Por Irene García Felipe

Fotografías por Ibon Azpilikueta

Las calles de Vitoria combinan el encanto del casco antiguo, su trazado medieval, sus plazas, torres, palacios y posadas, con una de las manifestaciones artísticas más de moda en la actualidad: el street art. Una forma de expresión que hace cobrar vida a las fachadas y que cuenta historias a base de brocha y pincel, que utiliza la ciudad como lienzo para revitalizar barrios, pero también para remover conciencias.

Una galería al aire libre

La Ciudad Pintada nació en 2007 como parte del Itinerario Muralístico de Vitoria-Gasteiz (IMGV), un proyecto que buscaba transformar la ciudad en un espacio creativo donde profesionales y vecinos compartieran ideas e inquietudes a través del arte.

Brenan Duarte y las hermanas Werckmeister fueron los artistas que crearon los talleres colaborativos que, a día de hoy, continúan elaborando estos impresionantes murales con mensajes sociales que embellecen el casco histórico y sus rincones.

Además, la iniciativa permite a todos los ciudadanos participar sin importar su edad, profesión o experiencia previa, abriendo un mundo nuevo a quienes nunca han tenido contacto con el arte.

Historias contadas con pincel

Además de ocupar algunos de los puntos más emblemáticos de la Almendra –así es como se conoce al casco medieval de Vitoria por su forma vista desde arriba–, también se extiende hasta el barrio obrero de Zaramaga, a unos 10 minutos a pie desde el centro de la ciudad, y el barrio de Ariznabarra, a unos 30 minutos.

El itinerario cuenta, por ahora, con 19 murales. El primero de ellos recibe el nombre de Al hilo del tiempo (2007) y hace referencia al pasado de la plaza donde se encuentra, pues antiguamente era un mercado de telas. También ocurre algo parecido con Continentes (2008), que busca mostrar la diversidad del barrio y del edificio donde se exhibe, una escuela infantil y hogar de acogida para jóvenes.

En 2011, y a raíz de los problemas del medioambiente, nace ¿Qué haremos con los que sabemos?, también aparece La luz de la esperanza, contra la desigualdad de género y los estereotipos, y Somos agua / somos arte, un canto a la vida.

En 2012 se busca destacar las labores de voluntariado en la ciudad con Érase una vez el voluntariado y en 2013 se recuerda a las víctimas del 3 de marzo de 1976, cuando cinco trabajadores murieron a manos de la policía, con No hay presente ni futuro sin memoria. También están presentes los mayores del barrio en La cresta de la arruga (2014) y Vecinas (2018), y todos aquellos que dejaron sus hogares para irse a la ciudad en Usted está aquí (2016).

Sin duda, el arte muralístico de Vitoria y sus vecinos saben cómo contar historias.

La búsqueda del tesoro

Si visitas la ciudad con niños, esta ruta de los murales será casi como una gincana para ellos, una búsqueda del tesoro en versión original.

Deambulando por los callejones del casco antiguo, y con la ayuda de un mapa, podrán recorrer los lugares más emblemáticos de la Almendra y descubrir los impresionantes murales que se esconden tras cada esquina.

Para quienes quieran conocer los entresijos y significados de los murales más en profundidad, existe una visita guiada organizada por el colectivo IMVG. Un recorrido cómodo, y en grupos de al menos seis personas, en el que se desvelan secretos e incluso se interactúa con los artistas. Tiene un precio de ocho euros para los adultos, y los menores de seis años no pagan nada.

Después de la visita a los murales, te recomendamos darte un salto hasta «la kutxi», una calle también conocida como de la Cuchillería por el antiguo gremio que se ubicaba en esta vía. Hoy es famosa por la cantidad de bares que sirven pintxos, txikitos (vasos de vino pequeños) y zuritos (medias cañas). Es, sin duda, el lugar perfecto para recuperar fuerzas después de un día andando por la ciudad. Además, los precios asequibles te permitirán probar toda clase de delicias vascas.