Por María Pérez

Infinitas siluetas de colores pardos, negros y rojizos. La vista no alcanza a atisbar su fin. Son las huellas de los volcanes que en el siglo XVIII otorgaron a Lanzarote una identidad paisajística única. Pero que no se engañen nuestros ojos: pese a la aparente aridez de su superficie, la Isla rebosa vida en todos sus puntos cardinales. En este texto, recorreremos la Isla de norte a sur y pararemos en algunos puntos que pueden visitarse en tan solo un fin de semana.

Romanos y fenicios la conocieron. En ella vivieron, durante más de 2000 años, los majos, un pueblo de ascendencia bereber que subsistía gracias, sobre todo, a la pesca y el pastoreo. La isla de Lanzarote es hoy un tesoro de fuego, en el que conviven en armonía la modernidad y la tradición, el arte y la naturaleza. Aunque cada rincón en ella es único y merece ser visitado, a continuación proponemos algunos de los lugares que reúnen esa amalgama de culturas y expresiones históricas y artísticas que conforman una isla realmente singular.

Mirador del Río

Este espectacular balcón hacia el Atlántico y el archipiélago Chinijo es una muestra de las tantas creaciones del artista César Manrique, en las que supo conjugar a la perfección el arte con la naturaleza isleña. La atalaya, de unos 400 metros de altura, se ubica en el risco de Famara, en el norte de la Isla, y ofrece unas vistas impresionantes de La Graciosa y de las salinas del Río, las más antiguas de Canarias.

Famara

Tras admirar el mar desde las alturas, toca poner los pies en la arena dorada de la playa de Famara, custodiada en uno de sus extremos por el acantilado del mismo nombre. Se localiza en la vertiente oeste del municipio de Teguise y desde aquí se puede ver uno de los mejores atardeceres de la Isla. Además, su oleaje y el viento la convierten en un enclave ideal para practicar actividades como surf o windsurf.

Teguise

Primera capital de la Isla, el municipio de Teguise atraviesa Lanzarote de este a oeste, y en su casco histórico, declarado bien de interés cultural, permanecen edificaciones levantadas en los últimos cinco siglos. Entre ellas, la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, la Casa Spínola y los antiguos conventos de Santo Domingo y de San Francisco de Miraflores, cuyas paredes, junto con las de las otras casas de la villa, forman un gran manto blanco sobre el suelo volcánico.

Parque Nacional de Timanfaya

En la ruta hacia el sur de la Isla, un paisaje de volcán y ceniza forma una paleta de colores extraordinaria que se extiende hasta la costa. Se trata del Parque Nacional de Timanfaya, el primero de todos los parques españoles de carácter predominantemente geológico. Las imponentes formas que hoy se observan en él son el resultado de las erupciones volcánicas ocurridas en los siglos XVIII y XIX.

La Geria

El Paisaje Protegido de La Geria se localiza en la zona central de la Isla, donde los suelos formados por los fragmentos de lava o lapilli –procedentes de las erupciones del siglo XVIII– se utilizan para el cultivo de la vid. Aquí, hoyos de más de dos metros de profundidad salpican un entorno de gran singularidad y contrastes, del que surgen vinos únicos y deliciosos como el reconocido malvasía.

El Lago Verde

A unos pocos metros de la costa del municipio de Yaiza, en el suroeste de Lanzarote, la población de El Golfo ofrece una de las tantas peculiaridades naturales de la Isla: el Lago Verde o charco de Los Clicos. Formado en el cráter de un antiguo volcán y rodeado de la negra arena de la playa, las algas presentes en el fondo le otorgan su característico color verde y crean una postal mágica.

Los Hervideros

 

El último punto de la ruta es un auténtico espectáculo de la naturaleza. Las coladas de lava y la erosión del mar han creado en esta zona un conjunto de cuevas y bufaderos conectados por los que se escapa el agua con fuerza cuando el mar está embravecido. El sonido bajo las cuevas y los grandes saltos de las olas sobrecogen y fascinan a todo el que lo contempla.