Por David Lorenzo

Muchos no saben que durante 40 años el Estado de Luisiana formó parte del Imperio Español. Es decir, que no solo fue una colonia francesa. También se desconoce que durante este periodo, que va de finales del siglo XVIII a comienzos del XIX, muchos canarios fueron a poblar algunos lugares que no estaban habitados en Luisiana.

En 1777 Bernardo Gálvez, recién nombrado Capitán del Regimiento de Guarnición de Luisiana, decide repoblar varias zonas al sur de la colonia. Con ello se intentaba evitar una posible invasión enemiga, sobre todo de los ingleses. Para ello se tomó la decisión de enviar a más de 2000 canarios a este territorio.

Los canarios solían formar parte de este tipo de campañas de poblamiento, tanto en Norteamérica como en Sudamérica. Es por esto por lo que no era nada raro que muchos emigraran. También influyó que Gálvez hubiese vivido 12 años en Canarias antes de ocupar su cargo en el Nuevo Mundo.  Esto le permitió conocer a comerciantes interesados en llevar a los colonos a este territorio.

San Bernardo y Delacroix Island son solo dos de los lugares a las que llegaron los canarios. En los nuevos territorios se dedicaron, sobre todo, a cultivar la tierra. En muchos casos no fue nada fácil. Algunos terrenos eran pantanosos y no aptos para el cultivo. Pero sí que eran lugares propicios para sufrir enfermedades.

Pero los isleños (como se les conoce incluso hoy en día) consiguieron hacer frente a las adversidades y prosperar en estos lugares. Algunos isleños se tuvieron que adaptar a la situación y se especializaron en la pesca de ostras, camarones o jaibas (cangrejos), entre otros.

También lograron mantener algunas costumbres canarias, pero sobre todo la lengua. Muchos de los territorios en los que habitan los isleños estuvieron totalmente aislados del resto de Estados Unidos prácticamente hasta la década de los 50 del pasado siglo. De esta forma en estas comunidades se hablaba español y no inglés.

Lograron, sin saberlo, conservar palabras canarias que hoy no se usan en el archipiélago. Pero aunque mantenían las tradiciones con el tiempo los isleños habían olvidado cuáles eran sus orígenes. Fue el historiador Frank Fernández quien, a mediados de los 70, descubrió su procedencia isleña.

Desde este momento se puso en valor el pasado canario de estos habitantes. Se comenzó a celebrar una Fiesta Canaria. Los isleños hoy son más conscientes que nunca de sus raíces y se sienten orgullosos de ello. Esto sirvió también para que pusieran en valor de nuevo muchos de los productos típicos y que se estaban perdiendo.

Algunos de los platos con los que se celebra la fiesta nos son muy familiares a los canarios: puchero, carne de fiesta, que se mezclan con el marisco y con otros productos que se dan en la zona. Para conservar las tradiciones canario-isleñas se han realizado algunas asociaciones de conservación, localizadas en los principales núcleos poblacionales donde viven.

Hoy estas organizaciones se centran, sobre todo, en aspectos culturales. Pero además de transmitir la historia de los isleños también intenta conservar la lengua española y las palabras canarias. Posiblemente es lo que más peligro corre, puesto que las nuevas generaciones apenas hablan el español como lo hacían sus antepasados. El contacto con el resto de Estados Unidos hace que corra peligro la conservación del idioma y sus palabras.

Para saber más:

  • Alvar López, Manuel (1998) El dialecto canario de Luisiana. Las Palmas de Gran Canaria: Uniersidad de Las Palmas de Gran Canaria
  • Tornero Tinajero, Pablo (1976) Los movimientos migratorios de colonos canarios a Luisiana y Florida en el siglo XVIII.