Por Cristina Torres Luzón

Ilustración por Ilustre Mario

Gran parte de nuestra vida es posible que elijamos compartirla al lado de una persona que consideramos especial. Caminar en compañía es una oportunidad que nos permite que encontremos en la relación de pareja un compañero de viaje con el que poder disfrutar y sacar el máximo partido a nuestras vivencias.

No hay dos iguales. Las relaciones personales son tan variadas como personas hay en el mundo. Una misma persona puede experimentar diferentes formas de relacionarse en pareja con base en la sinergia que se acaba creando con la otra persona.

Fuera del plano amoroso quizás resulta más fácil ver cómo, dependiendo de la persona con la que nos relacionamos, afloran unos rasgos u otros de nuestra personalidad. Hay personas con las que nos resulta más cómodo expresar nuestros sentimientos, organizar actividades o compartir una velada.

Posiblemente, todos conozcamos personas que experimentan una y otra vez las mismas parejas infructuosas, con las que se repiten patrones de relación dañinos que están destinados a fracasar. En cambio, en el momento que toman conciencia y aprenden de esos errores, pueden disfrutar de otro tipo de relaciones, generando nuevas experiencias que permiten vivir de forma más saludable la relación.

Una de las claves para poder conseguirlo se basa en que ambas partes gocen de equilibrio personal y bienestar emocional. Si en nuestra mochila de vida arrastramos traumas, desconfianza, inseguridades…, muy probablemente todos los puertos donde acabemos atracando desemboquen en conflictos.

Limpiar nuestra mochila es posible gracias al crecimiento personal, que nos permite tomar conciencia de quiénes somos y qué esperamos de una relación de pareja. Nos ayuda a conocer nuestros gustos e intereses, así como nuestras debilidades y límites. Además de aprender a empatizar y a comunicar nuestras necesidades y emociones.

Acudir a terapia suele ser cada vez más frecuente. Muchas personas hacen uso de este recurso antes y después de terminar una relación. Debemos saber que también existe la posibilidad de ir a terapia de pareja. De esta forma, ambas personas apuestan por resolver los conflictos y problemas por los que están atravesando y que están dando lugar a que se deteriore la relación. En este caso, el crecimiento personal se hace de manera conjunta.

Uno de los problemas habituales que se producen en las relaciones de pareja es la falta de equilibrio entre dar y recibir. A veces por miedo a perder al otro uno acaba perdiéndose en la relación. Tener conciencia de ello es esencial para evitar naufragar en relaciones tóxicas o simplemente en relaciones en las que uno deja de ser él mismo para tratar de complacer al otro.

Por otro lado, está el problema de idealizar al otro. Es un error que arrastramos y que nos ciega de la verdadera vivencia del amor. Inconscientemente, desde pequeños, a través de cuentos de príncipes y princesas, hemos ido construyendo en el imaginario la idea de la media naranja, una idea de la pareja falsa y dañina.

Tan importante es saber mantener relaciones satisfactorias como reconocer aquellas que resultan perjudiciales. Debemos huir de toda relación en la que no exista el respeto, en la que la forma de comunicarnos se base en violencia y desconfianza, en la que uno acaba anulándose por miedo o deseo de agradar al otro. El desconocimiento o la inexperiencia de lo que es una relación sana nos puede hacer confundir o minimizar el riesgo real de una relación tóxica.

Somos conscientes de que no existe la perfección ni la relación idílica. Toda pareja transita periodos de crisis que ponen a prueba los cimientos de la relación. En estos casos el orgullo es uno de los principales enemigos que se suelen presentar, ya que puede entorpecer esas oportunidades necesarias de reconexión con el otro; momentos de honestidad en los que cada uno debe aceptar su parte de responsabilidad, reconociendo los fallos para poder solventarlos y seguir avanzando.

Por último, no debemos olvidarnos de cultivar la relación. Cualquier planta que queremos que crezca y florezca necesita de un mínimo de cuidados. Busca espacios de intimidad donde poder compartir y conoceros, prepara pequeñas sorpresas como notas en el frigorífico o detalles inesperados. Las cosas más valiosas no son las más costosas, sino las que nacen del corazón y la espontaneidad.