Por David Lorenzo

Tomarse un café a primera hora de la mañana es hoy uno de los principales rituales de la vida moderna. Pero no solo temprano solemos consumirlo. En España hay estadísticas que afirman que nos tomamos de media 4 tazas cada uno al día. Es tan común en nuestra vida que cuando queremos quedar con alguien solemos decir la frase “a ver si un día tomamos café”.

Parece increíble, pero un producto tan popular hoy en día como es el café en muchas culturas no fue bien aceptado durante siglos. Este producto, originario de África, por muchos fue considerado como una peligrosa droga que debía prohibirse.

No es ningún secreto que tomar demasiado café puede afectar a nuestra salud, ¿pero eso lo convierte en peligroso? Se sabe que todo producto consumido en exceso (incluso el agua) puede acabar con nuestra vida. Por lo que debemos evitar tomar tanto como para acabar muertos.

Ya desde el siglo XVI hay constancias firmes de que hubo interés, por algunos poderosos, en prohibir el café por creerlo peligroso. Con mayor o menor éxito, en Oriente, algunos sultanes intentaron eliminar esta famosa bebida del consumo común. La principal causa es que era considerada como una droga que podía afectar al comportamiento de las personas, como pasa con el alcohol.

No hay que olvidar tampoco que este producto se había hecho muy popular en Asia desde la Edad Media (aproximadamente desde el siglo XIII en adelante). Muchos ciudadanos solían consumirlo normalmente.

Cuando este producto se introdujo en Europa en el siglo XVII para muchos miembros el clero se consideró como algo maligno. Creían que se demostraba por su sabor amargo. Además no era del gusto que empezara a hacerse famosa una bebida tan popular entre los infieles musulmanes. Pero que fuera del gusto del Papa Clemente VIII parece que hizo que hubiese algo más de permisividad. Pero no siempre fue así.

Nada pudo evitar que en Europa también se extendiera rápidamente la idea de que el café era “producto del diablo”. Uno de los primeros territorios en prohibir el consumo del café fueron algunos principados alemanes. Muchos terratenientes creyeron en 1611 que debía ser considerado como nocivo para la población. Esta ley se mantuvo durante más de un siglo. Fue la fama que estaba adquiriendo el café en Europa en el XVIII la que obligó a acabar con la prohibición.

Pero el café no se hizo popular hasta llegar el siglo XVIII. Desde el siglo XVI entre las elites europeas se había extendido el consumo de chocolate, un producto exótico que llegaba desde el recién “redescubierto” Nuevo Mundo. A finales del siglo XVII en lugares como Inglaterra se empezaron a extender varias cafeterías y se fue consolidando el consumo.

Ya en los 1700 empieza a ser del gusto de la aristocracia y de la burguesía del Viejo Continente el consumo de café. Aunque ya algunos lo consumían antes pero se generaliza en este periodo. A pesar de esta fama que va air adquiriendo algunos lo seguirán considerando dañino.

Un caso destacado en el siglo XVIII es el de Suecia. En 1746 el rey Gustavo III consideró que este producto era peligroso para la salud de las personas, por lo que consideró oportuno limitar el consumo del café. Pero la ley no sirvió para nada. Esta situación obligó al rey a demostrar empíricamente que justificara su teoría. Sin embargo el experimento fue un completo fracaso para la hipótesis del monarca.

Aunque resulte extraño las prohibiciones se extendieron por muchos países del mundo prácticamente hasta finales del siglo XIX. Ya fuera porque se considerara venenoso, pecaminoso o por verse como una peligrosa droga, fue muy común que varias naciones no dejaran a sus ciudadanos tomar café.

Con toda probabilidad la prohibición más brutal tuvo lugar en Rusia en el siglo XIX. Tal llegó a ser la obsesión de los zares rusos contra el café que incluso se permitieron los más terribles abusos. En el caso que te vieran tomando este producto te podían torturar e incluso mutilar (sobre todo la nariz y las orejas). Y en caso de ser un consumidor asiduo o ser distribuidor ilegal podían condenarte a muerte.

En este momento de la historia ya no se veía tanto como un producto diabólico. Pero sí como una peligrosa droga que podía alterar a la población. Esto fue interpretado por los zares como una amenaza, ya que podía hacer que la gente fuera más propensa a una revolución.

Como puede observarse hubo muchos momentos en los que se prohibió el consumo de café. A veces incluso con penas terribles, como acabamos de ver en el caso de Rusia. Estas medidas, a pesar de ser brutales, no acabaron con la prohibición. Más bien fomentaron que la gente siguiera tomando café. Quizás sea por su sabor o precisamente por estas leyes absurdas que sigue siendo muy poplar hoy en día.

Para saber más:

  • Coello Manuell, Jaime Alberto (2007).Café prohibido. En Revista Vinculando. Enlace: https://goo.gl/60t2nm