Por David Lorenzo
La mayoría de las ciudades de Canarias tras la conquista no van a construir grandes defensas. Sin embargo, que España se convirtiese en el siglo XVI en el mayor Imperio Occidental lo hizo imposible. Un caso de ciudad poco fortificada es el de Santa Cruz de La Palma. Fundada por Alonso Fernández de Lugo el 3 de mayo de 1493, para mediados del siglo XVI únicamente contaba con una fortaleza de defensa, la torre de San Miguel del Puerto (hoy desaparecida) localizada al sur, justo al lado del puerto de la ciudad.
Aunque la rica urbe (que llegó a convertirse en el siglo XVI en el tercer puerto más importante del Imperio después de Sevilla y Amberes) se había librado de ataques hostiles durante más de medio siglo, finalmente acabó chocando con la realidad. En julio de 1553 el famoso pirata normando François Le Clerc (pie de palo) atacó la ciudad. Aprovechándose de sus precarias defensas decide entrar por el norte de la ciudad, zona completamente indefensa. Durante varios días asalta la ciudad, hasta que finalmente los piratas son expulsados por los palmeros. Para vengarse, Le Clerc quema gran parte del casco urbano.

Los palmeros aprenden esta lección con rapidez. Solicitan al rey Carlos V (aunque va a ser su hijo, Felipe II quien esté gobernando por su padre en ese momento) que envíe lo antes posible a un ingeniero que ayude a reforzar la ciudad. También se construye en el norte de la ciudad una nueva torre, la de Santa Catalina de Siena, que en el siglo XVII pasa a ser un castillo (tras un temporal que arrasa el anterior edificio). A partir de ese momento, este va a ser el principal edificio militar de Santa Cruz de La Palma, una ciudad que pasa a estar bien fortificada.
Finalmente el rey envía a la ciudad a un ingeniero de origen italiano, llamado Leonardo Torriani, quien organizará la defensa de la Isla. Torriani, poco después visitó de nuevo Canarias para encargarse ahora de diseñar las defensas de todas las Islas. Tras su visita se irán mejorando las fortalezas de la Palma. Se levantaron dos portadas de entrada a la ciudad (la del norte y la del sur o Bajamar) y se levantó un muro de defensa frente al mar. Los diseños del ingeniero italiano se siguieron al pie de la letra. Únicamente no se construyó un castillo de gran tamaño que había diseñado para lo alto del risco de la Concepción, en la Caldereta.
Con el tiempo se irán construyendo pequeñas baterías de defensa a lo largo de la costa. Habían un total de 3: La de San Pedro, San Felipe y la del Carmen, que actualmente están desaparecidas. Para defender la puerta norte (de la que queda una pequeña parte de la muralla) se construyo el Castillo del Barrio del Cabo (todavía existe). En el resto de la Isla también nos encontramos con otras defensas. Este es el caso de la batería en el castillo de San Carlos en Los Guinchos (Breña Alta), otro castillo en Puerto Naos (Los Llanos de Aridane) y el fuerte de Juan Graje y fuerte de San Miguel en Tazacorte, todos ellos desaparecidos.

Todos y cada uno de los edificios contaban con cañones para la defensa. Por lo general eran de hierro o de bronce (más caros estos últimos). Algunos de hierro se han conservado en la ciudad (en el castillo de la virgen, etc.). Otros dos en bronce y de gran valor patrimonial se encuentran en el Museo del Ejército en Toledo. Uno de ellos es la culebrina San Miguel, construido por orden del Cabildo y que cuenta con el escudo de la isla y el bautizado por el investigador Juan Tous como Cañón Escorpión, fundido en Londres a mediados del siglo XVI y que estuvo en la Torre de Londres. Este bello cañón fue comprado por el Cabildo de la isla y se encargó de la defensa del Castillo de Santa Catalina, como mínimo, durante 300 años. Se encuentra ricamente decorado con estrías en espiral (como si se tratara de una columna salomónica), con un escorpión en relieve en la parte superior, donde aparece una cartela con inscripción en latín y el taller inglés que lo fundió y la fecha en que se hizo.
Desde el ataque de Le Clerc la ciudad fue inexpugnable. La disposición de la ciudad, en un lugar muy montañoso y con escasos puntos por lo que entrar, unido a la posición estratégica de las fortalezas, hacía imposible un desembarco.
Para saber más:
- Actas del seminario Arquitectura Militar de una ciudad Atlántica: Historia, urbanismo y patrimonio de los castillos y fortificaciones de Santa Cruz de La Palma [en línea]. Santa Cruz de La Palma, 12-15 noviembre 2012. En ASRI: Arte y Sociedad, Revista de Investigación. Málaga: EUMEDNET. nº3, enero 2013. Enlace: http://goo.gl/81P3zz
- Tous Meliá, Juan El Cañón Escorpión. De la Torre de Londres al Castilla de Santa Catalina en Santa Cruz de la Palma (1557-1860). La Laguna: Juan Tous Meliá, 2007. Enlace: http://goo.gl/FL53WD