Por Cristina Torres Luzón

Ilustración por Ilustre Mario

Los últimos meses han sido difíciles para todos. Nuestra mente y nuestro cuerpo necesitan desconectar y relajarse. Ahora que llega agosto, el mes vacacional por excelencia, nos toca aprender a vivirlo con seguridad, adaptándonos a esta nueva realidad. Podemos disfrutar de las oportunidades que se encuentren a nuestro alcance bajo la premisa esencial de las normas de prevención.

Viajar es un hecho casi inseparable del concepto de vacaciones. Este año, la situación de pandemia nos hace valorar aún más esta posibilidad y plantearnos qué hacer. El miedo, que está siendo una de las emociones predominantes en esta crisis, no puede ser nuestro motor de decisión.

La prudencia, en cambio, se convierte en la llave apropiada para tomar nuestras elecciones. Además, contamos con tres herramientas que nos ayudan a preservar nuestra seguridad y nuestra salud: el distanciamiento social (mínimo de 1,5 metros), la higiene continua de manos (teniendo precaución con el empleo de hidrogeles y la exposición al sol) y el uso correcto de mascarillas.

Existen muchas opciones a la hora de viajar, pero siempre tendremos que estar acompañados de las normas de seguridad para cada ocasión. Un ejemplo es el uso responsable de las playas, donde debemos cumplir la distancia de seguridad tanto en la arena como en el agua, al igual que la de nuestras pertenencias con el resto de la gente.

Debemos respetar y cumplir los aforos, las señalizaciones y las normas de cada sitio. Los diferentes organismos tienen publicados en sus páginas web infografías y folletos informativos sobre los requisitos para cada evento. Si hacemos un uso responsable podremos deleitarnos de las riquezas que nos ofrece nuestra geografía.

En los últimos meses nos hemos familiarizado con el SARS-CoV-2 (COVID-19) y su sintomatología. La aparición de forma brusca de un cuadro de infección respiratoria que puede ir acompañado de fiebre, dificultad respiratoria, tos y dolor de garganta nos hace sospechar que podemos estar infectados. También la presencia de vómitos, diarrea, dolores musculares, dolor torácico, cefalea, pérdida brusca de olfato o gusto… pueden ser considerados síntomas de sospecha de infección de esta odiosa enfermedad.

Por ello, lo primero que debemos tener presente al iniciar nuestras vacaciones es que ante la aparición de alguno de estos síntomas en nuestro núcleo familiar tenemos que posponer cualquier escapada hasta la remisión de dicha sintomatología. Se trata de una decisión que nadie desea tomar, pero que se vuelve obligatoria para evitar el riesgo de propagación de la infección.

Otra posibilidad es que la aparición de síntomas suceda durante nuestras vacaciones, en cuyo caso será necesario saber cómo actuar. Ante todo debemos estar tranquilos y proceder de la misma forma que si estuviéramos en nuestro hogar. Lo primero que se debe hacer en estos casos es autoaislarnos en nuestro alojamiento, tanto el familiar que empiece con síntomas como aquellas otras personas que comparten de forma estrecha el viaje. A continuación, tenemos que ponernos en contacto con los servicios sanitarios para notificar nuestro estado de salud y que sean ellos los que nos indiquen cómo actuar.

Desplazarnos a un centro sanitario si nuestros síntomas no revisten gravedad no es la opción correcta, ya que estamos exponiendo a más personas. En la consulta telefónica con el médico se nos recetará la medicación necesaria para paliar la sintomatología que tengamos y, además, se nos guiará sobre los síntomas que deberemos vigilar, como son la fiebre elevada que no cede con antitérmicos, la dificultad respiratoria y un número elevado de deposiciones o vómitos que pongan en riesgo nuestra hidratación. Si esto ocurre tenemos que volver a contactar con los servicios de salud para que procedan como corresponda.

Otro aspecto importante es que debemos estar localizables y disponibles a través del teléfono por si el personal sanitario solicita nuestra presencia para la toma de muestras porque cumplamos criterios médicos y bajo las indicaciones del Ministerio de Sanidad.

Por último, recordemos que si se confirma que estamos cursando la infección deberemos informar de los contactos estrechos que hemos tenido durante las 48 horas previas a la aparición de la sintomatología. Estas personas son aquellas con las que hemos compartido momentos donde no hemos mantenido la distancia de seguridad ni el uso de mascarillas, ya que son personas en riesgo de haberse contagiado.

Ser precavidos y saber cómo proceder en cada momento nos va a permitir disfrutar de las vacaciones con las máximas garantías para todos. ¿Contamos contigo?