Por Julia Laich

San Sebastián es una de esas ciudades que se guardan para siempre en la memoria: es, probablemente, una de las más bonitas de España. Su costa ondulada, su arquitectura variopinta y su infaltable oferta gastronómica hacen de ella un destino predilecto para quienes visitan el País Vasco. Además, cuenta con una gran ventaja: su tamaño permite recorrerla a pie en un día para conocer sus imprescindibles.

San Sebastián –Donostia en euskera– es la capital de la provincia de Guipúzcoa y la única entre las tres del País Vasco que mira directamente al mar. Su costa, sus montes y sus diferentes barrios cuentan con joyas y rincones que la hacen especial y atractiva para los viajeros. Tiene historia y es glamurosa, es bulliciosa en verano y tranquila en invierno, es un despliegue gastronómico y un escaparate arquitectónico. Proponemos a continuación un recorrido ordenado, que comienza por el monte Igueldo y acaba, no en vano, en la Parte Vieja.

Monte Igueldo

San Sebastián tiene tres montes principales: Igueldo, Urgull y Ulia. Comenzamos por el primero, que se alza en el extremo izquierdo de la bahía de La Concha. Se puede llegar hasta allí en coche, bus o funicular (en funcionamiento desde 1912). Desde la parte alta del monte se observan probablemente las mejores vistas de la ciudad.

Bahía de La Concha

Descendemos y nos dirigimos hacia el Peine del viento, obra de acero del escultor Eduardo Chillida. Si la marea está revuelta, el visitante se encontrará allí con una divertida sorpresa. Desde aquí caminamos bordeando la costa en dirección al monte Urgull, disfrutando de la playa de Ondarreta, la isla de Santa Clara y los jardines de Ondarreta.

Cuando la playa llega a su fin, encontramos en las alturas un edificio de estilo inglés: el Palacio de Miramar. Vale la pena subir para admirar las vistas y sus cuidados jardines. Para aquellos que dispongan de más tiempo, también es una buena idea adentrarse en el Barrio Antiguo.

Volvemos a la costa y continuamos la caminata por la playa de La Concha, quizás la más conocida, visitada e ilustrada de Donostia. En ella no solo el mar y la arena son los protagonistas, también diferentes edificaciones: La Perla, el Hotel Londres y el ayuntamiento, que pone fin a la playa.

Monte Urgull y Gros

Seguimos nuestro camino, dejando el ayuntamiento a la derecha y dirigiéndonos hacia el pequeño y pintoresco puerto. Nos encontramos aquí ante el monte Urgull, donde se alza la estatua del Sagrado Corazón. Se puede hacer la subida, pero esta vez lo bordeamos por la zona baja, a través de un paseo tranquilo que invita a admirar la inmensidad del océano. Llegamos así al puente de Zurriola, que nos lleva al Kursaal, palacio de congresos y auditorio, obra de Rafael Moeno, cuya arquitectura rompe con lo romántico de los edificios que hemos dejado atrás. Es buen momento para abandonar la costa por un rato y adentrarnos en Gros, el barrio más joven y de moda de la ciudad, para comer algo.

Playa de la Zurriola y puente de María Cristina

Terminada la merecida pausa, volvemos al mar. Bordeamos la playa de la Zurriola, hogar de surferos, hasta el final, donde encontramos la Paloma de la paz, obra de Néstor Basterretxea. Retrocedemos lo andado hasta llegar nuevamente al puente de Zurriola, aunque esta vez no lo cruzaremos. Caminando hacia el interior podremos observar en la orilla opuesta cómo se alzan majestuosos el Hotel María Cristina –nombrado en honor de la reina del mismo nombre, personaje clave en la historia de la ciudad– y el Teatro Victoria Eugenia. Pasamos también por el puente de Santa Catalina y nos dirigimos hacia el más llamativo de todos: el puente de María Cristina, inaugurado en 1905.

Centro y Parte Vieja

Cruzamos y nos adentramos en el centro de la ciudad para recorrer sus animadas calles y visitar, entre otras cosas, la catedral del Buen Pastor y el Mercado de San Martín. Al caer la tarde llegamos a la Parte Vieja, donde destacan la plaza de la Constitución, el Boulevard y la iglesia de Santa María. Llegados a este punto, es hora de la cena. Nada mejor para poner fin al recorrido que los pintxos del Borda Berri, la txuleta del Néstor y la tarta de queso de La Viña.