Texto por José María Gil

Fotografías por Ángela Cuervo

«Llora como una mujer lo que no supiste defender como un hombre». Es una de las citas más conocidas sobre Granada. Una supuesta frase que la madre de Boabdil el Chico dijo a su hijo cuando cedió las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos. Unas palabras que ahora muchos historiadores desmienten, pero que todos relacionamos con el territorio nazarí.

Lejos de la historia y lo que ha quedado atrás, no son pocos los que lloran al marcharse de Granada. Es un sitio que marca, tanto si has vivido una larga temporada como si has estado solos unos días.

No es para menos. Solo con alzar la vista desde muchos de sus puntos nuestra mirada quedará fascinada por la Alhambra. El majestuoso palacio, de herencia árabe, es uno de los monumentos más visitados de España y se quedó a las puertas de ser una de las siete nuevas maravillas del mundo.

Bajando por la propia Alhambra encontramos el paseo de los Tristes. Bañado por el río Darro, es uno de los emplazamientos más emblemáticos, desde donde puedes observar la propia Alhambra iluminada y dar un paseo con encanto.

Y qué decir de caminar por los barrios del Albayzín y Sacromonte. El primero, con miradores que dan a todos los puntos geográficos. Allí podemos observar el horizonte, los atardeceres, las montañas blancas de Sierra Nevada, toda la región de La Vega y un sinfín de vistas preciosas desde sus calles empedradas.

En el Sacromonte podrás visitar las famosas casas cuevas. Familias enteras viven bajo la montaña y pasean su arte flamenco por toda la ciudad. Tablaos, bares y restaurantes con esencia, incluso el lugar en el que llegó a actuar Lola Flores, la Faraona.

Dicho paseo lo puedes culminar en la abadía del Sacromonte o en la ermita de San Miguel Alto, en la que podrás vislumbrar toda la ciudad en un ambiente mágico.

Bajando de las alturas, existen lugares preciosos en la zona llana del antiguo Reino de Granada. Su catedral, enclaustrada entres las calles del centro, es digna de admirar tanto desde dentro como desde fuera. Además, podrás maravillarte con lugares como la capilla Real, los monasterios de la Cartuja y San Jerónimo y la basílica de San Juan de Dios.

Punto y aparte son su gente y sus maravillosas tapas. Anonadados quedan muchos cuando a su bebida la acompaña una tapa sin gasto adicional. Algo que sorprende a propios y extraños y hace que comer fuera sea muy rentable en sus negocios. Por no hablar de la conocida malafollá, con la que los granadinos y granadinas tiran de picaresca para parecer bordes, a la vez que puedes leer entre líneas que en realidad solo quieren hacerte sentir como en casa.

Los amantes del mundo islámico disfrutarán sus calles con tendencia árabe y podrán encontrar un zoco en la Alcaicería o en las calles de las teterías. Y es que Granada sigue teniendo esa influencia, a pesar de que los musulmanes dejaran la península en 1492.

Sierra Nevada

La nieve. Es imposible no verla desde casi cualquier punto de la provincia. Miles de turistas esquían por los lomos blancos de Sierra Nevada bajo las atentas miradas del Veleta y el Mulhacén, cuyos picos son alcanzados por otros tantos visitantes, que pueden incluso pernoctar en los refugios de su cima para contemplar uno de los mejores amaneceres del mundo.

En Pradollano podrás hospedarte, convivir y disfrutar con personas que comparten tus gustos en cualquier época del año.

La Alpujarra

Si les das la vuelta a los montes nevados, encontrarás una de las zonas con más idiosincrasia de nuestro país, donde se erigen localidades con nombres gallegos como Pampaneira y Capileira. Muchos fueron los que se escondieron en estos lugares en épocas de guerra, haciendo que con el tiempo surgieran varias localidades con el premio de «Uno de los pueblos más bonitos de España».

Además, en ciertas partes los forasteros recibieron el nombre de brujos, lo que desencadenó que Soportújar fuera conocido por ello, adornando sus calles con monstruos y personas mágicas, dignos de cuento, y creando la leyenda de que antaño se hacían aquelarres en sus calles.