Por Sylvia Maderos
Fotografías Jose Chiyah

San Sebastián de La Gomera es una ciudad sencilla, sin grandes pretensiones donde el tiempo transcurre despacio. Tiene ese encanto de los pueblos coloniales canarios, con casas sencillas de tejados a dos aguas y tejas, ventanas de madera y patios interiores, secreto mejor guardado de las viviendas. He tenido la suerte de pasear por sus calles en numerosas ocasiones, y siempre me ofrece un paisaje distinto, con pequeños detalles que la hacen única.

La Calle Real, arteria principal de la Villa, concentra la mayoría de los comercios en una vía peatonal recientemente reformada flanqueada por viejas casonas que comparten espacio con pequeñas y coloridas casas bajas y modernos edificios. Pequeños laureles, palmeras y setos la decoran, y el paseo empieza junto a la Parroquia de La Asunción. Merece la pena entrar y disfrutar de su atmósfera tranquila, observando los artesonados mudéjares del techo y las ricas imágenes mientras la luz que entra por las ventanas ilumina el altar central. Dos casas más adelante destaca una fachada amarilla con ventanas verdes, es la Galería Luna.

Galería La Luna
Galería La Luna

Es, desde 1989 hogar de la obra de artistas locales e internacionales, en un espacio con una atmósfera tranquila e inspiradora. Cuadros de vistosos colores decoran las paredes de esta casa del siglo XVII y su patio interior, repleto de vegetación es un soplo de aire fresco que invita a conectar con la creatividad. Al fondo Elena, copropietaria de la galería, recibe a los visitantes con una sonrisa y les atiende con voz suave y maneras tranquilas. Me confiesa que es bióloga y que fue su marido Guido Kolitscher artista junto al que dirige la galería, quien hizo que el arte llegara a convertirse en una profesión que le apasiona.

Galería Luna
Galería Luna

Casi al final de la calle se encuentra uno de los locales más populares de la zona: La Forastera Bistró.

Laurence Blondeau regenta con la ayuda de su hijo Julian y su nuera Candicy este negocio que justo este mes cumple su segundo aniversario en la capital. Francesa de nacimiento pero viajera nata, me cuenta en un marcado portuñol (viajó en velero a Brasil, donde echó raíces durante años), que decidió abrir en San Sebastián este acogedor bistró porque quedó prendada de la ciudad cuando su barco paró aquí de camino a su aventura carioca. En La Forastera se nota el amor que Laurence siente por la cocina, en sus quiches de espinacas con bacon o salmón y brócoli o en el coulant de chocolate belga con coulis de fruta, del que me confiesa su secreto: “la calidad del chocolate”. Además utiliza productos de la tierra, para fusionarlos con la gastronomía de su país, como en la tosta de gofio con dos almogrotes, uno de ellos de pesto y almendras, la hamburguesa con pan de espelta, foie y miel de palma o el atún fresco horneado.

En la Plaza de la Constitución, justo al final de la Calle Real, sus imponentes laureles de Indias son protagonistas. Prácticamente engullen con sus frondosas copas el Kiosko las carabelas, cafetería por excelencia en el centro de la ciudad. Sentarse en su terraza y disfrutar del sonido de la brisa entre las hojas de los árboles tomando un refrigerio no tiene precio. De la sombra de los árboles disfrutan todos, hasta los numerosos gatos que frecuentan esta plaza y retozan perezosos.

Cada vez que visito San Sebastián tengo el pequeño ritual de no abandonarla sin hacer antes una parada en Dulcería Mendoza, un pequeño local en la Calle Ruiz de Padrón perfecto para los amantes de lo dulce. Son varios los negocios que ofrecen las típicas galletas gomeras en la ciudad, pero este tiene algo que le hace especial. No sé si son sus tentadores mostradores con palmeras de chocolate, lazos de yema y milhojas de crema, las cestas de mimbre que los coronan, con pequeñas bolsitas repletas de galletas de nata, galletones o rosquetes de manteca o sus empleados, que siempre atienden con una sonrisa y amabilidad exquisita… Además, siempre me llevo un tarro de almogrote y otro de miel de palma, así se viene conmigo un pedacito de La Gomera a casa ¡qué mejor suvenir!

Dulcerería Mendoza
Dulcería Mendoza

En el número 48, tiene su taller el escultor Pedro Zamorano en una pequeña casa típica que es además su domicilio. Su obra se expone en las ventanas como improvisados escaparates que llaman la atención de los transeúntes, y aquel que quiera saber más solo tiene que llamar al timbre, como bien explica el letrero que hay en la puerta. Y también en Ruiz de Padrón se encuentra un local con mucha personalidad: Anabel. Es de esas tiendas donde perderse, rebuscando el regalo perfecto o el detalle único para hacer de una casa un hogar. Hay que fijarse para encontrarla, ya que puede pasar desapercibida a no ser que uno preste atención a su esmerado escaparate. Una vez dentro, estanterías repletas de objetos de decoración conviven con bolsos artesanos y bisutería hecha a mano, accesorios de cocina, pequeños muebles, coloridas lámparas, vajillas, percheros y armarios repletos de ropa… todo en un ambiente ecléctico de gran personalidad. Para los amantes del handmade, cuenta con gran variedad de ovillos de lana, telas, cintas y todo lo necesario para dar rienda suelta a la imaginación.

Para despedirme de esta ciudad auténtica me gusta recorrer el paseo junto al puerto deportivo, y remojarme los pies mientras camino sobre la fina arena negra de la playa. Acabo sentándome en el Parque de la Torre del Conde, pulmón de la ciudad y refugio de tranquilidad para los villeros. Algunos corren, otros pasean a sus perros, los niños juegan y los turistas se retratan junto a la fortificación, que además de dar nombre al recinto es símbolo de la ciudad. Yo, mientras tanto, escucho el rumor lejano del mar y el arrullo de las tórtolas.