Aranzazu del Castillo Figueruelo

Lunes, siete de la mañana: suena el despertador. Siete y diez, se repite la escena pero acompañada de una creciente sensación de tensión. Siete y cuarto: salto mortal de la cama y entrada triunfal en la ducha. Después, todo viene rodado: café, tostada, lavarse los dientes, revisar los documentos, “¿tengo las llaves?”, salir pitando.

Los lunes parecen haberse ganado a pulso el resentimiento de muchos de nosotros. Ya desde el sonido persistente de la alarma, nos visten de un humor agrio que logra salpicar el resto de la jornada y hacer que encaremos las tareas laborales con un talante poco amistoso y resolutivo.

No solo nos cuesta despegarnos de las sábanas. Una vez ubicadas en su puesto de trabajo, muchas personas se sienten desbordadas emocionalmente por una mezcla de sentimientos de apatía, tristeza, desesperanza y, lo más común, ansiedad por el listado interminable de tareas que quedaron pendientes del viernes.

Se trata de un fenómeno cultural tan común que en inglés dispone de nombre propio: “Blue Monday” (Lunes triste). Pero más allá de ser una vía fácil a través de la cual reirse de los lunes, el Blue Monday podría señalar que las cosas no van bien en el trabajo. Esta experiencia tiene un impacto significativo sobre el rendimiento y productividad de la persona, disminuyendo su motivación, implicación y capacidad creativa, pero además ¡¡es contagioso!!

Dado que los lunes van a seguir estando ahí -salvo que haya una revolución de calendarios-, lo mejor será que aprendamos una serie de estrategias que nos hagan la vida más fácil en estos días. Ahí van un par de consejos:

  1. ¿Qué es exactamente lo que me molesta?

    Antes de nada, sería bueno que nos tomáramos un tiempo para analizar la situación. Si nos sentimos cansados, tristes, ansiosos o desmotivados cada cierto tiempo no hay problema, es lo normal (no siempre podemos estar felices). Pero si esto ocurre muy frecuentemente, tal vez no estemos en el trabajo adecuado. En este sentido, sería interesante que pudieramos elaborar una lista con todas aquellas cosas que nos generan malestar en el trabajo. Tal vez sea la falta de definición de nuestro rol, la comunicación difícil con nuestro jefe, la monotonía o la falta de retos. En cualquier caso, una vez se identificadas las causas, resulta más sencillo buscar una solución. Y si, aún haciendo cambios, nos seguimos sintiendo mal entonces tendremos que preguntarnos si el trabajo en el que estamos realmente nos gusta y nos aporta algo o si es momento dar un giro a nuestra vida.

  2. Anticiparse a los lunes

    Como decía, una de las reacciones emocionales más frecuentes es la ansiedad, que surge cuando al llegar a la oficina comprobamos con horror que el número de tareas es infinito y las horas del día siguen siendo 24. Ahora es tarde para lamentarse y hay que afrontar la situación, pero de cara al siguiente lunes podemos actuar más inteligentemente anticipándonos a este. Dicho de otra manera, podemos reducir la cantidad de tareas para hacer del lunes realizándolas por adelantado el viernes anterior y, si es posible, también dejando preparado todo el material que vayamos a necesitar durante ese día.

  3. Planificar los lunes

    Una vez llegamos a la oficina y nos encontramos con el panorama del punto anterior es momento de poner en práctica nuestras habilidades organizativas. Primero, tenemos que aceptar que, con bastante probabilidad, no podremos acabar todas las tareas en un solo día. Después habrá que priorizar y aquí las opiniones son varias. Hay quien recomienda quitarse lo más pesado en primer lugar para evitar la procastinación. Otros aconsejan empezar por lo más suave o, mejor aún, por aquello que realmente se nos da bien, con el objetivo de que esto nos motive a trabajar. Otros distinguen entre tareas administrativas y creativas, pero dejan al trabajador la decisión de por cual empezar.

    En conclusión, cada cual debe encontrar el método que mejor le funciona. Lo que sí está claro es que podemos ser un poco indulgentes con nosotros mismos y planificar los lunes de manera más “light”.

  4. Motivarse con pequeñas y grandes recompensas

    Las personas funcionamos mejor cuando dirigimos la atención hacia lo positivo en lugar de hacia lo negativo. Por tanto, ¿por qué centrarnos en lo que nos molesta de los lunes y no en lo que vamos a hacer a media mañana (p. ej., café con un compañero), al salir del trabajo (p.ej., paseo con mi pareja) o el fin de semana (p.ej., ruta por las montañas)?. Los descansos y recompensas son necesarios tanto a corto como a medio plazo y funcionan tanto los pequeños detalles como los grandes planes. No basta con soñar con ellos, también hay que planificarlos.

  5. Hacer que los findes de semana sean fines de semana

    Un factor importante que hace que mantengamos la energía y la motivación por el trabajo es lo que hacemos fuera de este. En este sentido es importante establecer unos límites claros entre nuestra vida laboral y personal. Esto supone buscar los medios que garanticen que el fin de semana sea para desconectar (p. ej., no encender el ordenador, no mirar el correo, usar un teléfono profesional, etc.) y tratar de cultivar relaciones sociales con personas diferentes a aquellas que forman parte del entorno laboral (¡¡y no hablar de este!!).

  6. Preparar mente y cuerpo

    Los fines de semana son perfectos para trasnochar y despertarse con los cálidos rayos de sol del mediodía… pero esto tiene sus consecuencias: rompe la rutina de sueño y produce desequilibrios en nuestro reloj biológico. Si existe el problema del que estamos hablando en este artículo lo más aconsejable será que, pese a la tentación, tratemos de respetar los horarios habituales de irnos a dormir y despertarnos y procuremos acostarnos temprano el domingo para llegar el lunes descansados.

    Finalmente, debemos prepararnos psicológicamente para afrontar el lunes y podemos hacerlo de muchas maneras distintas: desde hacer algún ejercicio matutino que nos despeje y aporte energía (correr, yoga, meditación, etc.), leer o escuchar historias inspiradoras de personas con profesiones relacionadas, hasta saborear uno de esos desayuno que hacen que uno se sienta como un rey o una reina.