María Rita
Cuentan las historias que el aeropuerto de Tenerife Norte (Los Rodeos) fue construido en el único lugar de la isla donde no debía realizarse. Durante la Segunda Guerra Mundial los técnicos alemanes habrían hecho un estudio exhaustivo de las condiciones del terreno de la isla para determinar el mejor lugar para ubicarlo. Años más tarde el proyecto fue retomado, pero los planos recuperados se interpretaron de una forma ligeramente diferente a la original. El aeropuerto acabó construyéndose justo donde los alemanes habían señalado que no debía hacerse…
La veracidad de esta historia es bastante dudosa, pero nos sirve como explicación al panorama que se encuentra el turista cuando aterriza en Tenerife. Confiado de que su destino es un auténtico paraíso tropical de playa, sol y altas temperaturas, viste pantalón y camiseta corta y calza cholas de playa -no hay tiempo que perder- desde que sale de su ciudad de origen. Durante el vuelo se congela por el aire acondicionado, pero confía, valiente, que todo acabará cuando se abra la compuerta del avión y pise tierra firme.
¿Qué encuentra al llegar a los Rodeos? Frecuentemente una bruma espesa y baja que aporta gran humedad al ambiente. Tampoco es extraño que llueva o haga viento en la zona, incluso en meses como junio y julio. Es gracioso escuchar los comentarios de los turistas al llegar a la isla, cargados de asombro y decepción. ¿Qué tendrán nuestras islas que, al marcharse de vuelta a casa, han hecho que olviden esta primera impresión?
Las islas Afortunadas se encuentran en el hemisferio norte, a 1050 km de la Península Ibérica y a tan solo 115 km del continente africano. Por lo general, goza de temperaturas suaves, entre 18-21ºC y de precipitaciones escasas, pero la palabra más nombrada al hablar del clima de Canarias es la de “microclimas”.
El clima no solo varía de una isla a otra, sino dentro de una misma. Los contrastes de temperatura en pocos kilómetros no solo sorprenden al turista, sino también al canario (solo hay que fijarse en los laguneros que bajan a Santa Cruz con su abrigo en una época como esta). Aunque es frecuente hablar de “eterna primavera”, lo cierto es que, en un mismo día, se pueden experimentar en las islas las cuatro estaciones de un año natural.
El clima de Canarias debería ser cálido y seco debido a su ubicación, pero es bastante variado debido a tres factores fundamentales: la acción del anticiclón de las Azores, que provoca altas presiones y, en consecuencia, altas temperaturas y bajas precipitaciones; los vientos alisios, que suavizan las temperaturas; y el relieve accidentado, cuyas montañas hacen de barrera provocando grandes contrastes climáticos.
Esta condición es, sin duda, una gran suerte a nivel individual, pues le permite a uno escapar en cualquier momento hacia las condiciones meteorológicas que más le apetezcan (con límites, claro). Pero no solo eso, los microclimas también son beneficiosos a nivel medioambiental, pues favorecen la existencia de una gran variedad paisajística en las islas. Por este motivo, no es una exageración hablar de “microcontinentes” para referirnos a las islas Canarias.
Desde el mar hasta la montaña se distinguen al menos tres zonas importantes: baja, media y cumbre, que además son diferentes en función de si hablamos de la cara norte o sur de la isla.
El lado de barlovento (norte) recibe de lleno el efecto de los vientos alisios. A nivel del mar (hasta 200 m), las temperaturas son suaves y poco oscilantes. Según aumenta la altura (200-600 m), la brisa marina se nota menos y el ambiente se siente más fresco. La zona de medianías (600-500 m) se caracteriza por un clima frío y húmedo. Es el lugar donde se condensan las nubes para dar lugar al espectáculo visual del “mar de nubes” y donde podemos encontrar, entre otras formas de vegetación, el bosque de laurisilva. Finalmente, en la zona más alta, el aire se vuelve seco, las temperaturas más extremas y las precipitaciones más escasas. Como resultado, el paisaje lo dibujan pinos, matorrales y retama. El lado se Sotavento (sur), no recibe el influjo de los alisios, pues han quedado retenidos al chocar con las montañas. Esto hace que haya menos contraste de temperaturas y que el paisaje, en general, sea más árido que el del norte.
Que no se deje engañar el turista que aterriza por primera vez en el aeropuerto de Los Rodeos. ¡¡Tiene un microcontinente por descubrir que no dejará de sorprenderle!!