Por Juan Manuel Pardellas. Ilustración por Beatriz Pérez

En tiempos de inestabilidad política como los que atravesamos, se hace fundamental una figura que asesore a nuestros líderes para orientarlos hacia el camino de la transparencia y la integridad. Como psicóloga, especialista en Psicología de Empresa y Organizaciones y coach ejecutiva y política, Maite Fernández Valderas sabe bien cómo hacerlo. De su mano conocemos los entresijos y las claves de esta apasionante profesión.

Entramos en campaña electoral. Ayúdame a identificarlo, ¿cuáles son las cualidades de un buen líder?

Te diría que el buen líder es aquella persona que no se conforma con ganar, sino que se plantea como objetivo gobernar. Hoy en día no vale solo con ganar unas elecciones; estamos en un entorno muy volátil, incierto, complejo y ambiguo, así que aprendamos a surfear. Hagamos de la incertidumbre una aliada; desde nuestra flexibilidad, nuestro pensamiento debe ser estratégico, y para ello como soporte una gran estabilidad emocional. Practiquemos nuestra comunicación emocional y apliquémosla.

Para mí lo más importante es tomar conciencia de la diferencia que existe entre lo que logramos y lo que somos capaces de lograr, ahí se despliegan nuevas posibilidades para crecer, incluso para llegar a resultados a día de hoy imposibles.

Desarrollemos un liderazgo desplegando positividad, agilidad, prudencia, autenticidad, alta empatía y humildad, esta nos hará querer desarrollar continuamente nuestro aprendizaje y nos facilitará nuestra adecuada toma de decisión.

Seamos coherentes, la coherencia nos lleva a generar confianza: reputación, nuestro valor más preciado dentro del liderazgo político. Hago lo que digo y cuento lo que hago.

Seamos buenos perdedores para, desde ahí, tomar buenas decisiones. El éxito de una persona se basa en los detalles, hagamos un hábito de ello. Y una rutina: dar respuesta a las personas que esperan algo de nosotros antes de acabar el día.

¿Cómo discriminar un buen mensaje, con fondo, de la lluvia de titulares y promesas que se nos avecina?

Practiquemos las tres ces de la buena comunicación: constancia, confianza y credibilidad. Ser ejemplar impacta más que poner ejemplos.

Hagamos lo más difícil y menos frecuente, ¿cuándo debe un líder valorar si le ha llegado la hora de retirarse?

Siempre aconsejo que la decisión sea tomada desde un proceso de análisis, de reflexión de sus valores, de sus deseos, no como fruto de una decepción o frustración tras una derrota, o por un cúmulo de decepciones con su partido o equipo. La salida requiere de una planificación mucho mayor que la de la entrada en la política.

Deberíamos cerrar nuestro ciclo desde la satisfacción y desde un análisis de todo lo que hemos aportado, desde nuestra contribución a la sociedad y a nuestro partido, y no desde nuestras emociones más dañinas, como la ira o desilusión… Esta estrategia que propongo nos hará más felices y nos aportará valor como seres humanos, que en definitiva es lo que hay detrás de toda persona que desempeña un cargo público o un cargo directivo en cualquier organización, el ser.

La ciudadanía espera mensajes positivos, emocionales y de futuro dentro del liderazgo político.

No le recomiendo a un político vocacional que deje la política totalmente; sé que será capaz de abandonar o de delegar el cargo público que representa, pero retirarse de su pasión es prácticamente imposible; es una pasión te acompaña durante toda tu vida.

Dejemos las salidas poco meditadas, que solo nos debilitan, aunque nos provoquen a ellas.

Vayamos a la empresa. ¿Qué define y cómo sacarle partido a la llamada soledad del directivo?

La palabra soledad deriva del latín y significa ‘cualidad de estar sin nadie más’; si nos atenemos a esta etimología, la soledad es una cualidad y como tal es algo bueno.

La soledad útil es la que es vivida desde la plenitud, la libertad de elección y la toma de conciencia de ella misma y de nuestra capacidad de vivir con ella, como nuestra compañera.

Quizás el secreto es conocer la soledad, familiarizarnos con ella, buscarla, conocernos en ella, controlarla, aprender a entrar en ella y salir de ella, usarla, porque esa soledad puede ser nuestro campo de entrenamiento para salir a la luz.

La buena soledad permite la reflexión sobre lo conseguido hasta el momento, permite seguir logrando objetivos valiosos. Y nos permite que nazca la creatividad en nosotros.

Aprender a llevarse bien con uno mismo es esencial para establecer relaciones ajustadas con los demás.

La soledad en la dirección viene unida a la función del desempeño del liderazgo. Aceptémosla y más concretamente a la hora de la toma de decisión, donde hay un instante de decisión puramente individual, si bien, si gestionamos equipos cohesionados y motivados, minimizamos ese sentimiento.

Muchos de nuestros lectores regentan con mucho esfuerzo pequeñas y medianas empresas, ¿me da tres claves para que piensen sobre sus funciones reales, liderazgo y creación de equipos?

Les preguntaría si impregnan sus acciones con sus valores, si tienen una visión… Eso es lo que le ayudará a gobernarse en tiempos de incertidumbre.

Son empresas, muchas de ellas, con una gran tradición. Las animo a potenciar ese gran valor añadido que poseen, esa marca personal que las hace diferentes, ese producto diferenciador. Y siempre incorporando las nuevas tendencias, la creatividad, sustituyendo día a día el papel de propietario por el de alto directivo.

Las claves:

  • Feedback constante con los miembros del equipo.
  • Optimismo y enfoque, optirrealismo.
  • Asumir responsabilidades y delegar los éxitos.