Por Rayco Paz

La verdad es que todos los parámetros son orientativos, se pueden conseguir muy buenos resultados con diferentes fórmulas y los estándares te garantizan un buen resultado en la mayoría de los casos.

Por ejemplo, para preparar dos expresos, usaremos de 15 a 18 grs. de café. El agua de la máquina debería estar entre 91-93ºC y la cantidad de café debería ser entre 30ml +/- 5ml. Evidentemente, si variamos un solo gramo, o grado, o segundo… tendremos unos resultados muy diferentes en cada taza. Si usamos cafés de orígenes diferentes, ya la cosa cambia, ya que la extracción de la bebida tendría que rondar los 25seg +/- 5 seg… Sin duda, utilizando estos parámetros conseguiremos una bebida en condiciones óptimas pero, ¿y a partir de ahí?

En el momento en que nos ponen la taza de café en nuestras manos tenemos que analizar varias características: primero, el aspecto visual. La crema tiene que tener un aspecto ligero, debe cubrir toda la superficie de la taza y ser elástica, aproximadamente de un milímetro de espesor. Segundo, el aroma. Debe ser agradable. Puede desprender notas dulces, melosas, a frutos secos o incluso florales pero siempre agradables, nunca sentir madera, caucho, quemado…

Por último, en boca podríamos apreciar cientos de sabores diferentes pero vamos a lo básico: un buen café debe ser dulce. Y esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿cómo puede ser dulce un café? Pues lo es, y quizás si piensas en la ausencia de amargor esto te ayudará a encontrar estas notas; aunque el amargor debe estar, pero de forma acentuada.

Si el café es de calidad aparecerán por los laterales de tu lengua sensaciones de acidez, quizás jugosas, percibirás notas de chocolate amargo, caramelo, florales o afrutadas… Si no puedes encontrar atributos agradables como estos, es que el café que nos están sirviendo no tiene calidad.

Recuerden, el café se toma solo y sin azúcar…