Por Laura Pérez Yanes
Fotografías por José Chiyah Álvarez
Natalia Ferviú vive hoy un momento “muy bonito” en su carrera. Con una trayectoria profesional de vértigo, esta tinerfeña afincada en Madrid es uno de los rostros más reconocidos en el mundo de la moda y el estilismo en nuestro país, gracias a sus colaboraciones con revistas especializadas como Vogue o Glamour o a su participación en el programa televisivo Cámbiame. Nos cuenta que también le encanta cocinar, ama a los gatos y disfruta con la música. De hecho, desde que comenzó a pinchar con 19 años en locales de Tenerife no ha dejado de combinar su faceta como estilista y comunicadora con la de DJ. En las próximas líneas nos hará un hueco en tres de sus rincones favoritos de Tenerife, aunque asegura que no son los únicos. “La Isla es preciosa de sur a norte y de este a oeste”.
Punta de Teno. Natalia Ferviú siempre ha sentido una conexión “muy potente” con el mar. Quizá por el fuerte vínculo que sus antepasados también tenían con las aguas del océano. “Mi bisabuelo era marino y algo de eso correrá por mis venas, supongo. Es verdad que si me dan a elegir montaña o playa, yo siempre voy a tirar al mar”. Además, en sus contornos, la costa de Teno es interrumpida por un gran faro de rayas rojas y blancas. Un tipo de construcción que a Natalia le “flipa”. “Cuando estoy en Punta de Teno siento paz, una sensación de que parece que ahí acaba la Isla y lo que viene es el infinito”. Además, también descubrió más tarde que su padre iba mucho de excursión a Teno cuando era pequeño, junto a sus nueve hermanos y su padre (el abuelo de Natalia). “No sé qué coche tendrían para poder meter a todos”, bromea. Pero lo que sí sabe es que Punta de Teno es un lugar “especial” para su familia.
Montaña Amarilla. Ahora toca sur. Cuenta Natalia que hace unos tres años descubrió este rincón ubicado en el municipio de San Miguel de Abona. “Fui con mis amigos y aluciné. Pasar el día allí es genial, pero por la tarde mola, porque el amarillo del paisaje se va convirtiendo en naranja”. El día en que encontró este lugar comenzó a sonar de fondo una canción de Bob Marley. “Se respira un ambiente muy relajado, hay muy buen rollo”. La música provenía de un chiringuito junto a la costa. Al acercarse, se llevó una sorpresa: su primo David trabajaba allí como camarero. Tampoco en este sitio descansa su mirada de estilista. “No puedo evitar ver localizaciones para posibles grabaciones o sesiones de fotos. Todo aquel que esté buscando un rincón especial, fotografiable, tiene que ir allí”. Y para rematar la jornada, “tomarse una limonada en el chiringuito mientras suena reggae de fondo”.
Parque García Sanabria. Este rincón de Santa Cruz es para Natalia un sitio con un componente emocional muy grande. “Me crie en el barrio de El Toscal, pasé allí los 12 primeros años de mi vida. Y ya fuera para ir al colegio o para ir a casa de mis abuelos siempre tenía que atravesar el parque. Iba a los gorgoritos en el Reloj de Flores y recuerdo lo que para nosotros son los carritos de toda la vida: el carrito de Pepe, el carrito del abuelo… Iba a comprar ahí mis bolsas de millo para las palomas. Además, el parque tiene rincones muy especiales, ya no solo por la vegetación, también a nivel artístico. Tiene esculturas chulísimas, igual que las que están en la Rambla. Tiene un valor que creo que a veces se nos olvida. Y a nivel arquitectónico los alrededores del parque son superpotentes. Hay mogollón de casas del siglo XIX y del siglo XX por la zona de la Rambla, por la plaza de Los Patos… Y me encanta pasear por ahí y perderme”.