ahí las numerosas banderas azules que le concede la UE– y la sensación general es que merece la pena de sobra la visita si, encima, el sol alegra las caras y calienta las horas.

Para llegar, hay que coger la autopista del Norte (TF-5) y dirigirse a Los Realejos hasta enlazar con la carretera general que lleva a la Isla Baja. Por supuesto, también se puede acceder desde esa zona del noroeste, desde Garachico, Icod o el vecino municipio de San Juan de la Rambla, con lo que solo tenemos que hacer caso al cartel que anuncia El Socorro a la derecha tras pasar por algunos de los parajes citados, como el barranco de Ruiz, y varios túneles. Si se viene desde el valle orotavense, alcanzaremos el barrio realejero de San Vicente, atravesaremos su conocido túnel, pasaremos junto al espectacular espacio de Rambla de Castro, con dos playas vírgenes que emergen en verano y hacen las delicias de los más intrépidos y naturalistas (Castro y La Fajana), y pronto tendremos el enlace hacia El Socorro a la derecha con la vista previa y más que impactante (para bien) de esta franja del litoral norteño.

Es cierto que la célebre panza de burro del valle, esas nubes que sirven de sombrero por simple condensación del aire en muchos casos, tiene un poquito más de querencia de lo que sería deseable por este rincón que por otros de la comarca. Pero, incluso con su presencia, la zona es un tesoro, y un pecado no visitarla si se está cerca o se tiene tiempo. El resto del año no tanto, pero en verano sí que hay problemas para aparcar cerca de la arena porque las plazas no están muy acordes con lo que atrae la playa a surferos, bañistas o hasta gente mayor que solo quiere pasear y disfrutar de la arena mojada o caliente. Esto hace que muchos tengan que dejar sus coches en la pronunciada bajada y sufrir luego un poco al subir, pero el placer restante compensa de sobra el pequeño esfuerzo.

La arena está presente todo el año, aunque es verdad que en invierno y con las mareas más fuertes, esas que incluso ahuyentan a los surferos más temerarios, se reduce por los extremos y se saltean algunas piedras en la zona superior o central. En verano y en bajamar, incluso hasta los meses de octubre y noviembre, la playa generalmente multiplica su extensión y también sus visitantes, que cuentan con baños; duchas; un restaurante cercano (en el extremo izquierdo según se mira al horizonte); un puesto para bocadillos, helados o bebidas; socorristas; y otros esmerados servicios. Incluso con mar bueno, hay que extremar el cuidado porque las corrientes son fuertes todo el año y porque, salvo en las mareas totalmente dormidas, siempre aparecen algunas olitas que pueden dar un susto poco apetecible. No obstante, es en estos días cuando El Socorro luce sus mejores galas. Para paliar colas y problemas de estacionamiento, el Ayuntamiento ofrece taxis a precios asequibles para bajar desde el resto del municipio, aparte de haber líneas de guaguas públicas frecuentes.

La presencia del Consistorio se nota también en la escuela municipal de surf, que mima la cantera de esta disciplina para que las tablas, al menos las locales, nunca dejen de verse desde lejos en estas aguas. Además, la playa acoge diversos eventos durante todo el año, como cine al aire libre, recibe a muchos parapentistas, celebra campeonatos de surf y es visitada por amantes en busca del arrullo atlántico. Y todo, encima, junto a una postal deliciosa con cuatro parajes protegidos dignos de eso, de seguir protegiéndolos.

DETALLES:

Ubicación: en el noroeste del municipio de Los Realejos, en el norte de Tenerife, y cerca de los parajes protegidos de Rambla de castro, Campeches, Tigaiga y Barranco de Ruiz

Socorristas: sí.

Playa surfista: sí, referente en la comarca y las Islas.

Playa nudista: no.

Restaurantes: uno en la parte izquierda de la cala, así como un puesto habitual para bebidas, bocadillos, helados… en la zona central del último tramo de la vía de acceso, junto a los aparcamientos en batería.

Baños: sí.

Duchas: sí.

Sombrillas y hamacas: no es un servicio habitual.

Adaptada para discapacitados: sí, en ciertas zonas.

Aparcamientos: no, temporalmente el paso solo es accesible para peatones debido a las obras de acondicionamiento en la carretera.

Transporte público: guaguas y taxis a precios asequibles en colaboración con el Consistorio, principalmente en la etapa estival.

Perros: no.

Curiosidades: la presencia justo encima de la playa de fincas de plátanos y casas antiguas, algunas explotadas por el turismo rural, hace que algunos visitantes, sobre todo turistas, busquen la típica foto con una piña o algún plantón. Además, los hay que piensan que se puede acceder a Rambla de Castro atravesando el cabo, pero no, no es nada recomendable.