Por Cristina Torres Luzón

Ilustración por Ilustre Mario

A lo largo de la vida, nuestros huesos pueden pasar desapercibidos, pero son uno de los vehículos imprescindibles para sostenernos en el camino. El modo en que los tratemos desde pequeños va a influir en el riesgo de enfermar o mermar nuestra calidad de vida. Conocer los cuidados que requieren y ponerlos en practica desde jóvenes es la mejor manera de prevenir la osteoporosis.

El sistema óseo de una persona adulta está formado por 206 huesos y es el encargado de darnos sostén y permitirnos el movimiento. Sin embargo, no está exento de enfermar, y una de las patologías más conocidas es la osteoporosis. El hueso es un tejido vivo que continuamente se está renovando a través de la reabsorción y creación de tejido nuevo.

Llega un momento en la edad adulta, alrededor de los cincuenta años, en que este proceso pierde su equilibrio y existe más destrucción que regeneración del hueso. Esta alteración hace que el hueso aumente su porosidad al perder mineralización, lo cual produce una mayor fragilidad y un mayor riesgo de fractura.

Dependiendo del grado de pérdida de densidad ósea podemos presentar osteopenia, cuando es un grado menor, u osteoporosis, cuando la pérdida es mayor. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido dichos criterios con base en el grado de densidad ósea obtenido a través de una densitometría ósea.

Generalmente, estamos ante una enfermedad silente, lo cual hace que muchas veces no se diagnostique hasta la aparición de fracturas osteoporóticas, que son aquellas que pueden producirse en cualquier localización de forma espontánea o tras un mínimo traumatismo. Las localizaciones más frecuentes suelen ser cadera, columna vertebral y muñecas.

Entre los síntomas que aparecen una vez que se cursa la enfermedad se encuentran la pérdida de estatura, el dolor de espalda por vértebras fracturadas o aplastadas, la postura encorvada, las articulaciones dolorosas, la rigidez y las fracturas.

Los factores de riesgo son bastante amplios: la edad, el sexo femenino, antecedentes familiares de osteoporosis o fractura de cadera, baja ingesta de calcio, déficit de vitamina D, hábitos tóxicos como el sedentarismo o el tabaquismo, ingesta de determinados fármacos como los glucocorticoides, litio o heparina, o padecer enfermedades que afectan a dicho metabolismo como son la diabetes, el hipertiroidismo o la celiaquía, entre otras.

Cabe destacar que las mujeres, tras la menopausia, presentan un mayor riesgo de osteoporosis debido a la ausencia de determinadas hormonas. Durante los primeros cinco años de menopausia se puede llegar a perder de un 2 % a un 6 % anual de masa ósea.

¿Cómo podemos tratarla una vez que aparece? Dos de las principales herramientas para hacerlo se basan en la realización de ejercicio físico y la ingesta de una alimentación rica en determinados nutrientes. Hábitos saludables que deben instaurarse desde bien pequeños para prevenir mejor esta enfermedad.

El ejercicio de fuerza, con un determinado impacto y practicado de forma regular ha demostrado ser eficaz en el tratamiento y la prevención de esta enfermedad, ya que permite preservar o mejorar la densidad ósea, además de aumentar la masa muscular, protegiendo huesos y articulaciones.

Diferentes estudios científicos muestran cómo el sedentarismo aumenta el riesgo de fracturas, frente a la práctica regular de actividad física, que reduce este riesgo, previene esta enfermedad y mejora el efecto de los tratamientos farmacológicos para combatirla cuando ya se padece.

Antes de iniciarse en una actividad física debemos ser valorados por un profesional que nos asesore y nos guíe para sacar el máximo rendimiento y evitar lesiones por una mala práctica. Por ejemplo, cada persona va a necesitar una carga determinada dependiendo de su edad, de su condición física o del grado de osteoporosis u osteopenia.

En lo que se refiere a la alimentación, es importante saber qué tomar y qué no tomar para prevenir y mejorar esta enfermedad. De esto nos habla la nutricionista, farmacéutica y psiconeuroinmunoendocrina @mariarealcapell en su cuenta de Instagram, indicando que es necesario el consumo de determinados alimentos que son fuente de fósforo, calcio, vitamina K, omega 3, fitoestrógenos, silicio, prebióticos, proteínas, magnesio y vitamina D.

Por otro lado, dentro de nuestra alimentación debemos evitar la ingesta de alcohol, el exceso de café o sal, las bebidas gaseosas, los aceites vegetales refinados, así como el consumo excesivo de carne, ya que esta acelera la pérdida de calcio por vía renal.

Ahora ya conoces las claves para mantener sanos tus huesos y prevenir su enfermedad. No olvides inculcar estos hábitos a tus seres queridos para conseguir que todos tengan una buena densidad ósea en su organismo.