Por Álvaro Morales. Fotografías por Van Marty

Salvo que la fuerza oceánica y el rompiente de olas lo dejen muy claro, bañarse con tranquilidad y bastante seguridad (la absoluta nunca existe) en el norte de La Palma, una de las vertientes con Atlántico más contundentes de Canarias, es posible en ciertas zonas. Una de las más espectaculares y preparadas para toda la familia es la de las piscinas naturales de La Fajana, en el municipio de Barlovento. Tres vasos de distintas dimensiones y profundidades, como ocurre en ofertas similares de otras islas, permiten disfrutar del agua salada en un área marcada por el verde de los cultivos, la gran pendiente hasta el casco histórico y la costa escarpada, en la que destacan edificios como el faro de Punta Cumplida, visible desde distancias considerables. La Fajana, con sus restaurantes anexos y su arquitectura cuidada y poco impactante, se ha convertido desde hace mucho en la mejor alternativa de esta parte del nordeste de la Isla para pasarse un buen día de costa. Si, encima, acompaña el sol y no nos agobian los largos recorridos en nuestra visita a la Isla, es una elección perfecta, y más si pensamos hacer noche por la zona. Es más, para algunos residentes y no pocos turistas, resulta más acogedora, menos estresante y hasta más atractiva que las cercanas piscinas del Charco Azul.

El norte de La Palma, como los de las islas de La Gomera y El Hierro, presenta pocas playas de arena (una de las excepciones se halla junto al Puerto Espíndola, muy cerca del Charco Azul, en el municipio de San Andrés y Sauces). Esto le da más relevancia a los charcos o piscinas naturales y, entre esta oferta, las de La Fajana, en la localidad de Barlovento, es de las mejores no solo de esta vertiente de duro océano, sino de toda la Isla. De hecho, y sin exagerar, se encuentra entre las más completas y convincentes del Archipiélago. Al menos, entre las veinte mejores de las ocho islas, y lo hace, además, con tres vasos de distintos tamaños y profundidades, algo que, si bien se repite en piscinas como las de La Maceta (La Frontera, en el norte de El Hierro) y otras, no es lo más habitual. Esta triple oferta facilita el disfrute a los niños, adultos y personas mayores, aunque hay que extremar la prevención ante los posibles resbalones, sobre todo en las etapas de más musgo en los caminos, principalmente en inverno y primavera. Si el sol acompaña, La Fajana presenta una estampa espectacular, con sus escaleras, caminos y rampas muy bien adaptadas a las características de la lava.

Para llegar, resulta imprescindible alcanzar la calle La Hoya, bien bajando desde el casco histórico de Barlovento o viniendo desde San Andrés y Sauces, en el perfil nordeste de la costa palmera. Se trata de una vía muy larga, de muchas variantes y enlaces y que suele confundir, por lo que no está de más acompañarse de un buen mapa o usar internet para no perderse. Si nos hemos orientado bien, esta calle nos llevará casi a las piscinas, pues la vía que repite el nombre de La Fajana se halla justo encima y cuenta con las plazas de aparcamiento claves para poder acceder en poco tiempo. Antes, habremos apreciado la relevancia que aún tiene la agricultura en esta parte de la Isla, con diversos invernaderos y múltiples terrenitos cultivados en bancales.

En el enclave costero hay varios restaurantes que permiten disfrutar aún más de la visita. La belleza de las piscinas de La Fajana multiplica las fotos para inmortalizar el momento. Normalmente, se trata de una zona de asiduos bañistas locales, sobre todo en verano, aunque el paso de turistas es continuo casi todo el año. El vaso principal presenta zonas propicias para los lanzamientos de cabeza, si bien no resultan recomendables en gran parte de las tres piscinas. Por el contrario, el lugar es ideal para los niños y adultos que no suelen atreverse con el mar abierto. Eso sí, para los más temerarios o amantes de la libertad, adentrarse en el Atlántico más allá de los límites de estos muros es factible y aconsejable siempre que el oleaje y las corrientes lo permitan, aunque conviene extremar al máximo la atención porque el mar del Norte es siempre cambiante y traicionero.

Por lo demás, este rincón representa una visita obligada si queremos disfrutar de la costa y bañarnos en el norte palmero, bien para bajar luego hacia la capital, subir al Astrofísico o voltear la Isla, descendiendo luego por el valle de Aridane. Es más, y aunque esto es tan subjetivo como el arte o como casi cualquier cosa, para muchos resulta un lugar más recomendable que el Charco Azul porque suele haber menos aglomeraciones, sobre todo en la etapa estival.

DETALLES:

Ubicación: en la costa del municipio palmero de Barlovento, en el nordeste de la Isla.

Socorristas: no.

Playa surfista: no.

Restaurantes: sí, varias opciones en las cercanías.

Baños: no.

Duchas: no.

Sombrillas y hamacas: no.

Adaptada para discapacitados: no.

Aparcamientos: numerosas plazas en la anexa calle La Fajana.

Transporte púbico: taxis.

Perros: no.