Por Álvaro Morales

Fotografías por Van Marty

Resulta chirriante cualquier alusión a la oferta de playas o zonas de baño de La Palma que olvide o minimice el Charco Azul, en el municipio norteño de San Andrés y Sauces. Más que chirriante, se torna en escandaloso no realzar una de las piscinas naturales más completas, con mejores servicios para toda la familia y altamente protegidas del mar abierto de Canarias.

Una verdadera postal de la Isla de toda la vida, con mucha historia detrás, referente de ocio marítimo de los palmeros y casi punto de encuentro de un amplio número de vecinos del Norte, sin menoscabo del constante flujo de visitantes de otras islas o países.

La mejor prueba de que no se trata de un charco más es que la mayoría de turistas, al comprobar bien sus dimensiones y la composición global, con piscina para los más pequeños, múltiples solarios, un bar restaurante perfecto para alargar la estancia y un vaso principal convertido en símbolo por sus tonalidades azuladas cambiantes, lo primero que hacen es inmortalizarlo con sus cámaras o móviles. Por algo será. Luego, los baños, con varias zonas para los lanzamientos de cabeza, simplemente no defraudan, sobre todo si acompaña el sol.

En este planeta contradictorio y espectacular, hay muchos charcos, piscinas naturales o bahías que llevan el nombre “azul” y lo hacen con merecimiento y para realzar ese color, predilecto de muchos, y la sensación de paraíso. En Canarias, esa combinación nos lleva inmediatamente a El Golfo (El Hierro) y, sobre todo, a San Andrés y Sauces, en el norte de La Palma. El Charco Azul palmero lleva mucho tiempo siendo una postal promocional de primer nivel de la Isla y no lo hace por capricho. Se trata, sin duda, de una de las piscinas naturales mejor complementadas por el hombre, más protegidas de las fuertes embestidas del mar abierto, con amplios servicios, un restaurante convertido en un atractivo casi del mismo nivel y sobrantes motivos para acudir con toda la familia y disfrutar de una larga jornada con varios vasos a elegir y uno central que permite, incluso, largas brazadas, baños simplemente reconfortantes y relajados y, por supuesto, exhibirse con todo tipo de lanzamientos, dadas sus dimensiones y profundidad.

Los solarios se multiplican en un charco complementado con servicios bastante completos y la sensación continua de que nos encontramos en un punto clave de la oferta del litoral de la Isla. A una hora en coche de la capital, este enclave permite también los chapuzones en mar abierto, aunque, al tratarse de la vertiente norte, no son tan habituales esos días de mareas casi dormidas que invitan a ampliar la experiencia, por lo que conviene extremar la precaución y, en todo caso, cerca se encuentra la playa de Puerto Espíndola, con varias zonas pseudoprotegidas y, por ende, mar calmado para baños de mayores dimensiones.

Para llegar en coche, y si partimos de Santa Cruz de La Palma, tomaremos la LP-1, que serpentea, con mucha curva, pero también con tramos rectos. Iremos pasando por municipios como Puntallana y por núcleos como Santa Lucía, Los Perdomos, la zona céntrica, El Granel, El Corcho, Lomo Piñedo, El Posito, La Galga y, tras un túnel, San Juan. Seguiremos por esta vía rápida por Orotava y Llano del Pino y nos dirigiremos entonces al precioso casco histórico de San Andrés. Es desde aquí desde donde descenderemos al célebre charco, para lo que, si bien existen diversas alternativas, recomendamos hacerlo por la LP-104 hasta enlazar con el camino Quinta Zoca y, luego, con el del Melonar. Justo debajo, el azul de los distintos vasos nos dirá claramente que pronto podremos disfrutar de un lugar inolvidable.

Si el sol acompaña, la visita gana muchos enteros. Con numerosos sitios en la parte superior para inmortalizar la estampa con fotos o vídeos, a la derecha se sitúa una piscina artificial para los más pequeños, aunque es el vaso central el que impacta y nos abre el apetito de chapuzones inmediatos. En días de verano, festivos o con mucho sol, el ajetreo es, en ciertos momentos, muy grande, pero no irrumpe la sensación de agobio por los muchos bañistas. Al revés, se siente vida, con los niños disfrutando y numerosas familias enteras que rematan la faena almorzando en el restaurante anexo. Un verdadero placer y una anotación ineludible en la agenda del viaje si realmente se quiere presumir de haber pasado por el norte de La Palma.

DETALLES:

Ubicación: en el noreste de La Palma, en el municipio de San Andrés y Sauces.

Socorristas: sí, sobre todo en los periodos de vacaciones.

Zona surfista anexa: no.

Charco nudista: no.

Restaurante: uno anexo y más en las cercanías.

Baños: sí.

Duchas: sí.

Sombrillas y hamacas: no.

Adaptada para discapacitados: no en gran parte.

Aparcamientos: sí.

Transporte público: sí.

Perros: no en el área de baño.

Curiosidades: muy cerca del charco, y bajando un poco una vía en curva, nos encontramos la playa de Puerto Espíndola, ideal si la piscina natural presenta demasiada gente y preferimos baños más tranquilos o solitarios. Con zonas de fina arena, esta cala en buena parte protegida por un dique es una excelente alternativa, cuando no una gran elección prioritaria. Eso sí, seguramente no hay nadie en el planeta que haya llegado hasta ella sin antes o poco después disfrutar de uno de los charcos más completos de Canarias.