Por David Lorenzo

Canarias ocupa un espacio relevante en el Atlántico. Esto nos ha convertido en un territorio muy amenazado ante posibles conquistas de las principales potencias occidentales. El último gran intento fue el de Gran Bretaña el 25 de julio de 1797. Pero esto no significa que posteriormente no hubiesen otros proyectos de conquista.

A pesar de que las potencias europeas podrían haber aprovechado la debilidad militar de España durante el siglo XIX decidieron no conquistar las islas. Su estrategia se centró sobre todo en garantizar que sus barcos pudiesen repostar en Canarias. En 1852 se garantizan, con la ley de puertos francos, hacer escalas y comerciar libremente con el archipiélago. Con esta ley los barcos extranjeros apenas tenían que pagar impuestos para atracar en las islas.

Pero aún así algunos países siguieron interesados. Nada menos que una potencia en auge, Estados Unidos, consideró como opción conquistar las islas Canarias aprovechando la guerra contra España en 1898.

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Los estadounidenses eran conscientes de las debilidades del ejército español. Su marina era anticuada, por la crisis económica era complicado invertir en innovación militar, etc. Muchos americanos veían esto como una oportunidad para expandirse por el Atlántico. Además Canarias no contaba con protección ante un ataque. Los castillos  estaban  completamente obsoletos y ni tan siquiera habían defensas en las islas capitalinas. El archipiélago era fácil de conquistar.  Para proteger a las islas de un posible ataque se contaba únicamente con la defensa de un cañonero que estaba atracado siempre en las islas. Además se contaba con una tímida presencia militar que garantizaría la defensa por tierra en caso de que los americanos lograran acceder por mar. Pero nada más.

Sin embargo la mayoría de los militares de Estados Unidos no estuvieron muy a favor. Consideraban muy arriesgado que su flota se concentrara tan lejos de su país. Lo veían más como una campaña temeraria. Con tanta distancia era muy difícil abastecer a sus barcos. Además esta acción dejaría desprotegido su control marítimo sobre parte del Pacífico. Esto iba en contra de la estrategia de Estados Unidos, que estaban más interesados en tener colonias en este océano.

La neutralidad de Gran Bretaña ante el conflicto hizo que finalmente los americanos no actuaran en las islas. Las empresas británicas que comerciaban con Canarias temían sufrir pérdidas económicas por la incursión estadounidense. La poderosa diplomacia británica se puso en activo. Finalmente logran que los norteamericanos se decidieran por centrarse en el Pacífico y que abandonaran la idea de tomar Canarias.

Hoy en día ningún experto que haya estudiado sobre este tema duda sobre ello. En caso de que Estados Unidos hubiese intentado conquistar Canarias, a pesar del riesgo, apenas habrían encontrado resistencia. La ocupación hubiese logrado en pocos días.

La estrategia de Estados Unidos durante el conflicto les permitió consolidarse como potencia mundial. Cuando acabó la guerra el país era un Imperio ultramarino en expansión, con ocupación de Puerto Rico y protectorado sobre Cuba en el Caribe y con el dominio de Filipinas, Hawaii y Guam en el Pacífico. Este nuevo imperio surge a costa de la desaparición de otro: el español. La crisis profunda en la que entró nuestro país tras la derrota fue tan grande que duró varias décadas. España pasó de ser un Imperio de referencia en Europa a ser un país de segunda con apenas influencia fuera de su territorio.

Para saber más:

  • Farrujia Coello, Amós (2014) “Planes de invasión de las Islas Canarias en 1898”. En Revista de Historia Canaria. La Laguna: Universidad de La Laguna, nº 196
  • Hernández García, Julio (1984) La invasión frustrada de los EEUU a Canarias. La Laguna: Centro de la cultura popular canaria