Por Saioa Arellano

Cuando decidimos hacer un viaje de fin de semana, buscamos que el destino sea lo más versátil posible, que esté lleno de contrastes, historia y cultura, que nos permita introducirnos en el día a día del lugar y poder vivir cada experiencia como uno más. A Coruña es ese lugar.

Históricamente es una ciudad abierta al océano Atlántico, que fue habitada por celtas, fenicios y romanos; estos últimos fueron los hacedores de la Torre de Hércules, que recibe este nombre de la mano de Alfonso X, quien relaciona la torre con la victoria de Hércules sobre Gerión. A día de hoy este faro es el único romano que queda en funcionamiento en todo el mundo y es también Patrimonio de la Humanidad desde el año 2009. Dentro del paraje de la torre se encuentra la rosa de los vientos, que representa la mitología celta del Atlántico norte, cuyos países celtas están representados en todas sus puntas. También representa la leyenda del hijo de Breogán, que desde la torre divisó Irlanda a lo lejos y decidió ir a conquistarla, aunque fracasó y murió a causa de una emboscada. Si sigues en línea recta hacia el norte desde esta rosa de los vientos, a novecientos kilómetros tendrás Irlanda.

Para entender A Coruña es imprescindible pasear por la ciudad vieja, donde, entre calles, iglesias y casas maravillosas, podrás sumergirte en el mundo medieval y barroco. En estas calles se encuentran el Archivo del Reino de Galicia, la Casa Museo de Emilia Pardo Bazán y la colegiata de Santa María, además de la plaza de María Pita, que lleva este nombre para recordar a la mujer que en 1589 se enfrentó a las tropas inglesas que querían atacar A Coruña. Esta plaza fue la elegida para albergar el ayuntamiento de la ciudad, un enorme y precioso edificio de 1918 del arquitecto Pedro Mariño. La plaza está presidida por una estatua de la propia María Pita que, cuando la miras, no te deja indiferente. Caminar por las calles de A Coruña es hacerlo por la ciudad donde hace un tiempo vivieron Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán, María Pita y Concepción Arenal.

Si salimos de la plaza del ayuntamiento nos encontramos de lleno con la marina, o A Mariña, como la llaman los gallegos. Aquí es donde empieza el paseo marítimo, que tiene trece kilómetros de longitud y envuelve la ciudad, pues el punto final es Portiño, al otro lado de A Coruña. El paseo invita a recorrerlo a pie o en bicicleta.

En A Mariña nos encontramos con el puerto deportivo, que durante todo el año está lleno de veleros (una actividad muy practicada en A Coruña), yates e incluso cruceros. Este lugar congrega a todo tipo de personas: familias, deportistas, amigos… Justo detrás del puerto está una de las mayores obras arquitectónicas de la ciudad: las cristaleras o galerías. Junto con la Torre de Hércules, son uno de los emblemas de una urbe elegante. Estos edificios albergan en sus galerías una vida que transcurre entre cafeterías y restaurantes que miran el ir y venir de las embarcaciones del puerto. Todos ellos tienen su origen en las antiguas casas de pescadores, que al dejar pasar el sol formaban una cámara térmica que además protegía la fachada de la lluvia y unían visualmente el interior con el exterior, permitiendo la calidez en invierno y el fresco en verano. Las que hoy vemos tienen su origen en el siglo XIX.

En su historia más reciente A Coruña se ha convertido en una ciudad modernista con toques de art nouveau, combinado con el estilo propio de la ciudad. También es un lugar donde la cultura está muy presente, con numerosos artistas, obras, exposiciones…, y eso lo ha convertido en uno de los destinos más deseados por los turistas, que quizás buscan un lugar donde poder empaparse de su historia, pero donde también poder consumir cultura.