Texto por Beneharo Mesa

Ilustración por Capi Cabrera

Darío López (Icod de los Vinos, 1981), aparejador de profesión, comenzó a subir vídeos a internet prácticamente en los albores de las redes sociales. Sus creaciones audiovisuales son particularmente conocidas por reflejar distintas situaciones cómicas con señas identidad canaria. López, junto con su productora Palante Producciones, siguió subiendo vídeos y eso lo ha llevado a ser uno de los cómicos más conocidos del Archipiélago en la actualidad.

¿Cómo comenzó su historia con Palante Producciones?

La parte más visible de Palante, lo que se ve delante de las cámaras, lo que es la presencia mía…, digamos que es algo que en el mundo artístico es intencionado, buscado; el estar delante de un escenario o una cámara. En el caso mío ha sido una consecuencia, un accidente, un daño colateral que surgió de mi propia inquietud en la creación audiovisual, sobre todo en la parte técnica. De todas maneras, estamos hablando de 2006. En aquel entonces la cultura audiovisual a la hora de crear algo para luego compartirlo no tiene nada que ver con cómo es a día de hoy. Estábamos en pañales. Entonces… [para por un momento de hablar], a veces yo me enrollo muchísimo, Beneharo.

No se preocupe, a mí me gusta que el entrevistado desarrolle.

Yo lo que veo es que te queda un curro… Porque vas a tener que simplificar. Bueno, lo que decía. La primera grabación que yo hago de Palante Producciones fue para verla en familia o incluso para verla yo, porque no estaba esa cultura de hacer algo en vídeo para compartirlo. En esa época el concepto social del contenido era otro. Lo que hice fue sacarme a mí mismo varias veces en escenas y creé tres hermanos ante diversas situaciones.

Si no me equivoco, se llamaba La caseta, ¿no?

Eso es. La caseta es el origen de Palante. Recuerdo que fue mi hermano el que lo vio y me dijo «esto está muy bien, tenemos que compartirlo». Pero no había redes, solo una plataforma conocida como Google Videos y que posteriormente acabó siendo YouTube. El acto revolucionario es pensar que en el contenido creativo se podía tener interés más allá del entretenimiento propio y que la gente tuviera ganas de verlo. Y eso al final fue lo que motivó a seguir creando y haciendo vídeos. Podría haber hecho uno o dos vídeos y haberlo hecho en familia y haberme quitado esa espinita que tenía yo. Pero cuando lo compartes y a la gente le gusta y lo comenta, pues dan ganas de seguir. Y así ha sido hasta hoy.

Por lo que me cuenta, tenía inquietudes creativas. ¿Sigue teniendo a día de hoy las mismas ganas de crear?

Sí. Dentro del proceso creativo, el tener una idea, grabarla, diseñarla, son procesos creativos paralelos. La parte de la creatividad la sigo teniendo, en el día a día surgen muchas ideas, pero lo que hay es poco tiempo para ejecutarlas frente a todas las ocurrencias que pueda tener. Pero sigo disfrutando mucho del proceso. Cuando tengo una idea que me gusta la apunto y hasta la celebro como «esto va Palante». La creatividad y la inquietud siguen estando intactas. Sí es verdad que lleva un trabajo que hasta ahora hemos llevado bien, no sabemos por cuánto más podremos hacerlo, por cómo evoluciona todo y la manera de consumir los contenidos. El consumo de los multimedia cada vez es más flash.

Tik Tok está pegando fuerte.

Sí, incluso hasta la simplicidad de un tuit o de un meme. Puedes tener una idea que esté guapa, con la que te lo pasarías bien haciendo el vídeo, grabándolo, editándolo, pero es verdad que cada vez más en el día a día importa la inmediatez que tiene la broma que estás haciendo. Yo lo que intento con eso es no perder el foco de dónde me lo paso bien (en el proceso de elaboración), independientemente de que tenga más o menos llegada popular. Hay que conocer la relatividad que tiene el hecho de que se consuma más o menos algo y también, al menos para mí, el disfrute personal en todo el proceso.

¿Por qué Palante?

El nombre viene por el propio sentido que tiene la palabra palante, es un concepto que es optimista, de ánimo y a que las cosas caminen. También fue porque en esos primeros vídeos que se creaban para verlos en un contexto familiar, nos surgían algunas dudas como ¿qué estamos haciendo? Entonces el término palante servía para coger confianza y decir «oye, vamos a mandarle a esto. Venga, vamos palante». Y la verdad es que nos ha seguido sirviendo durante todos estos años para que en todos los proyectos que nos metemos, con el tiempo y dedicación que eso conlleva, los cojamos con más ganas porque el nombre nos impulsa. También, por otra parte, he sido siempre muy celoso de diferenciar la persona del personaje, y firmar los trabajos audiovisuales con el nombre de una productora me deja a mí en un perfil en el que lo que ves es un personaje, no es Darío López. La firma Palante Producciones te podrá gustar más o menos, pero de esa manera me siento yo menos expuesto. Y pensando también en que mi primera inquietud no era coger yo, Darío López, el foco y el protagonismo, sino que el trabajo audiovisual sea el centro de todo.

 ¿Cómo lo lleva a la hora de trabajar con marcas?

Lo habitual con las marcas es que se dirijan a Palante porque buscan los vídeos propios, en los que no se intenta vender algo. Nos dan libertad creativa y margen para proponer y poner sobre la mesa ideas y luego terminan de validar si es algo acorde a lo que se quiere promocionar. Tenemos la ventaja y el privilegio de hacerlo sin que venga impuesto, de lo contrario no lo haríamos, salvo que fuese algo que casase mucho con cómo somos. Si vemos que nos llega algo que no tiene encaja pues simplemente decimos que no, porque afortunadamente nos lo podemos permitir.

Ha hecho teatro, también tele, y siempre ha estado en redes. ¿En qué espacio se siente más cómodo?

Las redes son el hábitat natural de Palante, porque nacimos ahí, pero sí es verdad que con el paso del tiempo el momento de descubrir el escenario y el feedback de la gente… Porque, claro, en los vídeos ves los comentarios o los me gusta, pero no tienes la risa o el aplauso en tiempo real. Y eso lo da el escenario y me ha enganchado de una manera importante. Es algo que hago de manera bastante puntual, y lo sigo dosificando porque mi vida me lo permite de esa manera, pero lo sigo disfrutando muchísimo. Un encuentro con el público siempre me da un chutazo de energía muy guapo. La tele es audiovisual, pero es otro medio. No lo controlo; me desenvuelvo, pero ahí estás en manos de más gente.

¿Cómo son sus funciones en el teatro?

Los espectáculos de Palante llevan un poco al escenario ese ADN digital y jugamos mucho con proyecciones y vídeos y hacer participar al público. Los espectáculos son un cajón de sastre en el que caben muchas cosas, pero el último que tenemos, Evolucionando, es uno que pretende ser como un documental. No está teatralizado tal cual, es un monólogo clásico, pero sí sigue una línea que sirve para justificar todo lo que contamos: anécdotas personajes, montajes y paridas varias sobre la idea de la evolución del humano.

Igual esta pregunta está muy manida o es casi filosófica, pero ¿qué es para usted el humor? ¿Cómo lo definiría?

La verdad es que ahí te la mandaste… ¿Qué es para mí el humor? Pues, hombre, ahí nos movemos también en las dos vertientes de persona y personaje. El humor es como una excusa. No, espérate, porque si lo vas a escribir esto tiene que quedar bonito [ríe]. Lo que te quiero transmitir, a ver si encuentro las palabras, es que con el humor nos ocurre lo mismo que cuando hablábamos de ponerle a este proyecto el nombre de Palante. El humor yo entiendo que es la gasolina de…, bueno, la verdad es que al precio al que está, pues entonces sería algo caro. En fin, el humor es el combustible o la energía que nos permite y que me ha permitido a mí en todos los sentidos y durante toda mi vida avanzar. Por muy mal que esté el día o cómo esté el contexto social o familiar, el humor es como una balsa salvavidas que nos permite ver la luz, ver lo positivo. Si hay una sonrisa significa que hay esperanza y que las cosas pueden salir. Yo creo que va por ahí, no sé cómo lo vas a escribir…

Lo voy a poner tal cual lo ha dicho.

Vale, a mí mientras se entienda el concepto de lo que he querido decir, genial.

Sus vídeos llegan mucho por sus expresiones y otras cosas representativas de los canarios. Sin embargo, ¿cree que el canario es un poco acomplejado consigo mismo?

A mí me parece que el uso de esas referencias o de esas formas muy próximas a nuestra idiosincrasia por las que se identifican las piezas y la mayor parte del trabajo de Palante es una consecuencia de lo que yo he ido mamando de chico. Me he criado en un entorno rural, en el norte, en un caserío, en el que pasábamos muchas horas conversando con los mayores y nos trasladaban muchos valores. Entre ellos estaban esas expresiones o ese carácter. Lo que a nosotros nos parece esto (prefiero usar el plural cuando hablamos de Palante) es que no es más protagonista esa expresión o el cómo se usa para hacer comedia, sino que se diga en el día a día, de manera natural. Sin forzarlo y contar lo que queremos contar y de la forma que nosotros hablamos. Total, que me preguntaste una cosa y me fui por donde me dio la gana…

No, hombre, precisamente quería ahondar en eso porque Palante casi podría decirse que hace una labor divulgativa de nuestras expresiones, entre otras cosas.

Bueno, yo me pierdo un poco, en el sentido de que tengo la referencia de los chicos míos en casa, dos niños de cuatro y siete años, y ellos hablan como escuchan y mucho de ello es audiovisual que no es generado en Canarias. Por ejemplo, el otro día me decía uno: «¿Esto es de maíz?» y yo contestaba: «Sí, es de maíz, pero es millo también». Justo les explicaba eso, me gusta que sepan que las dos formas son correctas, pero la que normalmente utilizamos es millo, de toda la vida. Si dices maíz no está mal. La verdad es que hay un debate ahí interesante con eso. No creo que sea algo generalizado tampoco el canario acomplejado, pero sí existe.